Aunque existen desde hace años, el mundo del arte está siendo sacudido por la irrupción de los tokens no fungibles. Algunos los ven como nueva vía de financiación con la que ya se están lucrando, a otros les preocupa su impacto ambiental, que funcionen como estafa piramidal y que aumenten la desigualdad
La artista conceptual e ilustradora Anna Podedworna oyó hablar de los NFT por primer hace aproximadamente un mes, cuando un compañero le envió un mensaje por Instagram intentando convencerla para que los probara. A priori, la idea no le gustó para nada, le pareció una estafa piramidal, pero creía que su amigo tenía buenas intenciones: los NFT, o tokens no fungibles, son básicamente una forma de vender y comprar cualquier cosa digital, incluido el arte, mediante criptomonedas. Como artista, tendría sentido que Podedworna tuviera interés en ellos. Y recuerda: "Simplemente me lo explicó de la manera más desafortunada posible",.
La mayor parte de sus ingresos provienen de empresas de videojuegos que la contratan por proyectos, pero ella también crea su propio arte. Así que, a pesar de su primera reacción a los NFT, empezó a investigar si podrían proporcionarle algún ingreso adicional.
Podedworna todavía sigue indecisa, pero la semana pasada alguien intentó tomar esa decisión por ella. El mercado de los NFT Marble Cards, que vende URL a prácticamente cualquier lugar en la web como si fueran tarjetas comerciales digitales, de repente comenzó a mostrar listados de enlaces de sus trabajos. Este tipo de NFT no necesariamente tratan de vender el arte, pero las publicaciones presentaban de una manera destacada su trabajo y su nombre, dando la impresión de que la artista los había autorizado. Podedworna tuiteó al respecto y, con bastante rapidez, esos listados fueron eliminados.
So of course it happened to me too. Someone is trying to sell my art as NFTs. Unfortunately for them, those works were done for @dota2 , @PlayGwent and @CyberpunkGame
So I'll be simply forwarding those to Valve's and CDPR's legal. You have fun with that @marble_cards pic.twitter.com/iK7DMom8sY— akreon (@_akreon_) March 15, 2021
Los NFT se han convertido en un tema ineludible para cualquiera que se gane la vida como creador online, lo que ha provocado una urgencia por comprender este concepto tan profundamente relacionado con la jerga de las criptomonedas y la tecnología blockchain. Algunos prometen que los NFT son parte de una revolución digital que democratizará la fama y dará a los creadores el control sobre su propio destino. Otros señalan el impacto ambiental de las criptomonedas y se preocupan por las expectativas poco realistas creadas, por ejemplo, con la noticia de que el artista digital Beeple había vendido un JPG de sus obras recopiladas por 69 millones de dólares (58,5 millones de euros) en una subasta de Christie's.
Sin embargo, al igual que se ha puesto de moda redefinir lo que se considera arte digital "valioso", eso también está recreando algunos de los mismos problemas que han preocupado a los artistas durante siglos: la publicidad confusa, los caprichos de los coleccionistas ricos y los robos. Los artistas digitales ya luchan contra los estafadores que roban sus obras de arte y las venden como productos en tiendas de camisetas producidas por los propios usuarios, por ejemplo. Los NFT son simplemente una cosa más que los artistas deberían investigar.
Los recién llegados deben desentrañar los acertijos prácticos, logísticos y éticos si quieren entrar en la batalla antes de que pase la actual ola de interés. Y mientras que algunos artistas convierten sus creaciones digitales en ofertas rentables para un nuevo público de compradores respetuosos y entusiastas, hay una pregunta persistente: ¿la moda de los NFT beneficia a los artistas digitales o hace que los artistas ayuden a que a los ricos poseedores de criptomonedas se enriquezcan aún más?
