Aunque varias cualidades propias del país, como sus valores y su pequeño tamaño, aumentan las posibilidades de éxito de la iniciativa, tendrá que enfrentarse a duras cuestiones técnicas, éticas y de diplomacia para que su sistema digital de vacunados e inmunizados contra el coronavirus vea la luz
Cuando el ministro de Finanzas en funciones de Dinamarca, Morten Bødskov, anunció que el país estaba a punto de lanzar el "pasaporte corona" digital, la noticia se difundió rápidamente por todo el mundo. A muchos les interesa la promesa de una app que permita a las personas demostrar que están vacunadas contra el coronavirus (COVID-19) o que se han vuelto inmunes por otra vía manera. De repente, la propuesta puso al alcance de la mano los viajes internacionales, las comidas en restaurantes, las visitas al cines e incluso los grandes festivales de música.
Bødskov se mostró optimista sobre las previsiones de dicho sistema: "Estamos dando los primeros pasos [para que] en tres o cuatro meses, el pasaporte corona digital esté listo para su uso en cosas como los viajes de negocios".
La iniciativa parecía estar en consonancia con el enfoque relativamente enérgico de Dinamarca frente a la pandemia. En marzo de 2020, fue uno de los primeros países de Europa en establecer el confinamiento para intentar contener el virus, y en noviembre rápidamente ordenó el sacrificio de visones de cría cuando una nueva variante detectada en los animales se relacionó con 12 casos en humanos. No obstante, la verdad es que el anuncio del "pasaporte corona" fue más una declaración de intenciones que un verdadero lanzamiento.
Puede que el Gobierno danés se haya marcado unos plazos intensivos, pero casi no ha publicado detalles sobre sus planes. No ha especificado qué información contendrá el pasaporte, ni siquiera ha emitido todavía un concurso de ofertas. Y según los expertos, cuando lo haga, tendrá que lidiar con los mismos espinosos problemas éticos y de salud que han obstaculizado esfuerzos similares de certificados en todo el mundo.
Listo en una semana
El pasaporte corona está pensado para acelerar la vuelta a la normalidad, pero aún se está debatiendo cómo será. La subdirectora de la Confederación de la Industria Danesa, Henriette Søltoft, que se ha asociado con el Gobierno para desarrollar el proyecto, detalla: "Nuestra sugerencia es que funcione digitalmente, como una app. Y que se vaya actualizando automáticamente. Si alguien obtiene un nuevo resultado de prueba, aparecerá ahí".
Tecnológicamente, crear un pasaporte de este tipo no es muy complicado. Los teléfonos ya llevan información sobre salud, y las empresas han estado trabajando durante meses para desarrollar el software necesario y presionando para que se utilice.
El líder del sector público danés de IBM Global Business Services, Martin Petersen Lennards, asegura que la herramienta de su empresa está prácticamente lista para ponerse en marcha. Y afirma: "Combinará datos sobre las pruebas y sobre la vacunación, según las reglas del Gobierno local. Los ciudadanos simplemente descargarían la app y darían su consentimiento para que se compartan sus datos. Luego, cuando tengan que entrar en un avión o quieran ir a un concierto o a un restaurante, se generaría un código QR para que la empresa lo escanee. Desde fuera, es bastante simple".
Pero por dentro resulta un poco más complicado. Como el enfoque implica un intercambio de datos confidenciales, tanto la privacidad como el fraude crean grandes preocupaciones. IBM utiliza blockchain para gestionar esto; otros proveedores, como The Commons Project, proponen diferentes soluciones.
En general, el objetivo de Dinamarca se parece mucho a otros sistemas que se han sugerido, pero que aún no se han lanzado. Sin embargo, dado el tamaño pequeño del país y su alto grado de centralización, por no hablar de sus valores culturales específicos, está mejor posicionado para llevarlo a cabo que la mayoría del mundo.
