Mientras la mayoría de países, sobre todo los más pobres, lucha contra la escasez de dosis, algunas ciudades de Estados Unidos intentan reflotar su economía atrayendo a viajeros con la promesa de inmunizarles durante su estancia. Los expertos lo tildan de aberración ética y piden que el país envíe sus remesas sobrantes a donde más se necesitan
Como muchos turistas de vacunas, Alex no quiere que se sepa su nombre real. Este expatriado británico llegó en un vuelo nocturno desde su casa en Nairobi (Kenia), al Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York (EE. UU.) el viernes 21 de mayo con la intención de quedarse solo unos días; tiempo más que suficiente para recibir una dosis de la vacuna Johnson & Johnson.
Llevaba semanas pensando en cómo vacunarse. Kenia solo ha recibido donaciones suficientes para vacunar aproximadamente al 1 % de su población. Y aunque Alex cumplía los requisitos para vacunarse en Reino Unido, recibirla allí sería muy complicado: al llegar tendría que hacer cuarentena durante 14 días en un hotel designado, registrarse en una clínica local y hacer otra cuarentena de 14 días a su regreso a Kenia. Y probablemente tendría que repetir todo el proceso tres o cuatro meses después para recibir una segunda inyección, ya que la vacuna de una sola dosis de Johnson & Johnson aún no ha sido aprobada en Reino Unido.
Estados Unidos, por otro lado, no tiene requisitos de cuarentena y su suministro de vacunas supera la demanda desde abril. Después de escuchar que una pareja británica de amigos se había vacunado con éxito en Colorado (EE. UU.), y que la ciudad de Nueva York tenía planes de vacunar a los viajeros de destinos turísticos populares, Alex solicitó el visado estadounidense y reservó el vuelo.
Sin embargo, no se siente muy cómodo con su decisión. Los últimos años de política estadounidense han puesto al país en su lista de lugares para visitar, y tampoco tiene mucho sentido tener que viajar para vacunarse. Antes de su viaje me dijo: "Es como una broma, la verdad. ¿De verdad es mejor que mucha gente viaje a Nueva York que simplemente enviar las vacunas desde Nueva York a los lugares donde se necesitan?"
Una oportunidad, solo para algunos
Casi desde el momento en el que la primera vacuna contra la COVID-19 del mundo estuvo disponible, empezaron a aparecer noticias de personas que engañaban el sistema para vacunarse antes de tiempo.
En Reino Unido, hubo quien pagó más de 45.000 euros para volar a los Emiratos Árabes Unidos para unas vacaciones de lujo con vacunas incluidas. En EE. UU., algunas personas atravesaron las fronteras estatales para aprovechar criterios de elegibilidad más permisivos en algunos estados vecinos. Otros simplemente se fueron de barrios más ricos a los más pobres, con códigos de acceso destinados a ayudar a inmunizar a más personas de comunidades marginadas, muy afectadas por la COVID-19. Esto no siempre se llamó turismo de vacunas, pero provocó indignación y bastante envidia.
A medida que las vacunas se han vuelto más disponibles en las naciones ricas, el perfil de los turistas de vacunas también ha empezado a cambiar, al igual que las respuestas gubernamentales. Un pequeño pero creciente número de lugares incluso ven estos viajes como una forma de ayudar a reactivar las economías locales estancadas por la pandemia.
Ese es el caso de la ciudad de Nueva York. A principios de mayo, el alcalde, Bill de Blasio, anunció la propuesta de ofrecer a los visitantes la vacuna J&J en sitios turísticos populares como Central Park y Times Square. En una rueda de prensa dijo: "Vengan aquí; es seguro. Nueva York es un estupendo lugar para visitar y nos ocuparemos de ustedes. Nos aseguraremos de que se vacunen mientras estén aquí con nosotros".
Aunque el plan sigue pendiente de aprobación por Departamento de Salud del estado, el ejemplo de Alex demuestra que el mensaje de De Blasio a los turistas funciona. Y no se trata solo de Nueva York. Actualmente, veinticuatro estados no requieren el permiso de residencia para recibir las vacunas; 25 otros estados la ofrecen tanto a residentes como a trabajadores no residentes.
Muchos se han convertido en destinos para turistas de vacunas extranjeros. Hay noticias de celebridades mexicanas volando a Miami (EE. UU.), de un candidato presidencial peruano vacunado en Texas (EE. UU.) y de canadienses que intentan vacunarse en las farmacias estadounidenses al sur de la frontera. En un momento, el estado de Florida (EE. UU.) se preocupó tanto de que los visitantes extranjeros se aprovecharan de la disponibilidad de las vacunas que comenzó a exigir una prueba de residencia en los lugares de vacunación. (Florida eliminó el requisito de residencia a finales de abril).
Otros estados y territorios han sido más claros a la hora de vincular el turismo de vacunas con sus esfuerzos de recuperación económica. El 1 de junio Alaska (EE. UU.) comenzó a ofrecer vacunas de Moderna y de Pfizer a los visitantes que llegan a los cuatro aeropuertos estatales, y las Islas Vírgenes de EE. UU., aunque no se promocionan explícitamente como un destino turístico de vacunas, también han visto los beneficios.
