Han pasado varios meses desde que aparecieron las primeras aplicaciones para automatizar la notificación de exposición ante casos de coronavirus. ¿Cómo funcionan? ¿Respetan la privacidad? ¿Realmente están ayudando a combatir la pandemia? Respondemos a estas y otras preguntas
En los primeros días de la pandemia de coronavirus (COVID-19), se lanzaron varios proyectos rivales en torno a un concepto aparentemente simple: nuestro teléfono podría alertarnos si nos cruzábamos con alguien que posteriormente recibiera un diagnóstico positivo por la enfermedad. Uno de los sistemas creados para habilitar estas notificaciones de exposición se impuso rápidamente: el diseñado por Apple y Google. En un sorprendente acto de cooperación, ambos gigantes lanzaron su primera versión en mayo.
¿Cómo funcionan las aplicaciones de rastreo de contactos de Apple-Google?
Al habilitar las notificaciones de exposición, el teléfono empieza a usar Bluetooth para hacer una búsqueda constante de otros teléfonos cercanos que hacen lo mismo. (Este proceso ocurre en segundo plano y está diseñado para no consumir demasiada batería).
Cuando dos teléfonos se conectan, intercambian sus códigos de identificación anónimos. Nuestro teléfono registra cuánto tiempo hemos pasado cerca del otro dispositivo y calcula la distancia a la que se encuentra, en función de una combinación de factores, como la orientación del teléfono y la intensidad de la señal del otro dispositivo.
Si usted da positivo en la prueba de COVID-19, las autoridades sanitarias le preguntarán si desea notificar a las personas que pudo haber expuesto. Si usted acepta, le darán un código para introducirlo en la aplicación. Este código autoriza a su teléfono a enviar sus códigos de identificación, aún anónimos, a un servidor central, gestionado por la autoridad sanitaria estatal o nacional.
Mientras tanto, su teléfono verifica periódicamente el servidor en busca de nuevos códigos de identificación que se hayan asociado con diagnósticos positivos y los compara con los que recogió durante las últimas dos semanas.
Si su teléfono detecta que usted ha estado a menos de dos metros de algún dispositivo marcado durante al menos 15 minutos en un día, usted recibirá una alerta de que podría haber estado expuesto, junto con la información sobre qué hacer a continuación.
¿Cómo es el rastreo de contactos efectivo?
Ya sea mediante un rastreador humano o una app automatizada, para que el rastreo de contactos se lleve a cabo de forma efectiva requiere un proceso de tres pasos: identificar quién tiene el virus, identificar con quién han pasado tiempo esas personas y convencer a esos contactos de que se queden en casa.
El acceso a las pruebas de diagnóstico sigue siendo un problema fundamental: las aplicaciones no pueden funcionar correctamente si los usuarios no se someten a los test de COVID-19. Y si las personas se hacen las pruebas, deben confiar lo suficiente en sus gobiernos (o empresas tecnológicas) para introducir sus resultados positivos en la app. Finalmente, todos los que reciben una notificación de exposición deben aceptar los consejos sobre cómo aislarse adecuadamente.
¿Cómo las apps de rastreo de contactos tratan la privacidad?
Las autoridades sanitarias han tenido dificultades para generar confianza en torno al rastreo de contactos. Una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Pew encontró que es poco probable que el 40 % de los estadounidenses hablen siquiera con los rastreadores manuales de contacto. A pesar de las múltiples capas de anonimato, las aplicaciones de notificación de exposición han recibido importantes críticas por cuestiones de privacidad. Amnistía Internacional, varios grupos de protección del consumidor e incluso 39 fiscales generales de EE. UU. ya han advertido sobre este problema.
Las autoridades sanitarias pueden usar la tecnología de protección de la privacidad de Google y Apple y, al mismo tiempo, pedir a los usuarios que les envíen su número de teléfono si reciben una notificación de exposición. A pesar de que esa función es completamente voluntaria (las apps siguen funcionando aunque los usuarios no añadan su número), muchos gobiernos no lo preguntan, en un esfuerzo por hacer que las personas se sientan más seguras con respecto a la privacidad.
Esta apuesta por la privacidad implica ciertas desventajas. Si las personas estuvieran dispuestas a hablar con los rastreadores de contacto después de recibir una notificación de exposición, podrían ayudar a los expertos en salud pública a comprender la propagación del contagio.
¿Funcionan las aplicaciones de rastreo de contactos?
Existen pruebas de que las apps pueden ayudar a romper las cadenas de transmisión y prevenir nuevos casos, incluso aunque no las use mucha gente. Pueden ser útiles como parte de un modelo de "queso suizo": aunque cada enfoque tiene agujeros, si muchos de ellos se combinan, es posible crear una barrera sólida. Pero no está claro cuánto contribuyen las notificaciones de exposición a cambiar el comportamiento de las personas, especialmente porque resulta difícil rastrear cuántas reciben las notificaciones de exposición y luego dan positivo.
Muchos expertos siguen con interés la aplicación de Irlanda, que se utiliza activamente por más de un tercio de la población adulta. Entre mediados de julio y mediados de octubre, los usuarios subieron 3.000 resultados positivos, lo que representa alrededor del 11 % de los casos confirmados. En octubre, se convirtió en el primer país de Europa en volver a imponer un confinamiento a nivel nacional. (Su tasa de nuevos casos per cápita se redujo casi de inmediato y ahora representa una sexta parte de la tasa de Estados Unidos).
Lamentablemente, la promesa de una solución vía teléfonos inteligentes es contraria a una de las realidades más duras de la pandemia: los grupos marginados de todo el mundo están contrayendo el virus y muriendo de COVID-19 a tasas mucho más altas que las personas con mayor poder socioeconómico. Los miembros de estos grupos también tienen menos probabilidades de someterse a la prueba de diagnóstico en primer lugar. Las apps para teléfonos inteligentes pueden no ser tan útiles en estas comunidades, especialmente si sus miembros tienen buenas razones para desconfiar de sus gobiernos.