La experta en bioética y servicios sanitarios Anita Ho lamenta que la distribución de las primeras dosis se esté concentrando en las naciones más avanzadas y alerta de que dejar de lado a las más vulnerables, donde precisamente se fabrican las vacunas, impactará negativamente en toda la economía mundial
Aunque el lanzamiento de vacunas contra el coronavirus (COVID-19) está plagado de errores, escasez y problemas a nivel mundial, no todos los países se enfrentan a los mismos desafíos. Equilibrar esas desigualdades para asegurarse de que las naciones con menos recursos participan de forma equitativa en la carrera de la vacunación no es solo lo más ético, también es bueno para los países ricos.
Un nuevo estudio de la Oficina Nacional de Investigación Económica de EE. UU. muestra que toda la economía mundial depende de que los países más pobres vacunen a sus habitantes: las economías avanzadas seguirán soportando el 49 % de los costes de la pandemia, incluso si inoculan a sus propias poblaciones al completo.
Con Joe Biden como nuevo líder en la Casa Blanca, se notan algunas señales de que Estados Unidos cumplirá su parte. Su administración de afirma que se unirá al esfuerzo global de vacunación, denominado Covax y liderado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyo objetivo consiste en llevar los primeros lotes de vacunas a los países más pobres en febrero.
Para obtener más información sobre la desigualdad global en cuanto a las vacunas, hemos hablado con la profesora asociada de investigación en bioética y servicios sanitarios de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) y la Universidad de California en San Francisco (EE. UU.) Anita Ho.
¿Cuáles serán las consecuencias de que Estados Unidos se una a Covax? ¿Cree que eso podría convertirse en un punto de inflexión para la desigualdad global en cuanto a las vacunas?
Incluso desde un punto de vista simbólico, es realmente importante que EE. UU. se una a los esfuerzos de la OMS y Covax. También es fundamental por motivos económicos, porque Covax necesita financiación para conseguir los suministros. No solo las vacunas... necesitamos dinero para el personal, para equipos de protección, para vasos, jeringas, agujas, para todo. Por eso, la presencia de Estados Unidos puede proporcionar liderazgo y también más seguridad económica.
Entonces realmente se trata de algo más que las dosis de las vacunas. ¿Cuáles son algunas de las mayores disparidades en la distribución mundial de vacunas en este momento? Parece que los suministros tienen algo que ver.
No se trata solo de la pregunta: ¿Estamos dispuestos a donar las vacunas? Sino también de: ¿Tenemos la infraestructura para almacenar y transportar las vacunas? Las principales vacunas aprobadas en Estados Unidos, por ejemplo, las de Pfizer y Moderna, requieren refrigeración muy alta. Eso ni siquiera es factible en algunas áreas del mundo con un suministro eléctrico limitado.
Uno de los mayores factores de disparidad se produce cuando los países más ricos piden por adelantado las vacunas a los fabricantes. Están comprando la mayor parte del suministro, incluso del posible suministro. Así que, incluso cuando las empresas aumenten el suministro, no podrán llegar a estos países más pobres a menos que Covax pueda comprarlos.
Ha hablado antes sobre las disparidades en las vacunas incluso dentro de los países de altos ingresos. ¿Por qué ocurre eso? ¿A qué deberíamos prestar atención?
Piense en cómo las personas reciben las notificaciones de que es su turno de vacunarse. En EE. UU., por ejemplo, los que las reciben tienen teléfonos inteligentes, direcciones de correo electrónico y un proveedor de atención primaria. Los sin papeles, los sin techo, probablemente no tengan acceso a esa información y ni siquiera lo sabrían.
Las vacunas de Pfizer, Moderna y AstraZeneca requieren dos dosis con un tiempo variable entre ambas. Esto significa que necesitamos realizar un seguimiento cuidadoso de las personas dos veces: para administrarles su primera dosis y luego para que vuelvan en el momento adecuado para recibir su segunda dosis. Para las personas que viven en áreas remotas o lugares que no tienen un acceso apropiado a las farmacias, a menudo en los barrios más pobres, les resulta difícil trasladarse dos veces. Y en cuanto las personas sin hogar o sin teléfonos móviles, es un gran problema comunicarse con ellas dos veces en un período de tiempo determinado. Por eso, una forma de promover la equidad en la vacunación es tener vacunas de reserva que solo necesitarían una dosis para estas poblaciones. Johnson & Johnson está desarrollando actualmente una vacuna de una sola dosis.
