Las tácticas utilizadas por Pekín para suprimir las menciones a las protestas a favor de la democracia se están extendiendo y afectan cada vez más a usuarios de todo el mundo, como los activistas fuera del país, mientras que las tecnológicas occidentales se someten a estos controles
La vigilia de 24 horas comenzó el 3 de junio justo después de las 8 am (hora del este de EE. UU.), más o menos según lo programado y sin grandes problemas.
El evento, emitido por Zoom y transmitido en directo en otras plataformas como YouTube, fue organizado por los activistas chinos para conmemorar la masacre de la plaza de Tiananmén, la sangrienta represión de Pekín (China) contra el movimiento prodemocrático liderado por los estudiantes que tuvo lugar el 4 de junio de 1989.
No se sabía con seguridad si el acontecimiento tendría lugar: a los organizadores les preocupaba ver una repetición del año pasado, cuando Zoom, la empresa de videoconferencias de California (EE. UU.), canceló tres eventos relacionados con Tiananmén, incluido el suyo, después de la solicitud del Gobierno chino. La empresa incluso suspendió temporalmente las cuentas de los coordinadores de la mencionada conmemoración, a pesar de que todas estaban fuera de China continental y cuatro de ellas en Estados Unidos.
Las acciones de Zoom provocaron una investigación y una demanda que presentó el Departamento de Justicia de EE. UU. Zoom dijo a través de un comunicado en su web: "Nos esforzamos por limitar las acciones que tomamos solo a las necesarias para cumplir con las leyes locales. Nuestra respuesta no debería haber afectado a los usuarios fuera de China continental". En el mismo comunicado, admitió que "no habían logrado eso".
Fue uno de los ejemplos más extremos de hasta dónde llegarían las empresas tecnológicas occidentales para cumplir con los estrictos controles de China sobre el contenido online.
Una serie de supresión
Este tipo de autocensura es estándar para las empresas tecnológicas chinas, que, a diferencia de las empresas estadounidenses protegidas por las leyes como la Sección 230, son responsables del contenido de los usuarios, según la ley china.
Cada año, unos días antes de las delicadas fechas del aniversario de la represión de 1989, el internet chino, que ya está estrictamente vigilado, se vuelve aún más hermético de lo normal. Ciertas palabras están censuradas en varias plataformas. Los habituales emojis de la vela, por ejemplo, comienzan a desaparecer de los catálogos disponibles. Los nombres de usuario en diferentes plataformas no se pueden cambiar. Y el tipo de discurso que quizá habría estado en el límite de lo aceptable durante otras épocas del año puede acabar en una visita de las fuerzas de seguridad nacionales.
En 2020, Zoom canceló tres eventos relacionados con Tiananmen después de la solicitud del Gobierno chino, a pesar de que todos ocurrían fuera de China continental. En diciembre del año pasado, el Departamento de Justicia de EE. UU. presentó una demanda contra la empresa.
Esto va acompañado de represiones en el mundo real, con mayor seguridad en la plaza de Tiananmén en Pekín y otros lugares que el Gobierno considera sensibles, mientras que los mayores críticos del régimen acaban enviados a vacaciones forzosas, detenidos o encarcelados directamente.
Este año, tal represión se está extendiendo aún más lejos. Tras la aprobación de la nueva ley de seguridad nacional en Hong Kong (China) que limita severamente la libertad de expresión a pesar de varios meses de protestas, los actos conmemorativos allí y en la vecina Macao (China) han sido prohibidos oficialmente. El año pasado, 24 personas fueron acusadas de no respetar una prohibición similar, incluido uno de los líderes más destacados del movimiento, el activista por la democracia Joshua Wong, que todavía sigue en la cárcel y al que recientemente condenaron a otros 10 meses más.
La COVID-19 también juega su papel: por ejemplo, un gran evento público planeado en Taiwán también se canceló, debido al confinamiento estricto después de una nueva ola de contagio por el virus.
Todo esto subraya el simbolismo de los acontecimientos online de este año.
