DAVINCI + y VERITAS, que se lanzarán casi a la vez entre 2028 y 2030, intentarán responder a cómo y por qué nuestro vecino acabó convertido en el infierno que es hoy. El interés renovado de la agencia por el planeta podría estar impulsado por las sospechas de que alberga vida
La última vez que la NASA lanzó una misión a Venus fue en 1989. El orbitador Magellan pasó cuatro años estudiando el planeta antes de que se le permitiera estrellarse contra su superficie. Pero en los casi 30 años que han pasado desde entonces, la NASA le ha dado la espalda a Venus.
Eso está a punto de cambiar con una acción doble. El administrador de la NASA, Bill Nelson, ha anunciado que la agencia ha seleccionado dos nuevas misiones para explorar Venus: DAVINCI + y VERITAS. El científico planetario Paul Byrne de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EE. UU.) lo describe como "pasar de una sequía a un banquete".
La verdad es que resulta un poco complicado entender por qué la NASA no ha sido más optimista acerca de regresar a Venus durante tanto tiempo. Es cierto que el planeta siempre ha sido difícil de explorar debido a su hostil entorno. La superficie cuenta con temperaturas de hasta 471 °C (suficiente para derretir el plomo) y presiones ambientales 89 veces superiores a las de la Tierra. La atmósfera tiene 96 % de dióxido de carbono. Y este planeta está cubierto de espesas nubes de ácido sulfúrico. Cuando la Unión Soviética aterrizó en 1982 la sonda Venera, duró 127 minutos antes de destruirse.
No obstante, sabemos que las condiciones allí no siempre fueron tan duras. Se sabe que Venus y la Tierra comenzaron siendo mundos parecidos con masas similares, y ambos en la zona habitable del Sol (la región donde es posible que exista agua líquida en la superficie de un planeta). Pero solo la Tierra se volvió habitable, mientras que Venus se convirtió en un infierno. Los científicos quieren saber por qué. Estas nuevas misiones, según Byrne, "nos ayudarán a responder la pregunta básica de por qué nuestro planeta hermano no es nuestro gemelo".
El año pasado, otro gran acontecimiento animó a la NASA a tomarse la exploración de Venus más en serio: la posibilidad de encontrar vida. En septiembre de 2020, los científicos sugirieron que en la atmósfera de Venus había gas fosfano, una de cuyas vías de producción es la actividad biológica. El hallazgo fue objeto de un enorme análisis en los meses siguientes, y actualmente no está del todo claro si es correcto. Pero toda esa ilusión fomentó el debate sobre la posibilidad de encontrar vida extraterrestre en Venus. Esta nueva y tentadora posibilidad puso al planeta al frente del pensamiento público (y probablemente de los legisladores que aprueban el presupuesto de la NASA).
La selección de ambas misiones "es una declaración muy clara a la comunidad de que la NASA se dedica a Venus para afirmar: 'Os vemos, sabemos que os hemos dejado desatendidos y vamos a corregirlo", opina el astrónomo de la Universidad de California, Riverside (EE. UU.) Stephen Kane, ya añade:"Es un momento increíble".
DAVINCI + es la abreviatura de Deep Atmosphere Venus Investigation of Noble gases, Chemistry and Imaging Plus. Es una nave espacial que se sumergirá en la atmósfera densa y caliente de Venus y se lanzará en paracaídas a la superficie. En su descenso de 63 minutos, utilizará varios espectrómetros para estudiar la química y la composición de la atmósfera. También tomará imágenes del paisaje de Venus para comprender mejor su corteza y el terreno (y si tiene éxito, sería la primera sonda en fotografiar este planeta durante el descenso).
VERITAS, abreviatura de Venus Emissivity, Radio Science, InSAR, Topography and Spectroscopy, es un orbitador diseñado para llevar a cabo otras investigaciones desde una distancia más segura. Utilizaría la espectroscopía de radar y de infrarrojo cercano para mirar por debajo de las densas nubes del planeta y observar la geología y la topografía de su superficie.
Las dos misiones tienen un enfoque distinto: DAVINCI consiste en estudiar la historia y la evolución de la atmósfera, del clima y del agua en Venus, mientras que VERITAS debería ayudar a los científicos a aprender sobre las entrañas del planeta: su historia volcánica y tectónica, su masa y el campo gravitacional, su geoquímica y hasta qué punto el planeta sigue siendo sísmicamente activo.
El hecho de que ambas misiones viajen a Venus aproximadamente al mismo tiempo, entre 2028 y 2030, significa que pueden complementarse entre sí. Kane señala, por ejemplo, que la habitabilidad del planeta depende de una serie de factores, como la tectónica de placas y la subducción (el proceso que recicla el carbono de la atmósfera al interior del planeta), y su química atmosférica. Si bien VERITAS podría proporcionar observaciones sin precedentes de la superficie y decirnos si el reciclaje de carbono ocurre ahí, DAVINCI + analizará directamente la química atmosférica. Las dos misiones juntas son "absolutamente perfectas" para proporcionar una idea clara de cómo estos procesos influyen en la posible habitabilidad de Venus (o en la falta de ella), considera Kane.
Aun así, estas misiones son solo un preludio de lo que Byrne espera que sea un programa de exploración más amplio dedicado a estudiar Venus de la misma manera que estudiamos Marte, a través de múltiples misiones que pueden explorar su superficie, atmósfera y órbita al mismo tiempo. "Una misión no es suficiente, ¡dos misiones no son suficientes!" opina Byrne. DAVINCI + y VERITAS podrían ayudar a sentar las bases de un programa de este tipo durante muchas décadas en el futuro. Quizás traer una muestra de Venus, como pronto tendremos de Marte, sea posible a lo largo de nuestras vidas.