La plataforma Torino City Lab está convirtiendo Turín en un laboratorio para que distintas empresas puedan testar tecnologías innovadoras como coches autónomos, IA, drones y 5G. Hablamos con su responsable, la concejala para la Innovación y la 'Smart City', Paola Pisano, sobre los retos y oportunidades de la iniciativa
El verano pasado, un ejército de drones luminosos surcó los cielos de Turín (Italia) en perfecta sincronía para dar forma al hombre de Vitruvio. Aquel espectacular show,que sustituyó los tradicionales fuegos artificiales, fue una muestra de la apuesta de la ciudad por la innovación. Más allá de este baile de luces, la ciudad piamontesa ha lanzado el proyecto Torino City Lab para reconvertirse en un hub de innovación de referencia en Europa.
Inaugurado hace unos meses, este laboratorio abierto ofrece a las empresas, tanto locales como internacionales, el know-how, el espacio, la red de contactos y la ayuda necesaria para que pongan a prueba sus proyectos innovadores con impacto social en la urbe antes de lanzarlos al mercado. La concejala para la Innovación y la Smart City de Turín, Paola Pisano, resume su visión: "Somos una plataforma que apoya a las empresas para que desarrollen la innovación más fácilmente". El objetivo final es que estos proyectos, validados sobre la propia ciudad, impulsen el tejido económico, mejoren la vida de sus habitantes y finalmente se adapten a otras ciudades.
¿Cómo surgió la idea de crear este laboratorio permanente en el que empresas y start-ups pueden probar sus innovadoras soluciones en Turín?
Empezamos a pensar que la ciudad necesitaba una política de innovación para atraer y apoyar compañías innovadoras y start-ups. La innovación, especialmente la tecnológica, es el principal motor de las grandes oportunidades en la ciudad, así que pensamos crear una política que atrajera a las organizaciones para generar esas oportunidades y esos cambios. También es una política económica para la creación de nuevas destrezas y nuevos trabajos. Y además es una política estratégica para posicionar nuestra ciudad en el mapa internacional y decir a otras que Turín quiere convertirse en un lugar donde es fácil desarrollar la innovación.
¿Cómo apoyáis a las compañías que pasan el filtro y se integran en Torino City Lab?
Todas las compañías innovadoras necesitan testar sus innovaciones para demostrar su validez, especialmente en la fase precomercial. También necesitan reducir el tiempo de lanzamiento al mercado e invertir un bajo presupuesto, así que decidimos crear un entorno en el que probar y experimentar con la innovación fuera fácil y rápido.
En primer lugar decidimos dedicar toda la ciudad a las organizaciones. Lo segundo que les proporcionamos son datos e información. Así que, si quieren poner a prueba su innovación, no solo les ofrecemos el territorio, sino también el conocimiento sobre nuestro territorio y nuestros ciudadanos.
¿Qué debe hacer una ciudad para convertirse en un laboratorio abierto que acoja tecnologías innovadoras?
En primer lugar, necesitas un equipo en la ciudad dedicado al proyecto, por lo que necesitas definir el reto de la innovación desde la administración. [También hay que] simplificar la burocracia, la relación con los sujetos que conceden las autorizaciones e implicar a todo el ecosistema de la ciudad. Y después, trabajar mucho.
¿Por qué consideran importante que las start-ups y los organismos públicos unan sus fuerzas?
Porque podemos simplificar el ecosistema para que la innovación se pueda poner a prueba. Por esa razón hemos creado un equipo especializado en ayudar a las organizaciones en los procedimientos burocráticos para que consigan todas las autorizaciones. De ahí nuestra asociación con ENAC [Autoridad de Aviación Civil Italiana por sus siglas en italiano] que concede las autorizaciones para volar drones en la ciudad. También tenemos una asociación con el Ministerio de Infraestructura y Transporte para ayudar a las empresas que quieran probar sus coches autónomos en la ciudad.
Su laboratorio recibió recientemente el Premio de Innovación de SMAU, uno de los eventos tecnológicos más populares de Italia. ¿Por qué otras urbes deberían seguir su ejemplo y ser más innovadoras?
Porque en este periodo histórico la innovación no solo necesita una ciudad que la respalde, necesita apoyo nacional o internacional. Piensa por ejemplo en los coches autónomos: que solo haya una ciudad que esté preparada para los coches autónomos no significa nada, lo que necesitas es compartir el estándar y extender la innovación a todo el país.
Uno de los mayores problemas de las smart cities es que cada una tiene unas necesidades diferentes en función de su grado de desarrollo y su cultura. ¿Cómo se aborda este reto desde una ciudad laboratorio que aspira a poner a prueba soluciones extrapolables a otras urbes?
Cuando escalamos un proyecto, no solo escalamos el resultado del proyecto, escalamos el proceso y también a todos los sujetos implicados en la innovación. Volviendo de nuevo a los coches autónomos, no solo necesitamos al fabricante, también un partner de telecomunicaciones que pueda establecer la infraestructura tecnológica, o un partner de seguros, necesitas a la universidad… Así que normalmente cuando escalamos el proyecto escalamos también el proceso que hay detrás.