También puede haber otra disparidad. Hay muchas personas que, incluso si se les ofrece la vacuna, no la quieren. Y eso se debe, en parte, a la desconfianza. Existe un nivel mucho más alto de desconfianza entre los latinos y los afroamericanos, en parte debido al maltrato histórico.
¿Cree que la desconfianza afecta las disparidades mundiales de vacunación de manera más global?
Cuando pensamos en la desconfianza a escala global, es posible que en parte se deba a los precios de la industria farmacéutica y a cómo se crean sus patentes. Algunos países podrían estar pensando: "Estas empresas de EE. UU. o Europa realmente intentan vendernos sus costosas vacunas. Pero, en realidad, no podemos pagarlas para toda nuestra población porque están patentadas y no se nos permite hacer una versión genérica". Pueden estar pensando: "Estas empresas solo quieren aprovecharse de nosotros". Y desde luego que ha habido ejemplos de países de bajos ingresos que han sido explotados por la industria farmacéutica.
"La asignación desigual de vacunas definitivamente interrumpirá la cadena de suministro para todos, incluidas las naciones más ricas que dependen de mano de obra barata".
En Indonesia, por ejemplo, sucedió con el virus H5N1. Siempre que hay un brote, si el país es miembro de la OMS, envía las muestras a un laboratorio de la OMS y ahí tratan de averiguar algo más sobre ese virus o enfermedad en particular. A partir del material genético enviado desde Indonesia, los científicos desarrollaron terapias para el H5N1 y trataron de venderlas de nuevo a Indonesia. Entonces Indonesia pensó: "A ver, eran nuestras muestras. ¿No debería haber una colaboración? Las utilizan para vendernos medicamentos de vuelta a nosotros".
¿Tiene Estados Unidos la obligación moral de enviar a personas a otros países para ayudar con las vacunas?
Uno de los problemas consiste en que no podemos formar a suficientes personas en los lugares locales. Para Covax u otros tipos de colaboración internacional, no se trata tanto de enviar a personas sino de ayudarlas a construir su propia infraestructura. Incluso recursos económicos para formación u otro tipo de formas de fortalecer sus propios recursos humanos. Porque podemos imaginar que nos vamos ahí y luego regresamos, y ese país no ha mejorado en su infraestructura.
¿Cómo afectaría a los países de ingresos más altos si otros países de ingresos más bajos no reciben sus vacunas hasta más adelante? Algunas investigaciones recientes demuestran, por ejemplo, que, si los países pobres no reciben vacunas afectaría la economía de todos.
Si bien aún es probable que, a nivel humano, las personas de los países más vulnerables sufran más, la asignación desigual de vacunas definitivamente interrumpirá la cadena de suministro para todos, incluidos, quizás incluso especialmente, los países más ricos que han llegado a depender de la mano de obra barata. Si las naciones proveedoras tienen muchas personas enfermas, o deben confinar el país, no habrá trabajadores para procesar o transportar las materias primas ni para fabricar o entregar los productos. Las personas de estos países tampoco pueden viajar ni gastar dinero, lo que también puede afectar y mucho a las cadenas hoteleras internacionales, a las aerolíneas y a la hostelería.
Esto también se podría aplicar en un país de ingresos altos. Si los trabajadores indocumentados, los empleados agrícolas, las personas sin hogar y otras con empleos de bajos salarios no se vacunan, no pueden trabajar para mantener en marcha la cadena de suministro. Entonces los restaurantes, las industrias del entretenimiento, etc. sufrirían. Si no pueden pagar el alquiler o la hipoteca ni tampoco ahorrar, eso también afecta al resto de la economía.