Las mayores críticas recaen en la decisión del expresidente de dejar la responsabilidad de administrar las vacunas a los estados, y en los sistemas tecnológicos complejos y obsoletos. Biden tiene mucho trabajo para cumplir su objetivo de administrar 100 millones de dosis sus primeros 100 días de gobierno
Tras un par de semanas en el cargo, la administración del nuevo presidente de EE. UU., Joe Biden, ya está sometida a una inmensa presión pública para arreglar el caos de la vacunación en el país.
El programa Operation Warp Speed inyectó enormes sumas de dinero para el desarrollo de vacunas, pero dejó la mayor parte de la planificación (y el coste) de administrarlas a los estados, que ahora tienen que hacer frente a las consecuencias. La dependencia de los departamentos de salud con infrafinaciación crónica ha dejado expuesto al desgastado ecosistema digital, en el que la introducción manual de datos, aunque no es escalable, suele ser la forma más rápida de resolver las cosas en tan malas condiciones.
El problema se agrava por el hecho de que los líderes locales se han quejado repetidamente de que los suministros de las vacunas son inconsistentes. La falta de coordinación y comunicación desde arriba hacia abajo ha provocado miles de cancelaciones de citas e que innumerables dosis de vacunas acaben en la basura.
La estrategia pandémica de Biden, lanzada recientemente, se organiza en torno a un objetivo central: supervisar la administración de 100 millones de vacunas en 100 días. Pero, para lograrlo Biden primero tendrá que corregir los problemas existentes.
Algunos críticos consideran que su plan es demasiado ambicioso y otros, que se queda corto. Lo que sí parece seguro es que supondrá una lucha complicada. Pero antes de llegar a las soluciones, debemos comprender cómo funciona el sistema en estos momentos y qué aspectos hay que eliminar, sustituir o mantener.
Del fabricante al paciente
A nivel federal, existen dos sistemas centrales entre las fábricas de vacunas y las clínicas que las administran: Tiberius, el sistema de planificación de asignación de vacunas del Departamento de Salud y Seguridad Social de EE. UU. (HHS, por sus siglas en inglés), y VTrckS, el portal de pedidos de vacunas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC, por sus siglas en inglés).
Tiberius recibe los datos de docenas de fuentes no coincidentes y los convierte en información útil para ayudar a las agencias estatales y federales a planificar la distribución. VTrckS es el organismo al que los estados piden las vacunas y su distribución.
Tecnológicamente, ambos sistemas están muy lejos uno del otro. Mientras que Palantir construyó Tiberius el verano pasado con la última tecnología disponible, VTrckS es un sistema heredado que ha pasado por múltiples proveedores durante sus 10 años de existencia. Ambos están muy conectados mediante las personas que descargan archivos de uno y los suben al otro.
Docenas de otros sistemas privados, locales, estatales y federales están involucrados en la asignación, distribución, seguimiento y administración de las vacunas. Explicamos el proceso paso a paso.
Primer paso: los fabricantes producen la vacuna
El HHS recibe las actualizaciones periódicas sobre la producción de Pfizer y Moderna. Los fabricantes comunican las cantidades estimadas con antelación para ayudar al HHS a planificar antes de confirmar las cifras reales de producción, que se canalizan a Tiberius.
Ambas vacunas se fabrican con ARN mensajero, una biotecnología que nunca antes se había producido a escala, y deben mantenerse extremadamente frías hasta justo antes de que se introduzcan en una aguja: las de Moderna se tienen que guardar a entre -25 °C y -15 °C, mientras que las de Pfizer requieren temperaturas aún más bajas, de entre -80 °C a -60 °C. En otoño, quedó claro que los fabricantes habían sobrestimado la rapidez a la que podían distribuir las dosis, según el jefe de Planificación, Operaciones y Análisis de Operation Warp Speed y antiguo profesor del MIT, Deacon Maddox.
"La fabricación es muy difícil de predecir, especialmente para un producto biológico incipiente. Se puede intentar y, por supuesto, todo el mundo quiere que se intente, porque todos quieren conocer exactamente cuánto van a recibir. Pero es imposible", admite el responsable.
Este fenómeno fue el responsable de algunos de los primeros problemas en el lanzamiento. Mientras Operation Warp Speed enseñaba a los estados cómo usar el sistema Tiberius, esas estimaciones infladas se introdujeron en una especie de "arenero" del software para que los estados pudieran modelar diferentes estrategias de distribución con fines de planificación. Cuando esos números no resultaron reales, se generó la confusión e ira.
