Su débil economía y la rápida pérdida de valor de su moneda está aumentando la desigualdad y empeorando la calidad de vida. Para solucionarlo, varias 'start-ups' intentan implantar 'stablecoins' como forma de pago y ahorro, pero esta estrategia aún tiene muchos retos por delante
En 1988, una famosa canción de la banda de rock argentina Soda Stereo le dio a Buenos Aires (Argentina) un apodo que mantiene a día de hoy: "La Ciudad de la Furia". La "furia" de Buenos Aires puede verse en la desigualdad de la calidad de su vida cotidiana. Huelgas y manifestaciones provocan el cierre de algunas calles con frecuencia y los apagones en las tardes calurosas de verano tampoco pillan a ninguno de sus habitantes por sorpresa. Los precios de los alimentos y bienes varían, a veces mucho, en función de barrios y distritos.
El problema más generalizado del país radica en su débil economía y en la rápida pérdida de valor de su moneda. ¿Podrían las criptomonedas solucionar estos problemas? Aunque parezca poco probable, en los últimos meses, una serie de coloridos anuncios han empezado a aparecer en los túneles del metro de Buenos Aires, junto a carteles de viajes, zapatos y aplicaciones de comida a domicilio. "250.000 argentinos ya han comprado bitcoins con nosotros", dice uno de ellos, escrito con una alegre tipografía junto a un cerdo volador. El anuncio pertenece a Ripio, una de las start-ups que cree que este es el momento adecuado para que las criptomonedas se generalicen en América Latina. Para muchos, la situación económica tan única de Argentina podría convertir al país en el lugar perfecto para arrancar.
Después de que el Gobierno argentino incumpliera con su deuda en 2001, el país generó una desconfianza persistente en los bancos. Y en los últimos meses el país ha visto otra crisis económica, caracterizada por la caída del peso argentino a un mínimo histórico frente al dólar estadounidense. Para proteger sus ahorros contra tal volatilidad, no sorprende que los argentinos conviertan sus pesos en dólares y los guarden en casa.
En teoría, una moneda digital estable (stablecoin) ofrecería a los argentinos una manera más segura de ahorrar que acumular billetes de 100 dólares debajo del colchón. Es por eso que las criptomonedas, que se supone que están controladas por las redes informáticas descentralizadas en vez de en instituciones centralizadas, podrían afianzarse. La apertura del Gobierno argentino a los proyectos de cadena de bloques (blockchain) ha ayudado a que Buenos Aires se convierta en un epicentro para desarrolladores. Pero convencer a los ciudadanos para que se pasen a las criptomonedas requerirá sistemas confiables, fáciles de usar y que ofrezcan claras ventajas sobre el dólar, que tanto dominan y conocen.
Ripio está desarrollando lo que espera que se convierta en herramientas fáciles de usar para comprar, vender, intercambiar, invertir y gastar en criptomonedas. Si bien es probable que su nombre no les suene a muchos pasajeros del metro, la compañía, originalmente llamada BitPagos, ya lleva seis años funcionando y es una veterana de blockchain. En 2017, BitPagos cambió su enfoque de negocio para centrarse en los consumidores y cambió su nombre a Ripio. Ahora tiene 300.000 usuarios en Argentina, Brasil y México (de los que cerca del 85 % está en Argentina).
Ripio ofrece un intercambio de criptomonedas y una "cartera" de software para que los usuarios almacenen sus activos digitales. También ha lanzado un servicio que utiliza los llamados contratos inteligentes (smart contracts), o programas informáticos basados en blockchain que permiten automatizar transacciones financieras complicadas, lo que facilita los préstamos entre particulares. Este servicio, basado en la cadena de bloques Ethereum, permite a los argentinos obtener préstamos en moneda local sin tener que pagar tarifas altas a un banco.
Ripio pronto presentará una nueva plataforma para combinar estos servicios y algunos nuevos, además de contenido educativo como artículos, vídeos y tutoriales. El servicio está destinado a ayudar a los usuarios de Ripio a acceder a "la nueva economía", afirma el director de marca de la compañía, Juan Méndez. El responsable añade: "Entendemos que la economía está cambiando, que los bancos se están digitalizando, y queremos estar allí en ese momento para ofrecer opciones de acceso, financiación e inversión". La compañía apuesta a que los criptoactivos acabarán conviviendo con los servicios financieros más tradicionales, y quiere ofrecer un lugar que ofrezca todas las opciones.
