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David Dee Delgado/Getty Images

Tecnología y Sociedad

Las desigualdades de la pandemia: el caso de los trabajadores de uñas

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Mientras que la mayoría de empleados de oficina pudieron seguir realizando su trabajo en remoto, sectores como los salones de manicura cerraron de la noche a la mañana. Sin ingresos y partiendo de situaciones ya vulnerables, muchos se vieron obligados a seguir trabajando sin protección y a riesgo de enfermar para salir adelante

  • por Mia Sato | traducido por Ana Milutinovic
  • 09 Abril, 2021

Incluso cuando la pandemia de coronavirus (COVID-19) forzó el cierre de los salones de manicura de Nueva York (EE. UU.), la técnica de uñas durante más de una década Araceli siguió trabajando mediante visitas a domicilio. Era la primavera de 2020: las vacunas aún no habían sido aprobadas, pero ella necesitaba el dinero, aunque sabía que sin seguro médico no podría pagar las facturas del hospital si enfermaba.

En un correo electrónico afirma: "Salía a trabajar con mucho miedo, pero al mismo tiempo pensaba que sin ingresos, no sabía qué sería de mí y de mis hijos".

A sus 33 años, Araceli forma parte de un sector compuesto mayoritariamente por mujeres inmigrantes latinas y asiáticas. Incluso antes de la pandemia, los empleados de los salones de manicura de la ciudad estadounidense sufrían duras condiciones en sus trabajos. Pasaban muchas horas inhalando sustancias químicas peligrosas y, a menudo, se enfrentaban al completo robo de salarios

Pero la COVID-19 colocó a los trabajadores como Araceli en una posición aún más precaria. Los empleados de los salones, que en su mayoría son personas de color de clase trabajadora, han sufrido unas tasas alarmantes de contagio: el 29 % de los trabajadores de manicura de Nueva York afirman que dieron positivo en la prueba de la COVID-19, casi el triple de la tasa de la ciudad en su conjunto. (Un 9 % adicional dijo que sospechaba que tenía el virus, pero no pudo hacerse la prueba para confirmarlo). En resumen, se han enfrentado a enormes barreras para mantenerse sanos y solventes, y sus circunstancias ilustran las enormes grietas en la respuesta de EE. UU. a la pandemia.

Cabezas de turco

En California (EE. UU.), se culpó a los trabajadores de los salones de belleza, a menudo vietnamitas o vietnamitas-estadounidenses, del aumento en el número de casos del estado la primavera pasada. Los temores de una reacción racista llegaron a un punto crítico cuando el gobernador, Gavin Newsom, afirmó que la industria de los salones de belleza era la fuente del brote de la COVID-19 del estado, aunque los activistas aseguran que la oficina del gobernador retiró esas afirmaciones en reuniones privadas. Mientras tanto, los salones de belleza han luchado por sobrevivir a una montaña rusa de cierres y reaperturas.

Todas esas tensiones se están acumulando. El coordinador del programa de California Healthy Nail Salon Collaborative, Tony Nguyen, resalta que los casos de alquiler atrasado no dejan de aumentar y que hay menos trabajo. A las mujeres mayores, en especial, les preocupa que no las llamen para volver al trabajo. A otros, el no tener la opción de negarse, a pesar de sentirse inseguros por no estar vacunados.

"[Hay] personas que vuelven a trabajar porque se endeudaron muchísimo", admite la jefa de campañas y comunicaciones de la organización sin ánimo de lucro Adhikaar, Prarthana Gurung, que trabaja con el personal de los salones de manicura de habla nepalí en Nueva York, y añade: "Suelen decir: 'Tengo que volver al trabajo, no tengo otra opción. Debo alimentar a mis hijos'".

La seguridad no es sólo una preocupación teórica. "Están ahí durante ocho o diez horas, trabajando. Y a algunos de los clientes no les gusta llevar mascarilla", explica Nguyen. Destaca que estas dolorosas decisiones también afectan a los propietarios, que pueden verse obligados a cerrar sus locales. "No ven futuro", añade.

Barreras para acceder a las ayudas

Cuando se cerraron los salones de manicura, la mayoría de los trabajadores perdieron incluso la opción de arriesgarse a enfermarse por ganar dinero. "Inmediatamente con el inicio del confinamiento, la industria al completo alcanzó un 100 % de desempleo", resalta Gurung. 

Algunos trabajadores podían solicitar la ayuda por COVID-19 del Gobierno, pero primero tenían que acceder a un sitio web y registrarse. Ese tipo de procesos eran "casi imposibles" para algunas técnicas de uñas de Nueva York, según Gurung, debido a su limitada alfabetización y habilidades digitales, o porque hablan idiomas menos comunes en EE. UU. Adhikaar atiende a trabajadores procedentes de Nepal, Tíbet, India y otros lugares. 

"Había una brecha realmente grande en cuanto la información, y la gente no obtenía los recursos a tiempo o no era consciente de las ayudas que podían obtener", recuerda Gurung.