Maddox detalla: "A finales de diciembre, la gente se quejaba: 'Nos dijeron que íbamos a recibir esta cantidad y luego la redujeron'. Todo eso se debió a que pusimos números teóricos en los datos prácticos y la gente asumió que eso era lo que iban a obtener. Los números de asignación suscitan pasiones. La gente se lo toma muy en serio".
Segundo paso: el Gobierno federal asigna las vacunas
Cada semana, los funcionarios del HHS analizan las estimaciones de producción y de existencias y deciden el "gran número": cuántas dosis de cada vacuna se distribuirán en total a los estados y territorios. Últimamente, se han mantenido en aproximadamente 4,3 millones de dosis por semana, lo que han descubierto que "permite mantener los mínimos en la fabricación y ahorrar durante los máximos", explica Maddox.
Asignación nacional de vacunas en EE. UU.
Gráfico: Los números reflejan las vacunas disponibles para distribución nacional entre mediados de diciembre y finales de enero. En azul, las dos dosis de Pfizer; en amarillo, las de Moderna.
Ese número llega a Tiberius, que reparte las vacunas en función de los datos del censo. Tanto el HHS como los reportajes de los medios a veces han descrito este paso mediante el uso de un algoritmo en Tiberius. Esto no se debe confundir con ningún tipo de inteligencia artificial. Se trata de simple matemática basada en la política de asignación, asegura Maddox.
Hasta ahora, la norma ha sido distribuir las vacunas según la población adulta (18+) de cada jurisdicción. Maddox dice que la lógica en Tiberius se podría actualizar fácilmente si Biden decide hacerlo sobre otra base, como la población de personas mayores (65+).
Cuando los analistas de Operation Warp Speed confirman las cifras oficiales de asignación, Tiberius las envía a las jurisdicciones mediante su versión del software. Luego, un técnico del HHS descarga los mismos números en un archivo y los envía al CDC, donde otro profesional los introduce manualmente para establecer límites de pedidos en VTrckS. (VTrckS podría verse como una tienda online: cuando los departamentos de salud van a pedir sus vacunas, solo pueden añadir un cierto número a su carrito).
El caso de la distribución de vacunas en Minnesota (EE. UU.)
Gráfico: La primera fila muestra las dosis asignadas; la segunda las enviadas, y la tercera, las administradas.
Pero, ni siquiera eso la ciencia de este paso es exacta. Poco antes de la inauguración, en una llamada telefónica con el gobernador de Connecticut (EE. UU.), Ned Lamont, el secretario saliente del HHS, Alex Azar, prometió enviar al estado 50.000 dosis adicionales como recompensa por haber administrado las vacunas de manera eficiente. Las dosis llegaron la semana siguiente.
Ese acuerdo era un ejemplo de "la naturaleza bastante laxa del proceso de distribución de las vacunas desde el nivel federal", nos escribió en un correo electrónico el secretario de prensa de Lamont, Max Reiss.
Tercer paso: estados y territorios distribuyen las vacunas a nivel local
Los funcionarios estatales y territoriales comprueban cuántas vacunas se les ha asignado a través de su propia versión de Tiberius, donde pueden modelar diferentes estrategias de distribución.
Tiberius permite a los funcionarios colocar esos datos en un mapa de su jurisdicción para planificar mejor, incluidos los del censo sobre dónde hay más personas mayores y los trabajadores sanitarios; la llamada lista de vulnerabilidad social de los CDC de diferentes códigos postales, que estima la preparación para desastres en función de factores como la pobreza y el acceso al transporte; y datos sobre ingresos hospitalarios y otras métricas de casos del sistema de vigilancia COVID de Palantir, HHS Protect. También pueden entrar y ver sus propios datos para comprobar dónde se encuentran las clínicas de vacunación y los congeladores ultra fríos, cuántas dosis han solicitado los diferentes sitios y dónde se han enviado ya las vacunas.
Una vez que los estados deciden cuántas dosis de cada vacuna quieren enviar a cada centro, descargan un archivo con las direcciones y sus correspondientes números de dosis. Lo suben a VTrckS, que lo reenvía a los CDC, que los trasladan a los fabricantes.