Pero mientras estos retoques publicitarios pueden hacer que las criptomonedas parezcan más atractivas para un cliente medio, esa es solo una parte de la batalla. Convencer a los argentinos para que confíen en una nueva forma de dinero es mucho más que un problema tecnológico. Al fin y al cabo, las criptomonedas son relativamente difíciles de entender y usar. Y la mayoría de las que existen son vulnerables a fluctuaciones de precios salvajes e impredecibles.
Sin embargo, una clase relativamente nueva de monedas digitales podría resolver el problema de la volatilidad. Las stablecoins están diseñadas para mantener el valor de monedas estables respaldadas por gobiernos, como el dólar estadounidense. En noviembre, Ripio agregó una stablecoin llamada Dai a su plataforma de intercambio y billetera, para ir junto con Bitcoin y Ether. Desarrollada por una fundación llamada MakerDAO, Dai utiliza mecanismos complejos, basados en contratos inteligentes en la cadena de bloques Ethereum, para mantenerse vinculada al dólar. Dai también ofrece otras plataformas de intercambio en la región, de las cuales la más notable es Buenbit.
Una versión digital y fácil de usar del dólar estadounidense podría convencer a los argentinos. En lugar de comprar dólares en la calle para guardarlos en casa, los clientes de Ripio pueden dirigirse a la tienda más cercana y cargar pesos en su billetera para comprar dais. Después, incluso podrían gastarlas online mediante el servicio de Ripio para cambiarlos de nuevo a pesos y comprar artículos de la popular página de comercio electrónico Mercado Libre.
Algunos argentinos ya han comenzado a utilizar Dai, principalmente para enviar remesas o almacenar valor. Pero MakerDAO y sus seguidores tienen una visión más elaborada: una banca "descentralizada" capaz de ampliar el acceso a los servicios financieros, no solo en Argentina sino en todo el mundo.
Sin embargo, más allá de algunos cajeros automáticos de Bitcoin esparcidos por la ciudad, las calles de Buenos Aires no parecen sugerir que su criptofuturo se avecina. La mayoría de los comerciantes no ha puesto las pegatinas de la criptomoneda en sus escaparates junto con las de Visa, Mastercard y American Express. El pago con efectivo sigue siendo común, y muchos comercios al por menor ofrecen descuentos por pagar con dinero físico. Aunque es cada vez más común que los comerciantes acepten pagos con códigos QR a través de un servicio llamado Mercado Pago, la mayoría todavía no está familiarizada con la idea de aceptar criptopagos.
Y hay una pregunta aún más importante: ¿por qué los argentinos deberían confiar en las criptomonedas más de lo que confían en el peso argentino, por muy volátil que sea? En Argentina, se estima que el 32 % de las personas vive por debajo del umbral de pobreza, ya que los salarios no logran mantenerse al día con la tasa de inflación anual del peso de más del 50 %. Muchos simplemente no pueden arriesgarse a que su cuenta sea hackeada, o a que sus monedas digitales pierdan valor de repente.
El proceso de comprar, vender y gastar Dai tiene que ser "totalmente comprensible" para los argentinos, defiende la asociada de Desarrollo de Negocios de MakerDAO para América Latina, Nadia Álvarez, y añade: "Uno de los grandes problemas que tenemos es que todas las soluciones criptográficas estaban dirigidas a la comunidad tecnóloga". En su opinión, MakerDAO cree que una moneda vinculada al dólar será más fácil de entender para un ciudadano medio que una cuyo valor fluctúa.
Podría ser más fácil de entender, pero Dai a veces ha tenido dificultades para mantenerse a flote, y algunos críticos alertan de que el sistema podría no tener capacidad de permanecer estable para siempre.
Los usuarios deben ser conscientes de que invertir en criptomonedas conlleva "riesgos muy reales", destaca el jefe del departamento de Economía y Administración global de la Escuela de Negocios Sloan del MIT (EE. UU.), Simon Johnson. Las criptomonedas actuales no han demostrado ser menos arriesgadas que el sistema financiero tradicional, incluso cuando está defectuoso, sostiene. Y operar un sistema privado dentro de un marco gubernamental defectuoso podría empeorarlo todo. "No existen buenas opciones para ahorrar en Argentina, solo hay riesgos en todas partes", sostiene.
Todavía es muy pronto para blockchains y criptomonedas. La adopción general, si alguna vez sucede, no pasará de la noche a la mañana, ni en Argentina ni en cualquier otro lugar. Mientras tanto, según Méndez de Ripio, la educación es crucial. El responsable concluye: "No creo que en este momento sea inteligente decirle a la gente: 'Bueno, aquí están las criptomonedas, hay que comprarlas. Las cosas no funcionan así".