A pesar de que los gobiernos han tenido meses para coordinar y garantizar la correcta administración de las vacunas contra el coronavirus, los hospitales y las ciudades se han visto abandonadas a su suerte y muchos particulares han sido víctimas de distintos timos
Decir que las primeras semanas de la vacunación contra la COVID-19 han sido turbulentas es quedarse corto, al menos en EE. UU., donde distintos estados han tenido problemas con la logística poco desarrollada que ha causado problemas en la entrega de las vacunas y ha provocado que la administración sea más lenta de lo prometido. Mientras tanto, la debacle del Centro Médico de la Universidad de Stanford (EE. UU.), donde un sistema para clasificar a los posibles receptores de vacunas ignoró a los médicos de primera línea, fue un ejemplo de que el sistema también se puede sobre-diseñar.
A muchas personas les resulta desconcertante que esté sucediendo algo así, dados todos los meses que hubo para organizar la distribución. El Gobierno de EE. UU. en una rueda de prensa en octubre explicó el papel de los militares en lo que afirmó que sería entre las mejores organizaciones de la vacunación del mundo.
En aquel momento, el director adjunto de personal encargado de políticas del Departamento de Salud y Servicios Sociales de EE. UU., Paul Mango, afirmó: "Contamos con los mejores operadores logísticos del mundo en el Departamento de Defensa, que trabajan en conjunto con los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU) para organizar... todos los detalles logísticos posibles". Aunque el ejército no participaría en la administración de las vacunas, señaló que coordinaría un sistema integral de vigilancia para garantizar que cada dosis de vacuna se administrara con precisión y a tiempo.
No obstante, esa cadena de suministro ha sido atacada. Por ejemplo, un farmacéutico de Wisconsin (EE. UU.) logró sabotear 500 vacunas, aparentemente impulsado por su creencia en teorías de conspiración apocalípticas. No fue exactamente el tipo de ataque sobre el que advirtió la Interpol cuando instó a los países a prestar atención a las amenazas al suministro de vacunas por parte del crimen organizado, pero sí demuestra que había debilidades en el sistema, y que podrían ser consecuencia de malas decisiones en la cima.
Las soluciones temporales causan problemas
Cada vez está más claro que muchos hospitales, farmacias y otras instalaciones que recibieron las remesas de vacunas dependen de sí mismos. Están obligados a supervisar la logística por su cuenta, organizar citas con los pacientes y controlar los seguimientos. Bajo tanta presión, han empezado a tomar decisiones con prisas o sin suficientes datos, o a recurrir a servicios que no se habían hecho para los propósitos tan críticos.
Comenzaron a aparecer informes sobre cómo se estaban utilizando diferentes sitios web gratuitos, como SignUpGenius, para las reservas de vacunación en Oklahoma (EE. UU.). El sociólogo de la Universidad de Princeton (EE. UU.) Shamus Khan contó cómo actualizaba la página web Eventbrite de servicios de eventos online con frustración para conseguir una cita para sus padres. Algunos departamentos de salud habían decidido utilizar ese sistema porque era "la forma más rápida, más fácil y más eficiente" de satisfacer necesidades tan urgentes.
Pero, más tarde, se reveló que algunas personas que pensaban que habían pagado para asegurarse un hueco a través de Eventbrite habían sido engañadas. Grupos de estafadores habían creado páginas de listados falsos para engañar a las personas a pagar por conseguir unas citas que no existían. Los números de teléfono de los departamentos de salud estuvieron saturados todos los días y los sitios web tuvieron problemas con la demanda, lo que agravó el problema aún más.
El uso de sitios web de terceros crea la oportunidad perfecta para un ataque a la cadena de suministro de baja tecnología. Normalmente, cuando pensamos en cadenas de suministro y delitos informáticos, nos vienen a la mente el software malicioso, contraseñas robadas o phishing. Pero, en este caso no era un hackeo. Lo que ocurrió en Florida fue una manipulación de los medios en forma de suplantación de identidad: los estafadores solo tenían que usar el sitio web tal como fue diseñado para huir con el dinero de personas mayores desesperadas.
La regla de la desinformación
Estos casos resultan alarmantes por varias razones. Las páginas falsas que se esconden detrás de dominios sospechosos para vender productos falsificados se han vuelto comunes durante la pandemia. También el uso de las redes sociales para llevar a cabo una guerra de información de bajo nivel en la que se alega que la pandemia es una conspiración.
Pero, si hay una regla de otro en la desinformación, es la siguiente: todo lo que esté disponible será explotado.
Los estafadores se beneficiarán de la crisis y de la confusión, especialmente si la operación resulta fácil y los riesgos mínimos. Cuando el Departamento de Defensa y los CDC descartaron las entregas de última milla para las vacunas, se creó una oportunidad para atacar a la cadena de suministro. Los hospitales con recursos limitados e infraestructura básica no están preparados para una pandemia, ni se les ha informado sobre los riesgos de seguridad que plantean los sitios web de terceros que generan ingresos recogiendo los datos relacionados con los registros.
No se debe dejar que las ciudades se ocupen de esta cuestión ad hoc. Los manipuladores de medios seguirán usando sus tácticas hasta que dejen de ser rentables, y las autoridades federales deberían responder a ese desafío y brindar acceso a la tecnología logística de la que se jactaron con tanto orgullo en las ruedas de prensa. El Gobierno entrante promete administrar 100 millones de vacunas durante sus primeros 100 días, pero para llevarlo a cabo, tendrá que abordar la desinformación junto con todos los demás problemas.
Debemos tratar estas vacunas como medicamentos que salvan vidas y garantizar que esta preciosa carga esté protegida al igual que nuestro software: de un extremo a otro, o desde cada dosis hasta el brazo.