A finales de enero, Palantir lanzó una nueva función llamada "intercambio de mercado", que ofrece a los estados la opción de intercambiar las vacunas. Dado que los organismos federales reparten las vacunas de Moderna y Pfizer sin tener en cuenta cuántos congeladores ultra fríos tienen los estados. Algunas localidades rurales pueden necesitar cambiar su asignación de las vacunas de Pfizer por las vacunas de Moderna de otro estado, explica Maddox.
Si pensamos en la utilidad del sistema, vale la pena señalar que muchos departamentos de salud tienen pocos empleados conocedores de la tecnología y capaces de navegar fácilmente por estos sistemas con tantos datos.
"Son raras las personas que conocen la tecnología y la parte sanitaria. Si a eso se le añade la epidemiología a gran escala... es realmente difícil controlarlo todo", admite el investigador de la interoperabilidad del sistema sanitario en Altarum Institute Craig Newman.
Cuarto paso: los fabricantes envían las vacunas
Se podría decir que enviar millones de vacunas a 64 jurisdicciones diferentes a -70 °C es la parte fácil.
Los CDC envían los pedidos de los estados a Pfizer y al socio de distribución de Moderna, McKesson. Pfizer transporta los pedidos por FedEx y UPS directamente a los sitios; las vacunas de Moderna van primero a los centros de McKesson, que luego las entregan a FedEx y UPS para su distribución.
La información de seguimiento se envía a Tiberius para cada envío con el objetivo de que el HHS pueda controlar cómo se desarrollan las entregas.
Quinto paso: farmacias y clínicas locales administran las vacunas
Este es el punto en el que las cosas empiezan a funcionar mal de verdad.
Con su escasísima orientación federal y su bajo presupuesto, las jurisdicciones tienen problemas incluso con los requisitos más básicos de la inmunización masiva, incluida la citación y el seguimiento de quién ha sido vacunado.
Citar a las personas para que acudan a la clínica puede parecer fácil, pero ha sido un desastre en casi todas partes. Muchas clínicas hospitalarias utilizan sus propios sistemas; las clínicas locales y estatales usan diversas opciones públicas y privadas, incluidas Salesforce y Eventbrite.
Los sistemas online se han convertido en un gran obstáculo, especialmente para las personas mayores. Siempre que las jurisdicciones establecen líneas directas para los que no tienen conocimientos de tecnología, sus centros de llamadas acaban saturados de inmediato.
Incluso dentro de los estados, los diferentes centros de vacunación buscan sus propias soluciones. Para registrar quién recibe las vacunas, muchos estados han modernizado los existentes sistemas del seguimiento de la vacunación de los niños. Las agencias que gestionan esos sistemas ya se han esforzado al máximo intentando reconstruir las desordenadas fuentes de datos.
Puede que ni siquiera esté claro quién se encarga de asignar las dosis. Maddox describió algunos incidentes cuando los funcionarios estatales se comunicaron con HHS para señalar que sus límites en VTrckS eran demasiado bajos, solo para darse cuenta de que alguien más dentro de su oficina había transferido sus dosis a un programa federal que distribuye las vacunas a residencias geriátricas, sin haber avisado previamente a otros tomadores de decisiones.
"Operation Warp Speed fue un esfuerzo increíble para llevar la vacuna al mercado rápidamente. Todo eso se hizo estupendamente" y distribuirla a los 50 estados, destaca la directora de Estrategia para la Tecnología de Interés Público del grupo de expertos New America, Hana Schank. Pero, añade, el programa prestó poca atención a cómo esas vacunas llegarían realmente a las personas.
Muchos médicos, frustrados por la organización, coinciden. "¿Cuánto dinero se invirtió en el trabajo científico de crear la vacuna? ¿Cuánto dinero se invierte en su distribución?" pregunta la uróloga pediátrica de Connecticut (EE. UU.) Courtney Rowe, que se ha ofrecido como voluntaria en la clínica de vacunación de su hospital. "No importa que se hayan fabricado si no se pueden distribuir", lamenta.
En teoría, cuando las personas logran recibir la vacuna, se supone que los sanitarios deben registrar la información sobre la cita y enviarla al registro de vacunación de su jurisdicción. Esos registros se introducen en un sistema federal diferente llamado CDC Clearinghouse, que debería volver a identificar los registros y reenviar los datos a otro sistema federal, denominado IZ Data Lake, según Maddox. Este software luego lo sube todo a Tiberius.
Tanto los estados como los organismos federales usan esos números para comprobar que la proporción de vacunas recibidas se están administrando realmente.