La precaria situación de los inmigrantes ha dificultado aún más el acceso al apoyo financiero. Muchos trabajadores de los salones de manicura de Nueva York carecen de papeles, lo que significa que no cumplen con los requisitos para los cheques de estímulo, para el seguro por el desempleo ni otras ayudas. La Asociación de los Trabajadores de Salones de Manicura de Nueva York, parte del sindicato Workers United, encuestó a más de 1.000 miembros, la mayoría de ellos de origen latino, y encontró que más del 81 % afirmaron que habían sido excluidos de las ayudas del Gobierno durante la pandemia. 

No esenciales

Los técnicos de los salones de manicura, junto con otros trabajadores de la industria de los cuidados personales, como los de las peluquerías y de los salones de belleza, han pasado meses trabajando con directamente personas, obligados a tener la cara a solo unos centímetros de sus clientes.

Sin embargo, no se les dio prioridad para vacunarse en Nueva York, a diferencia de los trabajadores de supermercado, los repartidores o incluso los empleados de ONG que ayudan a brindar servicios a los trabajadores de los salones de belleza. Muchos entran ahora en el proceso de la vacunación ya que las citas están abiertas a más grupos de edad.

Pero incluso con una mayor posibilidad de vacunarse, el acceso a las dosis sigue siendo un desafío para los trabajadores de los salones de manicura debido a las barreras del idioma, los obstáculos técnicos y demás.

"En la cultura nepalí, hablamos de abrir el tercer ojo. Hay un nivel de concienciación que realmente ocurrió en los últimos nueve meses a un año". Prarthana Gurung, jefa de campañas y comunicaciones de Adhikaar

En un correo electrónico, el director de Organización de la Junta Conjunta de Workers United NY / NJ, Luis Gómez, que encargó el estudio sobre el contagio de los trabajadores de los salones de belleza, afirma: "Vacunar a nuestras comunidades requerirá mucho esfuerzo, organización y educación. Necesitamos más sitios de vacunación locales en las comunidades más afectadas, el alcance directo en los idiomas nativos de las personas, apoyo en el proceso de designación de vacunas y educación significativa para combatir la desinformación sobre las vacunas".

A pesar de las promesas de una amplia disponibilidad, las vacunas han sido notoriamente difíciles de conseguir para muchos, especialmente para la gente de color de la clase trabajadora. Aunque la proporción de personas blancas, negras y latinas que quieren vacunarse es similar, las disparidades en las tasas de vacunación persisten.

Esa brecha se debería cerrar urgentemente para prevenir los casos más graves y las muertes. Araceli, miembro de la Asociación de Trabajadores de Salón de Belleza, es madre soltera de dos niños que dependen de sus ingresos. Vacunarse significaría tener un poco más de seguridad y control sobre si su trabajo podría poner en peligro su vida. Ella opina: "Como trabajadores, merecemos ser considerados 'esenciales' porque trabajamos como cualquier otra persona".

Cómo avanzan los trabajadores

Para abordar estos problemas, los legisladores de Nueva York están trabajando en los detalles del Fondo para los Trabajadores Excluidos, un ambicioso plan que proporcionaría ayudas por desempleo a quienes no podían solicitarlas antes. Algunos trabajadores están actualmente en huelga de hambre, pidiendo a los legisladores estatales que destinen 3.500 millones de dólares (2.948 millones de euros) al fondo. Y los activistas creen que los trabajadores del sector de las uñas podrían estar mejor protegidos más allá de la pandemia a través de leyes como la NY Hero Act y la Nail Salon Accountability Act.

Pero, mientras tanto, las ayudas disponibles provienen en gran medida de las propias comunidades de los trabajadores de los salones y de la organización de base. Además de coordinar las donaciones de alimentos, Adhikaar recaudó fondos para pagos únicos de 500 dólares (420 euros) para los trabajadores y sus familias

Gurung señala que, aunque su comunidad ha sufrido pérdidas incalculables, la pandemia también ha llevado a los trabajadores a la acción. Aprendieron a utilizar líneas directas para acceder a los recursos. El cambio a la videoconferencia implicó una curva de aprendizaje, pero ahora les permite participar de forma remota en las reuniones de presión con los representantes electos para poder pedir mejores condiciones laborales. 

Algunos trabajadores están actualmente en huelga de hambre, pidiendo a los legisladores estatales que destinen 3.500 millones de dólares al fondo.

Gurung afirma: "En la cultura nepalí, hablamos de abrir el tercer ojo. Hay un nivel de concienciación que realmente ocurrió en los últimos nueve meses y doce meses.  [La ayuda para nuestras comunidades] es algo que tenemos que organizar y exigir".

Para los trabajadores de los salones de manicura, la ayuda es urgente: muchos siguen trabajando sin estar vacunados y las consecuencias de la pandemia (deudas, problemas de salud, disminución de las perspectivas laborales) podrían persistir bastante tiempo después de las reciban y puedan quitarse las mascarillas. 

Gomez admite que se sorprendió cuando vio que los resultados del estudio de su organización mostraban las tasas tan altas de contagio entre los trabajadores de los salones de manicura, y concluye: "Las personas que ya eran muy vulnerables tuvieron que pasar por la experiencia de afrontar cuánto más vulnerables podían ser".

*Este reportaje forma parte del Proyecto de Tecnología Pandémica, elaborado con el apoyo de la Fundación Rockefeller.

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