"Esa sensación... es maravillosa"
La fotógrafa y creadora de animación de Los Ángeles (EE. UU.) Ellie Pritts descubrió los NFT hace varios meses, después de hablar con Foundation, el mercado de los NFT al que se entra solo por invitación. Otro artista la reclutó para trabajar en la impresión digital de ese sitio web, pero luego habló con el fundador de Foundation, Kayvon Tehranian, quien le habló de sus ventas de NFT.
Pritts recuerda: "Pensé: no entiendo esto. Pero parece realmente interesante. Y no había mucha información, pero ya estaba intrigada. En realidad, él fue la persona que me enseñó todo al respecto". Los tokens no fungibles son datos únicos que forman parte de una cadena de bloques, comprados y vendidos con la moneda que admite la cadena de bloques o blockchain. Los más populares son prácticamente todos compatibles con Ethereum.
Si no ha oído hablar de Ethereum, probablemente le suene Bitcoin. Es la misma idea, pero con una cadena de bloques diferente. Y aunque Bitcoin se basa principalmente en el intercambio de dinero, Ethereum es mejor para intercambiar activos. En teoría, cualquier blockchain admite NFT, pero este fue diseñado para ellos. Los NFT se venden en cualquiera de los diversos mercados online, donde los usuarios pueden "acuñar" o crear uno para cualquier operación digital.
Tener un NFT no significa apropiarse de una obra de arte en sí, sino básicamente supone comprar los metadatos que dan derecho de presumir de ello o, más a menudo, la oportunidad de vender ese NFT más tarde por aún más dinero.
"Las personas que compraron mis obras habían investigado mucho. Decidieron invertir en mí porque habían analizado mi trabajo y pensaban que era prometedor".
Es mucho para asimilar y todo suena un poco raro. Pritts tenía dudas hasta que acuñó y vendió su primer NFT en febrero. Era un vídeo corto que había hecho para ella misma, sin esperar que nadie pagara por él, pero se vendió por unos 850 euros. La animación requiere mucho tiempo y cuesta bastante crearla e, históricamente, ha sido difícil venderla online por un precio justo. Quizás los NFT permitan hacer precisamente eso, pensó Pritts. Pero, se sintió bien solo por el hecho de venderlo. Admite: "Esa sensación de que algo que hice tiene valor solo porque a mí me gusta es maravillosa. Las personas que compraron mis obras habían investigado mucho. No eran conocidos. Decidieron invertir en mí porque habían analizado mi trabajo y pensaban que era prometedor".
La fundadora de la plataforma para creadores Islands dedicada a las fuentes de ingresos, Tiffany Zhong, asegura que los compradores no necesariamente apoyan a los artistas únicamente para "sacar dinero". En cambio, cree que los NFT podrían convertirse en una vía diferente para que los creadores construyan una base de fans . Comprar los primeros trabajos de un artista viene con una sensación de propiedad, parecido a ver un grupo famoso en su primer concierto. "Los primeros en apoyar a un creador, apuestan por él", afirma.
Pritts se siente parte de una comunidad: está trabajando en media docena de colaboraciones con otros artistas que también acuñan NFT, gente que nunca habría conocido antes de unirse hace un mes. Afirma que ha duplicado sus ingresos mensuales, al menos en teoría. Todo el dinero está en Ether, no en dólares, y Pritts aún no lo ha cobrado.
"Hay mucho trabajo previo"
Uno de los retos para comprender los NFT es la barrera de la terminología; todos los términos que explican cómo funcionan solo les resultan verdaderamente familiares a las personas que ya usan las criptomonedas. Como resultado, gran parte de la información sobre los NFT proviene de sus mayores evangelistas: de los mercados que los venden, de las personas que invierten en ellos y de los artistas que los crean. Para todos los demás, es algo muy confuso.
No obstante, en medio del repentino interés en esta nueva vía para su trabajo, muchos artistas se han convertido en guías para otros. La artista y conocida defensora de las criptomonedas Pinguino Kolb ha recibido muchísimas preguntas durante el último mes de parte de otros artistas sobre los NFT. Kolb confirma: "Me llegan muchas preguntas sobre por qué la gente está tan entusiasmada con esto, incluso de algunos de mis amigos programadores que conocen el criptoespacio. No entienden por qué la gente los compra".