En abril, el comisario de Turismo Joseph Boschulte dijo a Travel Weekly: "Esto cubre muchas de nuestras necesidades. Nuestra economía se beneficia de los que se quedan varias semanas, comen en nuestros restaurantes, se alojan en los hoteles, alquilan barcos para excursiones y se van de compras mientras esperan la segunda dosis. Las aerolíneas llevan a los pasajeros que regresan por segunda vez y el número de visitantes aumenta. Nuestro transporte aéreo en estos momentos está por encima de las operaciones de vuelos previas a la pandemia y al huracán de 2017".
"Una gran desconexión"
A pesar de las perspectivas positivas de las vacunas en Estados Unidos, su distribución mundial sigue siendo muy desigual. Según una estimación de The Economist Intelligence Unit, 85 países de bajos ingresos no tendrán suficiente acceso a las vacunas para cubrir entre el 60 % y el 70 % de la población hasta 2023. En Estados Unidos, en cambio, Joe Biden ha fijado el plazo arbitrario, pero simbólico, de llegar al 70 % de la población con al menos una dosis recibida para el 4 de julio.
"Una gran desconexión está en aumento, en la cual, en algunos países con las tasas de vacunación más altas, parece haber una actitud de que la pandemia ha terminado, mientras que otros están experimentando enormes olas de contagio", afirmó el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en una sesión informativa a mediados de mayo.
Y la brecha de vacunas está creciendo. COVAX, la iniciativa internacional para distribuir dosis de manera equitativa, había asegurado que los fabricantes y los países donantes más ricos se habían comprometido a entregar 2.000 millones de dosis a los países de bajos ingresos en 2021. Pero la situación sobre el terreno está muy por detrás de esos compromisos: a finales de mayo, COVAX ha distribuido solo 65 millones de dosis, mucho menos incluso que su objetivo previsto para mayo de 170 millones, y Unicef predice que la iniciativa tendrá un déficit de 190 millones de dosis a finales de junio. Esto se debe principalmente a los retrasos en la producción y distribución en la India, uno de los centros mundiales de producción de vacunas que se encuentra en medio de una devastadora segunda ola de la COVID-19 que ha dejado al menos 23 millones de infectados y 250.000 muertos.
Unos días después de la rueda de prensa de Tedros, en respuesta a la creciente presión internacional, la administración de Biden prometió a COVAX 20 millones de dosis de su reserva de vacunas de Pfizer-BioNTech, Moderna y Johnson & Johnson. Esto marcó un gran cambio en la política: fue la primera vez que EE. UU. donaba dosis que podían haberse utilizado a nivel nacional. (La administración también se ha comprometido a donar a COVAX 60 millones de dosis de AstraZeneca, pero aún no lo ha hecho).
El profesor de derecho y director del Centro Petrie-Flom de Políticas de Derecho de la Salud, Biotecnología y Bioética de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard (EE. UU.), Glenn Cohen, cree que la promesa de 20 millones de dosis es "un buen primer paso" para un país que no puede encontrar gente suficiente para agotar su suministro de vacunas suficientemente rápido.
Pero, añade que eso no elimina la turbidez ética de que las ciudades estadounidenses y los estados ofrezcan, o planeen ofrecer, vacunas a los visitantes como política oficial. Cohen ha escrito un libro sobre el turismo médico y recuerda que las vacunas van primero a "los más necesitados", no a "las personas que pueden viajar, que tienen visados, que estám sanas".
Por decirlo de otra manera: es como si "alguien nos prestara su coche para llevar a nuestra madre al hospital, y luego tomáramos ese coche y en vez de devolvérselo a esa persona, o llevar a otras personas al hospital, lo usáramos como un Uber".
Dilemas éticos
El decano de la Facultad de Ciencias de la Salud del New York Medical College, Robert Amler, opina que animar a los viajeros a volar a Estados Unidos desde lugares con bajas tasas de vacunación y niveles posiblemente más altos de contagio podría ser perjudicial para la salud pública.
Amler, que fue director médico de los CDC, advierte: "Cualquier riesgo de 'importar' infecciones por COVID-19 dependerá del volumen de viajeros entrantes y del porcentaje que llegue con COVID-19. Tampoco podemos predecir con certeza la capacidad de la ciudad para gestionar los casos si se vuelven excesivos".
Para combatir este peligro, algunas personas que viajan para vacunarse están tomando sus propias precauciones para evitar convertirse involuntariamente en portadores del virus o causar otros tipos de daño.
"Michael" (otro seudónimo) y su esposa volaron a mediados de mayo desde Quito (Ecuador), a Nueva Orleans (EE. UU.) para un viaje de cinco días, durante el cual recibió la vacuna J&J y su esposa, la primera dosis de Pfizer. La familia de Michael en Canadá aún no ha conocido a los gemelos de la pareja, que nacieron en enero de 2020. Al ir a Luisiana (EE. UU.) para vacunarse, creen que han acelerado entre seis a nueve meses su estado de vacunación y su reunión familiar.
