Cadenas de bloques y aplicaciones
'An Ugly Truth', el libro que destapa los grandes escándalos de Facebook
Las periodistas Sheera Frenkel y Cecilia Kang revelan los defectos fundamentales de la red social mediante un relato detallado de los años entre las dos últimas elecciones de EE. UU. Sus conclusiones son que la empresa siempre se protege a costa de los demás y que nunca podrá arreglarse a sí misma
Un ingeniero de Facebook quería saber por qué una chica con la que había salido no había respondido a sus mensajes. Quizás había una explicación simple: a lo mejor estaba enferma o de vacaciones.
Por eso, una noche a las 22 horas en la sede de la empresa en Menlo Park (EE. UU.), ese ingeniero abrió el perfil de Facebook de la chica en los sistemas internos de la compañía y empezó a mirar sus datos personales. Su orientación política, su estilo de vida, sus intereses, incluso su ubicación en tiempo real.
Acabó siendo despedido por su comportamiento, junto con otros 51 empleados que habían abusado de su acceso a los datos de la empresa, un privilegio disponible para todos los que trabajaban en Facebook, independientemente de su función laboral o antigüedad. La gran mayoría de los 51 eran como él: hombres que buscaban información sobre las mujeres que les interesaban.
En septiembre de 2015, después de que el nuevo director de Seguridad, Alex Stamos, señalara ese problema al director ejecutivo, Mark Zuckerberg, este ordenó una revisión del sistema para restringir el acceso de los empleados a los datos de los usuarios. Fue una victoria poco común para Stamos, en la que convenció al CEO de que el culpable era el diseño de Facebook, y no el comportamiento individual.
Así comienza An Ugly Truth, el nuevo libro sobre Facebook escrito por las veteranas periodistas de The New York Times Sheera Frenkel y Cecilia Kang. Con la experiencia de Frenkel en ciberseguridad, la experiencia de Kang en tecnología y políticas regulatorias, y su gran cantidad de fuentes, ofrecen un relato convincente de los años de Facebook que abarcan las elecciones estadounidenses de 2016 y 2020.
Stamos no volvió a tener tanta suerte. En los años siguientes, los problemas que derivaron del modelo comercial de Facebook no hicieron más que aumentar, pero cuando descubrió los más atroces, como la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses, fue despedido por enfrentar a Zuckerberg y Sheryl Sandberg contra esas incómodas verdades. Cuando se fue Stamos, la dirección continuó negándose a abordar toda una serie de problemas profundamente inquietantes, incluido el escándalo de Cambridge Analytica, el genocidio en Myanmar (antes Birmania) y la desenfrenada desinformación sobre la COVID-19.
Foto: Las autoras del libro Cecilia Kang y Sheera Frenkel. Créditos: Beowulf Sheehan
Frenkel y Kang argumentan que los problemas actuales de Facebook no son producto de una empresa que ha perdido el rumbo. En cambio, son parte de su propio diseño, construido sobre la estrecha visión del mundo de Zuckerberg, la cultura de indiferencia hacia la privacidad que cultivó y las extraordinarias ambiciones que perseguía junto con Sandberg.
Cuando la empresa aún era pequeña, tal vez se pudiera justificar esa falta de previsión e imaginación. Pero desde entonces, las decisiones de Zuckerberg y Sandberg han demostrado que el crecimiento y los ingresos están por encima de todo lo demás.
En el capítulo del libro titulado Empresa antes que el país, por ejemplo, las autoras relatan cómo los directivos intentaron esconder el alcance de la interferencia electoral rusa en la plataforma de la comunidad de inteligencia estadounidense, del Congreso de EE. UU. y de la sociedad. Censuraron varios intentos del equipo de Seguridad de Facebook de publicar detalles de lo que habían encontrado y seleccionaron cuidadosamente los datos para restar importancia a la gravedad y a la naturaleza partidista del problema. Cuando Stamos propuso un rediseño de la organización de la empresa para evitar que se repitiera el mismo problema, otros directivos descartaron la idea por considerarla "alarmista" y centraron sus recursos en controlar el discurso público y mantener alejados a los reguladores.
En 2014, un patrón similar se empezó a manifestar en la respuesta de Facebook a la escalada de violencia en Myanmar, que se detalla en el capítulo del libro Pensar antes de compartir. Un año antes, los activistas de Myanmar ya habían comenzado a advertir a la compañía sobre los preocupantes niveles de odio y desinformación sobre la minoría musulmana rohingya del país. Pero Facebook, impulsado por el deseo de Zuckerberg de expandirse globalmente, no prestó atención a las advertencias.
Cuando estallaron los disturbios, la empresa mostró aún más claramente sus prioridades. Se mantuvo en silencio ante dos muertos y catorce heridos, y solo reaccionó cuando el Gobierno birmano cortó el acceso a Facebook para el país. Luego, los directivos de Facebook siguieron retrasando las inversiones y los cambios de la plataforma que podrían haber evitado que la violencia empeorara porque se corría el riesgo de reducir la participación de los usuarios. En 2017, las tensiones étnicas se habían convertido en un genocidio en toda regla, al que, como la ONU descubrió más tarde, Facebook había "contribuido sustancialmente", y el resultado fue la muerte de más de 24.000 musulmanes rohingya.
Esto es lo que Frenkel y Kang llaman la "horrible verdad" de Facebook. Su "dicotomía irreconciliable" de querer conectar a las personas para el avance de la sociedad, pero también de enriquecer su saldo final. Capítulo tras capítulo, el libro deja muy claro que no es posible satisfacer a ambos propósitos, y Facebook ha vuelto a elegir el segundo a expensas del primero.
El libro es tanto un logro narrativo como un reportaje. Independientemente de si el lector ha seguido de cerca los escándalos de Facebook como yo, o solo escuchó fragmentos sin profundizar, Frenkel y Kang lo entretejen todo de una manera que deja algo para todos. Las anécdotas detalladas llevan a los lectores entre bastidores a la sala de conferencias de Zuckerberg conocida como "Acuario", donde las decisiones clave dieron forma al curso de la empresa. El ritmo de cada capítulo garantiza nuevas revelaciones en cada página.
Aunque yo conocía cada uno de los acontecimientos que mencionan las autoras, el grado en el que la empresa se protege a sí misma a costa de otros es aún peor de lo que yo creía. Además, mi pareja, que leyó el libro junto a mí y pertenece a la segunda categoría de lector mencionada arriba, me miraba una y otra vez ante las sorpresas por lo que había descubierto.
Las autoras mantienen su análisis en un tono suave, prefiriendo dejar que los hechos hablen por sí mismos. En esta línea, al final se resisten a sacar conclusiones duras sobre qué hacer con Facebook o cómo nos afecta todo esto. El libro afirma: "Incluso si la empresa realiza una transformación radical en el próximo año, es poco probable que ese cambio venga desde adentro". Pero entre líneas, el mensaje es alto y claro: Facebook nunca podrá arreglarse por su cuenta.