Aunque la tecnología no deja de avanzar, las mujeres se alejan cada vez más de este sector. Para que vuelvan a él no basta con invertir y formar, también es necesario adaptar los espacios tecnológicos a sus necesidades e inquietudes y transmitir modelos de liderazgo creativos y colaborativos
Un grupo de chicas jóvenes de la localidad de Fernández Oro (Argentina) ideó una aplicación tipo SAC (Sistema Alternativo de Comunicación) para ayudar a expresarse por medio de pictogramas digitales a personas con dificultades en el habla. Estas adolescentes (ver vídeo) fueron reconocidas por su innovación e invitadas de honor en el Congreso Nacional de Fonoaudiología y en la Conferencia Internacional de Fonoaudiología. Se convirtieron en las ponentes más jóvenes del evento.
¿Por qué destacan estas chicas? Porque van a contracorriente de una paradoja mundial, esa que dice que mientras que la tecnología crece, avanza y la incorporamos en nuestras vidas, las mujeres se involucran cada vez menos en ella. Y Argentina no es una excepción: sólo el 16,02 % de las inscripciones en carreras vinculadas con el área de programación entre 2010 y 2015 corresponde a mujeres. Dado que se prevé que esta tendencia no hará más que aumentar, desde la organización civil sin ánimo de lucro Chicas en Tecnología (CET), trabajamos para reducir la brecha de género en el ambiente emprendedor tecnológico.
Curiosamente, la tecnología no es un territorio en el que las mujeres estemos intentando entrar por primera vez, más bien se trata de reconquistarlo. Durante décadas, fuimos mayoría en las carreras vinculadas a lo tecnológico, y sentamos las bases de lo que hoy hacemos en una pantalla. El trabajo que realizamos desde CET está enfoca en la adolescencia porque los estereotipos creados durante la infancia se refuerzan en esta etapa, lo que la convierte en el último momento para poder transformar el camino de una joven y que pueda optar por convertirse en creadora de tecnología.
Ellas en el centro
Una de las claves para que las mujeres vuelvan a interesarse por las carreras relacionadas con tecnología reside diseñar propuestas cercanas a sus experiencias y necesidades. El primer e imprescindible paso consiste en investigar exhaustivamente qué hacen las adolescentes y cuáles son sus intereses y consumos culturales. Y luego dejar que sean ellas quienes definan qué problemas quieren abordar, de qué manera la tecnología podría resolverlos y generen propuestas diferenciadoras y soluciones que impacten en la sociedad.
Como creemos que es fundamental relacionar la experiencia de apropiación de tecnología con el resto de sus vidas cotidianas e intereses. Trabajamos para que los talleres tecnológicos no sean considerados algo extracurricular. Hacemos un relevamiento sobre lo que estudian en la escuela para poder integrarlo con el mundo de la tecnología y que los programas se conviertan en un espacio transformador y potenciador de todo los demás. Como el Programa Ingenias, que se realiza en coordinación con Fundación YPF para poder llegar a localidades de la Patagonia Argentina.
A esto se suma el desafío de encontrar soluciones que conecten las diferentes piezas en lugar de resolver cosas en solitario. El mundo tecnológico cuenta con muchos actores (gobiernos, empresas, universidades, escuelas...) y todos deben articular, convivir y acompañar esta experiencia para crear un ecosistema que invite a las mujeres, desde una edad temprana, a que formen parte de él. Pero, sobre todo, resulta fundamental que estas propuestas pongan a las mujeres en el centro y las conviertan en piezas clave de estas organizaciones.
Para pensar en la sostenibilidad para reducir la brecha de género respecto del acceso a la tecnología, en CET intentamos mejorar los espacios para que se adapten a esta nueva generación de mujeres. En colaboración con educadores y referentes de empresas, construimos currículos ad hoc: dinámicos para que puedan actualizarse de manera constante; contextualizados, para poder analizar cómo conectar y potenciar estas experiencias en el mundo educativo y laboral; y flexibles, para permitir tomar conciencia de que no todo tiene cabida en cada espacio, sino que se requiere una curaduría de ejes y contenidos para lograr una adecuación significativa y con sentido.
Inspirar, formar y acompañar
Otro de los puntos que consideramos clave en CET reside en generar otros tipos de liderazgo que no estén ligados a un determinado modelo masculino. Por lo general, los referentes del mundo de la tecnología son hombres que, además, practican liderazgos solitarios, casi de genios 'únicos', como podrían ser Steve Jobs, Bill Gates y Mark Zuckerberg. Hay pocas mujeres líderes en innovación tecnológica y las pocas que hay no son conocidas. Por eso impulsamos estilos de liderazgo más dinámicos, creativos, colaborativos, que derriben mandatos, que permitan trabajar colectivamente para aprender del error y del fracaso (clave en el mundo tecnológico) y que aporten ideas desde la retroalimentación constructiva. Sólo un liderazgo que adopte estas características será capaz de facilitar y promover que más mujeres se inspiren, se sientan identificadas y puedan encontrar el estilo que las represente para convertirse en líderes capaces de crear soluciones tecnológicas con alto impacto social.
El desconocimiento es otra de las barreras fundamentales con la que se topan las mujeres que quieren entrar en el mundo de la tecnología. Dado que resulta muy difícil querer ser algo que no se ve o elegir lo que no se conoce. Resulta fundamental experimentar e invitar a observar de primera mano cómo es el día a día de la tecnología, conocer las claves para cambiar los patrones con los que las jóvenes aprenden en el sistema educativo formal, en los ámbitos de socialización (digital y social) y cocrear junto a ellas diferentes posibilidades.
Se trata de resolver esta brecha de manera creativa y con respuestas diferentes a las aprendidas. No basta sólo con aumentar la inversión, inspirar y formar a las jóvenes, puntos de partida fundamentales, también es necesario acompañarlas en sus decisiones futuras, abrirles las puertas, sostenerlas para que ingresen y lograr que, cuando finalmente lleguen a las universidades, empresas o start-ups, estos espacios estén preparados para recibirlas. Porque trabajar en tecnología consiste en cambiar las reglas, impactar en lo que hacemos diariamente y promover propuestas que nos hagan crecer como sociedad. Y las mujeres, casi la mitad de la población mundial, no deben ni pueden quedar fuera de este juego.