Aun así, la pareja quería asegurarse de que no recibían las vacunas que podían haber sido para otras personas. Michael recuerda: "Nuestro primer pensamiento fue viajar a un estado donde la oferta superaba la demanda". También tomaron precauciones adicionales antes y durante su viaje. Ambos habían contraído la COVID-19 a principio de la pandemia y se sometieron a pruebas de anticuerpos antes de volar. Luego limitaron su exposición.
"La verdadera pregunta es qué están haciendo los estados con sus recursos y qué países continúan usando las vacunas para su propio beneficio. A nivel mundial, está realmente mal", Nicole Hassoun, Universidad de Binghamton.
Al tomar esa iniciativa, es posible que hayan atenuado el probable impacto negativo de su viaje, pero resalta otro problema del turismo de vacunas como política, y de gran parte de la respuesta mundial a la COVID-19 en general. Las difíciles decisiones éticas que podrían haber sido, o, según algunos, deberían haber sido cuestiones políticas, se están trasladando a los individuos.
"La ciudad es la que ofrece el servicio", subraya la filósofa de la Universidad de California en Los Ángeles (EE. UU.) Pamela Hieronymi. Por eso, si alguien tiene un problema con los turistas de vacunas en, por ejemplo, Nueva York, "parece que debe presentar su queja a la ciudad, no a la persona que utiliza la opción que se le ofreció".
La profesora de filosofía en la Universidad de Binghamton (EE. UU.) y directora del Proyecto de Impacto en la Salud Global, Nicole Hassoun, también sostiene que, si bien los turistas de vacunas pueden lidiar con su elección, el verdadero problema ético no se da a nivel individual. Y advierte: "La verdadera pregunta es qué están haciendo los estados con sus recursos y qué países continúan usando las vacunas para su propio beneficio. A nivel mundial, está realmente mal".
La licenciada del Duke Global Health Institute Yadurshini Raveendran señala que también puede haber efectos secundarios, como empeorar la desigualdad local, ya que las personas más ricas en los países de bajos ingresos, que viajan internacionalmente (y, por lo tanto, tienen más probabilidades de aprovechar el turismo de vacunas) ya tienen un mejor acceso a la atención médica que las personas más pobres de esos países. Israel tiene las tasas de vacunación más altas del mundo, recuerda Raveendran, pero Palestina ha administrado una dosis a solo el 5 % de su población.
Michael, que dirige una empresa de marketing en Quito, quiere que sus empleados tengan las mismas opciones que él, y explica: "He estado pensando en dar a mis empleados una bonificación a mitad de año para que viajen a Estados Unidos y se vacunen si así lo desean". Sin embargo, para los que aún no tienen documentos de viaje de EE. UU., esperar una cita para el visado puede llevar más tiempo que esperar una vacuna.
Amler cree que todo esto tiene una gran influencia en la salud pública, ya que viajar en busca de la vacuna "puede ser eficaz para las personas que se quieren vacunar". No obstante, matiza: "Sin embargo, el enfoque mucho más eficiente es enviar las vacunas a otros países, donde un mayor número de personas podría vacunarse y sin las molestias, los gastos y el impacto desigual de los viajes internacionales a nivel personal".
"Barra libre de vacunas"
El sábado, Alex se dirigió al Javits Center, un reluciente centro de conferencias de de Manhattan (EE. UU.), convertido primero en un hospital de campaña para la COVID-19 y luego en un sitio de vacunación masiva. Cuando se le presentó la opción de elegir entre la vacuna de Johnson & Johnson y la de Pfizer, siguió con su plan de una única dosis de J&J, aunque consideró brevemente si complementar una de las inyecciones en Javits con otra dosis de Pfizer más tarde, en Reino Unido. "Una barra libre de vacunas", bromeó.
Antes de subir a su vuelo de vuelta confesó: "Fue la experiencia de atención médica más impresionante que he tenido". Fue eficaz (lo vacunaron en menos de cinco minutos) y ofrecía la sensación de un verdadero compromiso de servir a las personas de manera equitativa. Y añadió: "Algo tan sofisticado... que funciona tan bien, con cortesía, no con la crudeza o el desprecio que a veces se puede notar... los servicios públicos gratuitos. Es increíble verlo".
Con su objetivo cumplido, pasó el resto de su fin de semana paseando por la ciudad y disfrutando de su famosa gastronomía al aire libre. Evitó los bares y otros locales, "a pesar de lo divertido que parecían", recuerda, y añade: "Quizás vuelva cuando la vacuna haga su efecto".
Y a pesar de que estaba molesto con Estados Unidos antes de sus vacaciones de vacunación, ahora está pensando en regresar. Y concluye: "La vacunación me ha demostrado que Estados Unidos tiene un lado que se preocupa por la salud pública básica. Además, al movilizar sus recursos, es asombroso lo que realmente es capaz de lograr".