Hay varias formas de aumentar la interacción entre personas sin aumentar significativamente los contagios de coronavirus. Según un modelo informático, la más efectiva se basa en las burbujas sociales, grupos cerrados cuyos miembros han sido elegidos deliberadamente y que no se relacionan con nadie más
La noticia: en los países donde las medidas de confinamiento por coronavirus (COVID-19) no prohibían los contactos entre distintas personas, relacionarse con pequeños grupos de amigos, vecinos o familiares ha sido la un alivio para muchas personas, sobre todo para las que viven solas. Estos grupos se conocen como burbujas sociales o cuarenteams, y unas nuevas simulaciones por ordenador descritas en Nature la semana pasada muestran que realmente podrían funcionar.
Por qué es importante: a medida que los países levantan sus distintas medidas de confinamiento en la desescalada, se vuelve imprescindible encontrar formas de relacionarnos sin provocar un rebrote de casos de COVID-19. Es necesario encontrar un equilibrio de interacción entre las preocupaciones de salud pública con las necesidades sociales, psicológicas y económicas.
Pero nadie tiene claro cómo hacerlo. Los expertos médicos recomiendan medidas seguir encerrados en casa, evitar al máximo a las personas fuera del hogar y mantener dos metros de distancia cuando se interactúa con otra gente.
¿A quién es seguro ver? Un equipo dirigido por el sociólogo de la Universidad de Oxford (Reino Unido) Per Block y el Centro Leverhulme para la Ciencia Demográfica en Reino Unido, simuló tres diferentes estrategias del distanciamiento social y descubrió que cada una ofrecía una estrategia para ampliar nuestros círculos sociales sin aumentar demasiado el nivel de contagio de COVID-19, siempre y cuando sigamos ciertas reglas.
La primera estrategia es juntarnos solo con las personas con las que tenemos algo en común, personas del mismo barrio, la misma familia o la misma edad, por ejemplo. Los investigadores sugieren que agrupar a los trabajadores de esta manera podría reducir el riesgo de contagio generalizado a medida que las empresas se reactivan. La segunda estrategia es quedar con los grupos que ya tienen fuertes lazos sociales, como grupos cerrados de amigos.
Las burbujas son lo mejor: la tercera estrategia que simuló el equipo consiste en crear las mencionadas burbujas, en la que un grupo elige su propio círculo social, y luego todos se quedan dentro de él. Las tres estrategias resultaron más efectivas para reducir el contagio que el distanciamiento social aleatorio, con el que las personas reducen el número de personas que ven, pero siguen relacionándose con algunas personas de diferentes grupos. Según las simulaciones, las burbujas son la mejor opción: reducen la tasa del contagio un 37 %, disminuyen el nivel de un brote un 60 % y dan como resultado un 30 % menos de personas infectadas en general. La primera estrategia, juntarse con un grupo de personas con las que tenemos algo en común, fue la segunda más efectiva.
Los investigadores destacan que las burbujas o cuarenteams funcionan bien porque se basan en una elección deliberada sobre con quién interactuaremos y con quién no, en vez de depender de los vínculos sociales o geográficos menos voluntarios, que se rompen más fácilmente.
¿Funcionará en la realidad? las simulaciones no son la vida real. Para empezar, los investigadores modelaron redes relativamente pequeñas de entre 500 y 4.000 personas. Pero el tamaño no marcó una diferencia significativa en la efectividad de las distintas estrategias, lo que sugiere que los resultados también podrían ser válidos para poblaciones mucho más grandes. También está la cuestión del mensaje público: el distanciamiento social funciona mejor cuando las pautas son lo más simples posible. Enredar el mensaje con reglas más complicadas podría no funcionar tan bien en la realidad.