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NASA | Imagen editada por MIT Technology Review

Espacio

Los cinco grandes problemas para volver a la Luna en 2024

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Por mucho que la NASA y el Gobierno de EE. UU. se empeñen, es poco probable que la misión Artemis cumpla su plazos de aquí a cinco años. Además de la falta de dinero, muchas infraestructuras clave no han avanzado lo suficiente y el proyecto no cuenta con un liderazgo adecuado 

  • por Neel V. Patel | traducido por Ana Milutinovic
  • 11 Septiembre, 2019

En marzo, el vicepresidente de EE. UU., Mike Pence, hizo una declaración sorprendente: su Gobierno estaba dando instrucciones a la NASA para volver a enviar astronautas a la Luna dentro de cinco años (ver Razones para volver a la Luna aunque no haga falta). En aquel momento, la fecha de 2024 ya parecía difícil de cumplir, pero las cosas que han pasado desde entonces hacen que ahora resulte extremadamente improbable.

En una reunión del Consejo Nacional del Espacio de EE. UU. celebrada a mediados de agosto, Pence y el administrador de la NASA Jim Bridenstine insistieron en destacar el elevado apoyo con el que cuenta el nuevo programa lunar de la agencia, Artemis, entre el sector público y privado. El vicepresidente afirmó: "Nuestra misión a la Luna y a Marte están en camino, y Estados Unidos vuelve a ser el líder de la exploración espacial humana". 

Lo que Pence no mencionó fueron los serios problemas que tiene el programa para cumplir sus planes de aquí a 2024. Algunos de estos obstáculos son recientes, mientras que otros persisten desde que Donald Trump asumió el cargo de presidente de EE. UU. Estos son los cinco mayores obstáculos que hacen poco probable que los astronautas estadounidenses vuelvan a la Luna en 2024.

1. Problemas de dinero

El mayor problema de Artemis es el dinero, o más bien, la falta del mismo. El Gobierno de Trump empezó el año solicitando 20.500 millones de euros para el presupuesto de la NASA de 2020, que ahora incluye una solicitud adicional de 1.450 millones de euros presentada justo antes de este verano. Muchos expertos creen que este presupuesto, incluso con el aumento adicional, es insuficiente para acelerar el plan de Artemis. "Hay una gran brecha entre la retórica que rodea a Artemis y la situación real", destaca el experto en política espacial de la Universidad George Washington (EE. UU.) John Logsdon.

El experto de la Sociedad Planetaria Casey Dreier predice que la agencia necesitará, como mínimo, un aumento de entre 3.600 y 4.500 millones de euros anuales durante los próximos años para cumplir con la fecha límite de 2024. Las otras opciones serían recortar otros programas de la NASA (los programas de Ciencias de la Tierra están en constantemente amenaza) y redirigir el presupuesto hacia los proyectos centrados en Artemis, u obtener el dinero de otros programas federales como las reservas de Pell Grant dirigidas a financiar las carreras universitarias de estudiantes con pocos recursos.

El Congreso de EE. UU. quiere a la NASA, pero está poco interesado en Artemis. El jefe del subcomité responsable de la financiación de la NASA en la Cámara liderada por los demócratas es escéptico sobre la misión y sus objetivos. La buena noticia para Artemis es que es poco probable que el Congreso retire la financiación de otros programas de la NASA u otros programas federales. Si la Casa Blanca pidiera más dinero, el Congreso probablemente lo aprobaría.

2. Problemas con el Sistema de Lanzamiento Espacial  y Orion

Los problemas de presupuesto también han creado incertidumbre en torno a los dos elementos más importantes del plan sobre el espacio profundo de la NASA: el módulo de tripulación Orion y el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), que iba a ser el cohete más potente de la historia. Cuando el SLS fue anunciado por primera vez en 2010, su primer lanzamiento, planeado para 2017, enviaría a Orion a un viaje de ida y vuelta sin tripulación alrededor de la Luna.

Pero ambos desarrollos sufrieron retrasos, y la primera misión de Orión (ahora llamada Artemis 1) probablemente no tendrá luchar hasta 2021. Esos retrasos animaron a la NASA a reducir el presupuesto del SLS y recurrir a empresas comerciales, como SpaceX o Blue Origin, para que aportaran un cohete para Artemis 1. Luego cambiaron de opinión y volvieron a reiterar su compromiso con el SLS.

Estos cambios de opinión han provocado que la NASA se enfrente a un sinfín de críticas sobre la cantidad de gasto desperdiciado en el SLS, especialmente cuando empezaron aparecer otros sistemas de lanzamiento más baratos. SpaceX y Blue Origin han demostrado que incluso los cohetes de gran capacidad pueden ser reutilizables, lo que ayuda a reducir los costes de lanzamiento. El SLS no sería reutilizable, y las estimaciones del coste oscilan entre los 1.400 millones y los 4.500 millones de euros por lanzamiento. En comparación, un lanzamiento con el SpaceX Falcon Heavy cuesta alrededor de 82 millones de euros y, en teoría, un viaje a la Luna debería costar poco más que eso. Aunque la NASA parece estar decidida mantener el SLS hasta el final, Pence ha sugerido que la Casa Blanca recurrirá a un socio comercial si la tecnología de la NASA no es capaz de cumplir sus objetivos.