Su respuesta, básicamente, es que resulta divertido: "Creo que rompió gran parte de la monotonía de la pandemia. Ya que no vamos a eventos ni a ningún lado. No vamos a las exposiciones de arte. De repente, en el último mes, todo mi muro de Twitter estaba lleno de obras de arte, y eso no pasaba antes".
A mediados de marzo, Kolb organizó un seminario por Zoom en el que explicó todo a los artistas que nunca habían comprado criptomonedas y espera que esa información ayude a las personas a decidir si para ellos tiene sentido involucrarse, porque no lo tendrá para todos.
Kolb detalla: "Decir a un artista, que ya tiene bastante trabajo, que deje todo lo que está haciendo y se suba a este tren porque si no, va a salir perdiendo no creo que sea algo que se deba hacer. No se puede solo crear un NFT, publicarlo y esperar a que alguien lo compre automáticamente . Hay que promoverlo. Hay mucho trabajo previo. Además, a menudo hay que involucrarse más con esa comunidad. Todo eso lleva tiempo. Y si ese no es su público principal, probablemente no tenga sentido hacerlo".
"Directamente se volvió moralmente indefendible"
La artista conceptual canadiense Kimberly Parker oyó hablar sobre los NFT hace un par de años, cuando un artista al que sigue comenzó a vender así su trabajo. Y recuerda: "Miré a algunos de los mejores artistas y me sorprendió la cantidad de dinero que ganaban con estas ventas, ya que la mayoría eran solo imágenes en 2D, JPG, el tipo de trabajo que muchos de mis compañeros y yo vendíamos por unos centavos en comparación, si es que conseguimos venderlo".
Le resultaba aún más confuso que el arte vendido variaba bastante en calidad: los memes malos se vendían igual de bien que las preciosas animaciones que requerían mucho tiempo, y a veces los compraba el mismo inversor. Las personas compran NFT por muchas razones, pero una es que creen que pueden venderlos por más dinero en el futuro. Sin embargo, no fue esto lo que la apartó a Parker de los NFT sino que, después de su investigación, lo que realmente le molestó fue su impacto ambiental.
Hay un par de formas diferentes en las que las cadenas de bloques pueden crecer. Ethereum, igual que Bitcoin, utiliza el método de "prueba de trabajo", en el que los ordenadores tienen que resolver problemas matemáticos complejos para añadir algo a la cadena de bloques. Eso requiere mucha potencia de procesamiento, que es poco frecuente y costosa, y es una parte de lo que da valor a las criptomonedas. Y es también por eso que acuñar un NFT cuesta dinero por adelantado, algo que se denomina "tarifa de gas".
Esa potencia de procesamiento requiere electricidad, cuya producción que genera emisiones. A medida que Ethereum crece, también sube su nivel de contaminación. Según el rastreador de consumo de energía del sitio web Digiconomist, Bitcoin tiene una huella de carbono comparable a la de Suiza, mientras que la de Ethereum es comparable a la de Tanzania.
Parker recuerda: "Para alguien como yo, que soy una privilegiada capaz de mantenerme, eso directamente se volvió moralmente indefendible". Anna Podedworna también conoce el impacto ambiental de los NFT: es parte de la razón por la que duda sobre si empezar a acuñarlos. Pero tiene otros motivos para considerarlos seriamente.
Podedworna vive en Polonia y le preocupa su Gobierno cada vez más derechista y nacionalista de su país. Afirma: "Tener ingresos alternativos basados en criptomonedas suena cada vez mejor. Quiero decir, veo a dónde van las cosas en mi país y tengo que ocuparme de mi familia".