Lennards afirma que IBM podría tener su pasaporte piloto listo para ponerse en marcha en una semana y que fácilmente podría implementar el proyecto a nivel nacional en unos meses, en gran parte gracias a la combinación de la información sanitaria centralizada del país y de un único sistema de autenticación de identidad online, denominado NEM-ID, que los ciudadanos ya utilizan para sus gestiones bancarias, fiscales y de comunicación con el Gobierno.
No obstante, acordar exactamente cómo implementar el pasaporte promete ser más difícil. Para reactivar completamente la economía, los líderes empresariales como Søltoft están presionando para que el sistema incluya más información que el estado de vacunación, es decir, para tratar los resultados negativos de la prueba de la COVID-19 o el contagio previo igual que la inmunización. "La gente tiene que entender que el pasaporte corona no es solo para el certificado de vacunación. También debe incluir los resultados negativos de las pruebas y si existe inmunidad porque el portador ha tenido el virus y se ha recuperado", sostiene.
Preocupaciones tecnológicas, no de salud
Pero las consecuencias para la salud pública de tal planteamiento preocupan a algunos científicos. El virólogo de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) Allan Randrup Thomsen cree que el pasaporte es una buena idea en general, pero le preocupa tratar un test negativo como equivalente a una vacuna, así como otros aspectos del plan. Y afirma: "Hasta ahora, [la iniciativa] se ha centrado principalmente en la tecnología, y no en las limitaciones sanitarias. Pero, como virólogo, sé que faltan cosas".
"Sé que las empresas tienen un gran interés creado... pero sigue siendo un tema muy serio, especialmente en la situación actual, en la que estamos intentando que todos se vacunen".
Incluso con un alto grado de eficacia, las vacunas dejan a una parte importante de los inoculados vulnerables a la infección. "El pasaporte ayudaría a reabrir un lugar de tamaño mediano como un teatro, pero es mucho más arriesgado con un festival de música. Puede que la vacuna tenga 90 % de efectividad, pero si hay 100.000 personas allí, todavía quedan 5.000 personas que no estarán protegidas, aunque tengan el pasaporte", destaca el virólogo.
También le preocupan las nuevas variantes del virus, como la cepa sudafricana y la brasileña, que están demostrando ser resistentes a algunas vacunas; no todas las vacunas son iguales y la COVID-19 está en constante evolución. Randrup Thomsen añade: "En algunos casos, la vacuna debería combinarse con una prueba negativa. Y en caso de tener que viajar a países con determinadas variantes, tampoco descartaría el aislamiento. Sé que las empresas tienen un gran interés en que eso no suceda, y que algunos dirán que se trata de una minoría de casos. Pero sigue siendo un tema muy serio, especialmente en la situación actual, en la que estamos intentando vacunar a todos".
E incluso si el pasaporte corona se implementa, Dinamarca no puede actuar sola. Si se quiere recuperar la normalidad en los viajes internacionales, otros países tendrán que aceptar su sistema y tal vez lanzar sus propios certificados. La semana pasada, Grecia e Israel firmaron un acuerdo que permite a los ciudadanos vacunados viajar entre ambos dos países; tanto Suecia como Reino Unido han anunciado programas de certificación para permitir que sus ciudadanos viajen durante el verano, y la Unión Europea ha anunciado que espera generar un conjunto uniforme de estándares para la certificación entre los estados miembros. Pero Francia y Alemania se han opuesto hasta ahora a los pasaportes por motivos de privacidad, y en algunos sitios, como Estados Unidos, dichos planes podrían verse frustrados por la falta de la información sanitaria centralizada.
Siendo un país pequeño con un alto grado de alfabetización digital, Dinamarca no se enfrenta a todos esos desafíos. Pero, como señala Søltoft, algunos valores menos tangibles del sector industrial danés también juegan a su favor. Por un lado, afirma: "Las personas tienen un alto nivel de confianza entre sí. Confiamos en nuestras autoridades y en los demás". También ayuda que, cuando se trata de problemas globales como el cambio climático y la igualdad de género, Dinamarca se ha acostumbrado a ponerse al frente. Søltoft concluye: "Estamos muy abiertos al resto del mundo. Así que, si podemos abrir el camino, nos gustaría hacerlo".