3. Problemas con Gateway y el módulo de alunizaje

Una parte clave del programa Artemis es una nueva estación espacial orbital para la Luna llamada Gateway. Los astronautas orbitarían el satélite en esta estación espacial antes de descender a la superficie. En teoría, Gateway también se podría usar para llegar a destinos más lejanos como Marte. El primer contrato para construir el módulo de Gateway se adjudicó en mayo, así que para 2024 no debería ser más que una estación básica desde donde los astronautas podrían llevar un módulo de aterrizaje a la superficie lunar. Muchos han cuestionado la utilidad de Gateway: el exadministrador de la NASA Michael Griffin y el astronauta del Apolo 11 Buzz Aldrin son dos de los nombres más importantes que se oponen al proyecto. En su opinión, Gateway no es más que distracción innecesaria que nos impide llegar rápidamente a la Luna y a Marte.

Luego está el hecho de que la NASA no tiene un plan real para construir y probar un módulo de alunizaje. La agencia está recurriendo a socios comerciales para conseguirlo, algo que, en este caso, tiene sentido. Blue Origin, por ejemplo, ya ha presentado un diseño para un módulo de alunizaje llamado Blue Moon, y espera que la NASA decida usarlo para enviar astronautas a la Luna en 2024. Pero el historial de la industria privada a la hora de construir y probar nuevas estructuras para vuelos espaciales tampoco es demasiado bueno. Esperar que una empresa privada que construya y pruebe un módulo de alunizaje que debería transportar a los astronautas de manera segura en menos de cinco años es esperar demasiado.

4. Problemas de liderazgo

El excongresista republicano Jim Bridenstine fue elegido como jefe de la NASA el año pasado en unas elecciones extremadamente partidistas, y bajo el temor de que la agencia se dirigiera hacia tiempos inestables. Bridenstine recientemente cesó a Bill Gerstenmaier como administrador asociado de Exploración y Operaciones Humanas de la NASA (un cargo que ocupó desde 2011). Gerstenmaier había estado involucrado en el programa del Transbordador Espacial y en la construcción de la Estación Espacial Internacional, y supervisó el programa comercial con tripulación y el giro de la administración Obama a Marte antes de que la administración Trump decidiera regresar a la Luna de nuevo. Su destitución de Artemis fue un shock, y Bridenstine aún no ha nombrado a su sustituto.

Gerstenmaier no es el único gran nombre que ha dejado la NASA recientemente. Se esperaba que el gran pez gordo de la industria aeroespacial que se unió a la NASA este año como asesor de la planificación de Artemis, Mark Sirangelo, se convirtiera en administrador asociado de una nueva "dirección para la misión de la Luna a Marte" centrada explícitamente en misiones hacia el espacio profundo, separadas de la exploración de órbita baja de la Tierra. El Congreso rechazó esa idea, y Sirangelo dejó la NASA poco después. Con Gerstenmaier y Sirangelo fuera, no está claro quién está exactamente a cargo de Artemis.

"Hace falta un líder claro, debe haber un núcleo central que se hará cargo", afirma Logsdon. En su opinión, la situación actual es un síntoma de la lucha de la NASA para salir del enfoque espacial de la era Apolo (en el que la agencia básicamente construyó el complejo industrial espacial estadounidense), y pasar a un "sistema distribuido entre el Gobierno y el sector privado centrado en lograr un objetivo común". Hasta ahora, no hemos visto a nadie capaz de hacer esa transición sin problemas.

5. Problemas de incertidumbre

Gran parte de la frustración en torno a la misión de 2024 reside en que no sabemos realmente para qué sirve. De momento solo sabemos que "se parecerá mucho a la de Apolo", asegura Logsdon. Al menos dos personas bajarán hasta la superficie (y al menos una será una mujer) durante un corto período de tiempo para explorar el Polo Sur, donde es probable que haya una gran cantidad de agua en forma de hielo. "Su objetivo principal es que ocurra", opina Logsdon.

Pero nos han dicho que iremos a la Luna para quedarnos, como preludio antes de ir a Marte. Todavía no está claro cómo la misión de 2024 encaja en esta visión. ¿Qué tipo de infraestructura habrá que construir antes de alunizar? ¿Qué tareas completarán los astronautas durante esta misión? ¿Cuánto tiempo se quedarán? ¿Cómo nos ayudará una misión como esta a tener una presencia permanente en la Luna? ¿Estamos colocando los primeros ladrillos de la primera colonia lunar? ¿Cómo será la siguiente misión de Artemis? Hasta el momento no hay respuestas a ninguna de estas preguntas.

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