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Espacio

La Estación Espacial China: el arma clave de la Guerra Fría 2.0

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El gigante asiático acaba de lanzar Tianhe-1, el primer módulo de su nueva estación espacial orbital que estará operativa en 2022. Más allá de sus funciones científicas, es una demostración de prestigio e influencia internacional que ayudará al país a estrechar lazos con otras naciones y destronar a EE. UU. como líder espacial

  • por Neel V. Patel | traducido por Ana Milutinovic
  • 07 Mayo, 2021

Mientras el Comando Espacial de Estados Unidos rastrea los descontrolados restos de un vehículo transportador espacial chino que podrían caer en la Tierra en los próximos días, el gigante asiático tiene las miras puestas en su siguiente hito espacial.

A las 11:23 horas del pasado jueves 29 de abril, China lanzó Tianhe-1, el primer módulo de su nueva estación espacial orbital, que debería estar operativa a finales de 2022. El lanzamiento, que se realizó sin problemas, supone el inicio de los próximos dos años muy ajetreados para China, que quiere aprovechar los éxitos de la última década para culminar uno de sus proyectos espaciales más ambiciosos hasta la fecha.

Aunque el proyecto fue concebido y aprobado a principios de 1992, su consolidación final coincide con el momento en el que el futuro de los humanos en la órbita terrestre baja está en juego. La Estación Espacial Internacional (EEI o ISS, por sus siglas en inglés) se acerca a sus últimos años. Es posible que Rusia abandone la EEI antes de tiempo para construir su propia estación espacial independiente. Y otras empresas como Axiom Space y Sierra Nevada Corporation siguen enérgicamente con sus planes para las estaciones comerciales como posibles sucesores.

"Una estación espacial es una estación espacial", subraya la experta en política espacial y geopolítica y coautora de Scramble for the Skies, Namrata Goswami. Es una clara demostración de que China es tecnológicamente capaz de enviar a personas al espacio durante largos períodos de tiempo. "Los beneficios geopolíticos de realizar experimentos y acoger a los astronautas extranjeros son los mismos que con la EEI, pero ahora China sería el actor principal", añade. 

El módulo Tianhe-1 es el núcleo de lo que se supone que sería la estación espacial de tres partes. Por fuera, no se puede comparar con la EEI, que tiene ya 22 años. La Estación Espacial Internacional es un gigante del tamaño de un campo de fútbol que pesa alrededor de 420 toneladas métricas, mientras que la Estación Espacial China (EEC) tiene forma de T, sería mucho más pequeña y tendría entre 80 y 100 toneladas, más cerca del tamaño y la masa de la antigua estación MIR de Rusia. El módulo Tianhe-1 pesa solo 22 toneladas y tiene 16,6 metros de largo. Y después de las 12 misiones programadas para este año y para el próximo con el fin de juntarlo todo, la estación completa mediría aproximadamente la mitad que la EEI. 

Eso no representa ningún problema para China. En una entrevista a Scientific American, el científico jefe del programa de Exploración Humana de China, Gu Yidong, afirmó: "No teníamos la intención de competir con la EEI en cuanto la escala".  

Y eso no significa que la estación no cuente con algunas capacidades espaciales útiles. Tianhe será la vivienda principal para los astronautas a bordo, y los dos segmentos siguientes, Wentian y Mengtian, albergarán una serie de experimentos científicos que aprovecharán la microgravedad de la estación. Se podrá investigar dinámica de fluidos y cambios de fase, por ejemplo, o el crecimiento y la evolución de distintos organismos. 

Dentro de la estación habrá 14 estantes para experimentos del tamaño de una nevera y otros 50 puntos de acoplamiento para experimentos que se podrán organizar en el exterior para exponer los materiales al vacío del espacio. China ya ha contactado a sus socios internacionales para solicitar experimentos. Sus cinco puertos de acoplamiento y la gran cantidad de brazos robóticos garantizarán visitas seguras desde otras naves espaciales y crearán la posibilidad de expandir la estación en sí. 

Quizás lo más interesante es que la estación tendrá un papel importante para ayudar a China a desplegar y operar su nuevo telescopio espacial, Xuntian, que competirá con el envejecido Telescopio Espacial Hubble de la NASA, con un campo de visión 300 veces mayor y una resolución similar. Realizará observaciones en el espectro de luz ultravioleta y visible y llevará a cabo investigaciones sobre materia oscura y energía oscura, cosmología, evolución galáctica y detección de objetos cercanos. Programado para ser lanzado en 2024, Xuntian podrá acoplarse a la EEC para facilitar las reparaciones y el mantenimiento.

Además, la estación puede servir de plataforma para probar tecnologías críticas para mantener presencia a largo plazo en la Luna y Marte algún día, como los sistemas de vivienda y soporte vital, energía solar y protección contra la radiación y los impactos de micrometeoritos.

Todo suena genial, pero, como señala el profesor de la Universidad de Cornell (EE. UU.) Lincoln Hines, el verdadero objetivo de la estación parece ser el prestigio: posicionar a China como parte de un club exclusivo de potencias espaciales que operan un puesto avanzado permanente en órbita, impulsando el apoyo nacionalista dentro de sus fronteras.

Hines detalla: "No tengo ninguna duda de que hay personas en la comunidad científica china que están realmente entusiasmadas con lo que podrían hacer a través de la EEC. Pero el hecho de que el Gobierno central apoye este gran y ambicioso proyecto es un símbolo muy fuerte que permite a China decir a su población: 'Somos tecnológicamente poderosos y podemos competir con Estados Unidos'".

El proyecto también ayuda a China a competir con Estados Unidos en "poder blando". EE. UU. es el principal financiador de la EEI, que es un bien público extraordinariamente costoso que beneficia al resto del mundo al permitir la ejecución de interesantes experimentos científicos y tecnológicos, pero se puede decir que el mayor impacto de la estación proviene de su condición de modelo para la cooperación internacional. 

Podemos esperar que la EEC proporcione el mismo tipo de beneficio diplomático para China al ayudar a fortalecer sus lazos con otras naciones, especialmente en un momento en el que China se enfrenta a un escrutinio bastante feroz por los abusos de derechos humanos contra los uigures, los disidentes políticos y los activistas del movimiento democrático de Hong Kong. 

"El esfuerzo de China es nuevo y vibrante", sostiene Goswami, mientras que el futuro de la EEI es turbio. "Así se muestra al mundo que China está disputando abiertamente contra Estados Unidos el liderazgo espacial en todos los ámbitos, y que es un socio hábil", añade.

En caso de que estos posibles beneficios no se concreten nunca, probablemente no supondrá un gran cambio para China. A diferencia de los funcionarios públicos estadounidenses, el Partido Comunista de China no tiene que justificar sus gastos ante sus ciudadanos. 

Hines concluye: "Desde mi punto de vista, el objetivo número uno del Gobierno chino es su propia supervivencia. Y estos proyectos están muy alineados con esos intereses domésticos, incluso si no tienen mucho sentido en los aspectos geopolíticos más amplios o si no ofrecen tantas contribuciones científicas".

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