Ethereum prometió hace mucho tiempo que se cambiaría a un sistema más eficiente en energía denominado "prueba de participación", pero mientras tanto, algunos creadores están comprando compensaciones de carbono para los NFT que acuñan. La fotógrafa y animadora Ellie Pritts, argumenta que es injusto señalar a los artistas por participar en algo que produce contaminación, teniendo en cuenta tantas otras actividades habituales que también la generan.
El profesor de derecho de propiedad intelectual en la Universidad de Sussex (Reino Unido) y especialista en las criptomonedas y los derechos de autor Andrés Guadamuz, advierte que incluso los planes de Ethereum para reducir su huella de carbono pueden agravar la desigualdad que ya existe entre los ricos primeros inversores en la moneda y todos los demás.
La prueba de participación elimina la necesidad del enorme poder de procesamiento al sustituir el proceso de minería por otro que básicamente vincula la energía de la minería a la participación financiera en la criptomoneda. "Se basa en la desigualdad que ya existe en el sistema. Así que, las personas que toman todas las decisiones son las que ya son muy ricas en el sistema", explica Guadamuz.
"Una gran apuesta"
Aunque parezca que los NFT de repente están en todas partes, la ola de interés por ellos comenzó hace varios años. Cryptokitties, el juego de blockchain basado en Ethereum en el que la gente compraba e intercambiaba unos gatos digitales, se lanzó en 2017 y se volvió tan popular que su tráfico ralentizó las transacciones en toda la red.
Pero Cryptokitties no generó tanto interés que los NFT en la actualidad. Guadamuz argumenta que los NFT han evolucionado junto a la moda cada vez mayor sobre las criptomonedas en general: la economía de la atención dentro de la economía de la atención.
"No importa cuánto dinero invierta alguien en este momento, hay personas que empezaron hace 10 años que nunca nadie podrá igualar".
Y ahora los NFT están de moda porque Ethereum está de moda porque Bitcoin está de moda debido... ¿a la pandemia? ¿A las bajas tasas de interés? ¿A los tuits de Elon Musk? Independientemente de la causa, es importante ver la conexión entre esas cosas, asegura Guadamuz.
Si bien los artistas se benefician de las ventas de NFT, Guadamuz sostiene que los representantes de Ethereum se benefician aún más. "No importa cuánto dinero invierta alguien en este momento, hay personas que empezaron hace 10 años que nunca nadie podrá igualar", subraya. Todas las personas que entran al sistema ahora solo obtienen una parte de la gran cantidad de criptomonedas que esas personas han acumulado a lo largo del tiempo.
A Parker le preocupa el modelo de negocio de estos mercados y las promesas que hacen a los artistas. Cualquiera que publique una lista de su trabajo generalmente tiene que pagar una tarifa para poder hacerlo, que puede llegar a ser alrededor de 100 dólares (85 euros). Y afirma: "Para los artistas pequeños, es una gran apuesta. A los artistas se les está vendiendo este sueño de riqueza y más control, pero solo los están utilizando para impulsar el valor especulativo y el prestigio de la criptomoneda".
Pritts confiesa que está frustrada por todas las críticas que están recibiendo los artistas de los NFT, especialmente porque, para ella, el trabajo ha sido satisfactorio tanto económica como artísticamente. Afirma: "Parece que cada dos semanas hay algo nuevo que se saca como una razón para no apreciar lo que estamos haciendo. El medio ambiente ha sido sin duda el tema más importante. Pero desde hace poco, lo último es que todo esto es un esquema Ponzi o piramidal", con lo que Pritts no está nada de acuerdo.
La artista señala: "La forma en la que lo veo yo es básicamente como una nueva versión de algo viejo". Los críticos que se refieren a la moda de los NFT como si fueran un esquema piramidal recurren al hecho de que "solo las personas en la cima lo consiguen", añade. Pero, concluye: "Eso es lo que significa ser artista. Siempre ha sido así. Lamentablemente, no todos podemos lograr el éxito".