Pero hay un par de razones para no confiar en esos datos. Una es que los estados e, incluso, los propios sitios de vacunación tienen reglas muy diversas sobre la notificación de los datos de vacunación al registro de la jurisdicción. Los empleados de las clínicas de varios estados han encontrado tan complejos los nuevos requisitos que han comenzado a escribir todos los registros de vacunación en papel e introducirlos a mano en el ordenador cuando tienen tiempo libre.
"Hay mucho trabajo manual, lo que produce un retraso en los datos. Arreglar eso daría más tiempo libre a las personas y se obtendrían más datos en tiempo real de dónde están las vacunas", aseguró el director de Innovación de Anchorage, Alaska, Brendan Babb, el 25 de enero durante una rueda de prensa organizada por New America.
¿A dónde vamos?
A pesar de que muchas críticas durante el lanzamiento de las vacunas se han dirigido a los sistemas tecnológicos federales, en realidad parece que estos sistemas están funcionando bastante bien. Maddox cree que sin Tiberius, la situación podría ser mucho peor: Tendríamos que recurrir a los métodos muy anticuados. Necesitaríamos mucha más gente y acceso a sistemas para los que tardaríamos algún tiempo en recuperar y no sería un proceso integral".
No obstante, los expertos consideran que el mayor desafío fue la decisión del antiguo presidente, Donald Trump, de dejar responsabilidad de administrar las vacunas a los estados. Esto ejerce una gran presión sobre los gobiernos locales, que a menudo carecen de personal, tienen capacidades técnicas limitadas y deben lidiar con sistemas tecnológicos obsoletos.
Durante la rueda de prensa de New America, varios participantes destacaron que el Gobierno federal debe tomar más iniciativa para proporcionar a los estados mejores opciones tecnológicas, por ejemplo.
La profesora de Gobernanza y Tecnología de la Universidad de Harvard (EE. UU.), Latanya Sweeney, cree que Biden debería formar un equipo federal de tecnología para crear un mejor software de programación de citas y proporcionarlo a los estados como una alternativa de fácil acceso. Esto no solo ayudaría a los estados a ahorrar sus recursos, sino que también ofrecería una mejor experiencia de usuario pedir citas, especialmente para las personas mayores y los angloparlantes no nativos.
"Hay rumores de que el Servicio Digital de Estados Unidos podría encargarse de esto… así que hay esperanza. La coordinación nacional será crucial", señala Schank.
Algunos pasos sí que van en la dirección correcta. El paquete de estímulo de diciembre incluyó casi 7.500 millones de euros para ayudar a las campañas estatales de vacunación. El HHS también anunció recientemente que destinaría 16 millones de euros a la modernización de los registros de inmunización, aunque es la cifra solo es una fracción de los 412 millones de euros que las autoridades estatales de salud pública estiman que necesitarían para actualizar sus anticuados sistemas, a menudo no interoperables. (Muchos sistemas no pueden comunicarse entre sí y suelen depender de los empleados para arreglar los sistemas de registros médicos incompatibles. Algunos todavía aceptan registros por fax).
El plan contra la COVID-19 de Biden supone que la administración trabajará con los CDC y los estados para "reforzar" los sistemas de TI estatales y mejorar la transparencia de los datos para los esfuerzos de vacunación en todos los ámbitos, aunque el presupuesto aún está por publicar.
El más reciente proyecto de ley de estímulo federal asignó cerca de 85.000 millones de euros para ayudar a las campañas de vacunación de las jurisdicciones, y el plan de Biden incluyecasi 290.000 millones de euros adicionales. Y aunque la vacuna siempre ha sido gratuita para las jurisdicciones, el resto de los gastos ha recaído en los estados y en los sitios de vacunación. El plan de Biden sostiene que el Gobierno federal debería pagarlo todo.
Todo esto representa una oportunidad para arreglar una parte fundamental de nuestra red de seguridad, que ha sido ignorada durante décadas, opina Newman. Y afirma: "Es realmente importante que la salud pública tenga recursos estables. Se pueden hacer planes a largo plazo y estar tranquilos - dentro de nueve meses, ¿esto se va a perder del radar de todos? ¿La financiación va a desaparecer?"
Para Schank, la conclusión es que la Operation Warp Speed cumplió su propio objetivo. Ahora que esa parte ha terminado, "alguien tiene que continuar con lo empezado".