La directora de campaña de la organización de defensa de la democracia en Taiwán New School for Democracy, Li-Hsuan Guo, que está organizando la mayor conmemoración en chino, resalta: "Nuestro lema es 'Tiananmén no es historia'". Su evento se transmitirá en directo por Facebook y Youtube, y en él hablarán y aparecerán virtualmente, entre otros, el exlíder estudiantil de Tiananmen que inició el proyecto en Zoom del año pasado, Fengsuo Zhou, y el exlegislador de Hong Kong Nathan Law, uno de los líderes de la Revolución de los Paraguas.
Además, está la vigilia por Zoom de 24 horas, así como otros eventos en inglés en Clubhouse, la red social de solo audio. Los activistas, incluido Zhou, llevan celebrando reuniones diarias de cuatro horas en Clubhouse desde el 15 de abril, que es el día en el que comenzaron las protestas a favor de la democracia en 1989.
En cierto modo, las acciones de Zoom contra Zhou del año pasado —y la posterior investigación de Washington (EE. UU.)— le han dado una sensación de seguridad al activista: el escrutinio bajo el cual se encuentra la empresa le hace creer que es poco probable que vuelvan a sacarlo de la plataforma. No obstante, Zhou señala que el incidente mostró que, ni siquiera fuera de China, "no hay ningún lugar seguro para los activistas".
"Ya no existe tal cosa como 'solo dentro de China'"
La suspensión del uso de las plataformas no es la única consecuencia con la que se enfrentan las personas que se expresan abiertamente online.
Los internautas de China continental han visto sus identidades expuestas en las redes sociales del país por participar en las plataformas occidentales como Clubhouse y Twitter, e incluso han sido encarcelados por hacer comentarios críticos sobre los líderes del Partido Comunista en el servicio de los 280 caracteres, a pesar del hecho de que la plataforma es inaccesible para la mayoría de los usuarios de China continental. Y los críticos fuera del país se han enfrentado a campañas de acoso organizadas y a los manifestantes delante de sus casas, a veces durante semanas. Los hackers relacionados con el estado chino han atacado a los uigures y a otros, incluso haciéndose pasar por funcionarios de la ONU, como informó el mes pasado MIT Technology Review.
"El trolling y el doxxing de los activistas por parte del estado [están] diseñados con el fin de intimidarlos para que dejen el activismo por completo", afirma el director de China Research en Miburo Solutions y coautor de un reciente informe conjunto sobre la desinformación china en Taiwán, Nick Monaco. "Podría decirse que lo que más intenta es interrumpir la organización de los activistas de antemano, al infundir [...] un miedo permanente", añade.
Estas actividades todavía afectan principalmente a la diáspora china, según la candidata a doctorado en el MIT Katharin Tai, que se centra en la política y las normas de internet del Estado chino. Pero, a medida que las empresas chinas se expanden más en el extranjero y las empresas occidentales presentes en China se ven obligadas cada vez más a "resolver esto de forma abierta", el resto del mundo está empezando a ver los efectos secundarios de la censura con mayor regularidad.
Otro ejemplo: la semana pasada, la web de Nathan Law fue bloqueada por Wix, una empresa de alojamiento israelí, a petición de la policía de Hong Kong, por violar la ley de seguridad nacional. Fue reactivada, con una disculpa, tres días más tarde. "Ya no existe tal cosa como 'solo dentro de China', a menos que se restrinja el acceso a la plataforma desde el extranjero", opina Tai.
A veces, las personas se encuentran con estas restricciones sin siquiera darse cuenta: a principios de junio, jugadores de todo el mundo del popular juego online Genshin Impact comenzaron a preguntarse en Twitter por qué ya no podían cambiar sus nombres de usuario.
Algunas personas con vínculos en China especularon que eso era para evitar que los usuarios hicieran declaraciones sobre Tiananmén con sus nombres de usuario —una táctica común— y que la función volvería después del aniversario de las protestas.
Algunos de los comentaristas se quejaron de estar atrapados con unos nombres vergonzosos, pero otros lo usaron como una oportunidad para educar a los demás jugadores. "Para quienes viven en China, la censura y la persecución política son cosas muy reales que están sucediendo", escribió un usuario chinoestadounidense. "Es una experiencia en directo. No se 'vuelve a una normalidad'".