Y por supuesto, es posible que tengas que ajustar la tecnología a las necesidades de cada ciudad. Por ejemplo, nosotros queremos utilizar vehículos autónomos para el transporte público en una parte de la ciudad. Sin embargo, otra ciudad puede querer utilizarlos en la entrega de última milla, así que pueden ajustar las necesidades de este tipo de tecnología gracias al uso de los datos y de la información.
Pensamos que la tecnología puede ser la misma pero el modelo de negocio y las necesidades para desarrollar la tecnología pueden ser diferentes. Lo importante es comprender el proceso que creas para atraer la innovación y desarrollar casos prácticos, y a partir de ahí puedes diseñar nuevos casos.
Torino City Lab está dando una nueva vida a la industria automotriz que tanta importancia ha tenido históricamente en la ciudad impulsando las pruebas de los coches autónomos y conectados. ¿Qué pasos se están siguiendo?
En primer lugar, hemos definido un circuito de pruebas de 35 kilómetros. Después hemos establecido diferentes casos de uso y hemos unido a todos los partners gracias al Memorando de Entendimiento [firmado por 16 socios, entre ellos universidades y empresas]. Luego dividimos a los partners en diferentes casos de uso.
Tenemos casos de uso para el coche conectado y también para el aparcamiento inteligente. Otro caso práctico es [el análisis] de las interacciones entre el coche autónomo y la infraestructura y el coche autónomo y otros objetos de las calles. Otras pruebas que nos gustaría hacer están relacionadas con el transporte público.
Además de los desafíos técnicos, ¿qué opina de los dilemas éticos en torno al coche autónomo?
Tenemos el apoyo de las universidades que están estudiando la problemática social y ética. Sabemos que se habla mucho sobre el caso en que un coche autónomo tiene que elegir entre matar a un anciano o a un joven [ver Matar a un anciano o a un bebé. La ética del coche autónomo depende del país]. Hemos intentado encontrar este tipo de casos, pero no han sucedido en toda la historia de internet.
Normalmente, una persona no tiene que elegir entre estas dos personas en un accidente, sino que, por ejemplo, mira el móvil para ver otras cosas. Normalmente tenemos un accidente por cualquier distracción, y creemos que el coche autónomo realmente puede descender el número de accidentes.
Recientemente ha defendido que su objetivo es rediseñar la ciudad para que esté al servicio de los ciudadanos y no de los vehículos. ¿En qué medida impulsar un modelo de movilidad compartida les ayudará a conseguir ese objetivo?
Creemos que la movilidad compartida y la movilidad como servicio puede ayudarnos a que disminuyan la cantidad de vehículos dentro de nuestra ciudad. [...] También queremos impulsar los coches autónomos compartidos: las personas no tendrán su propio coche, lo compartirán. El coche autónomo les recogerá exactamente donde quieran, ya que pueden llamar el vehículo gracias a su móvil. El coche llegará a su oficina, los llevará a otra parte de la ciudad y después podrán dejárselo a otro ciudadano.
Si todos estos proyectos se hacen realidad, los que acabarán beneficiándose son los ciudadanos. Pero, ¿qué papel juegan los habitantes de Turín en el proceso? ¿Se tiene en cuenta su opinión a la hora de plantear los avances?
Uno de los aspectos importantes de esta política es la participación ciudadana. Nuestra idea es atraer la innovación y después comunicar a los ciudadanos que estamos desarrollando una prueba en la ciudad y preguntarles qué opinan. Con este ciclo, involucramos a los ciudadanos en las nuevas tecnologías, les atraemos para que están cerca de la administración pública y también brindamos un servicio importante a las organizaciones que están probando la innovación, porque les damos ese feedback.
¿Cómo cree usted que deberían ser las smart cities del futuro?
Necesitan innovaciones tecnológicas como 5G, coches autónomos, drones y robots colaborativos que proporcionen servicios a la población. También [necesitan] tecnologías dentro de las organizaciones, en el sector de la fabricación. Otro tema importante para nosotros es la innovación social para crear organizaciones innovadoras que puedan responder a las problemáticas sociales de la ciudad. Y otra cosa importante que la smart city debe añadir es la digitalización de los servicios.
Si eres inteligente, necesitas crear un vínculo realmente sólido entre la administración pública y los ciudadanos. Necesitamos implicar a los ciudadanos porque conocen los problemas y muchas veces conocen también la solución. Por ello, hay que modificar las ciudades para responder a los nuevos desafíos sociales, medioambientales y económicos.
¿Cree que la tecnología desempeña un papel fundamental para hacer frente a estos desafíos?
Considero que sí. Pero, aunque la tecnología puede ayudar, lo que también es importante es crear un nuevo modelo económico. [...] Así que necesitamos establecer una estrecha colaboración entre lo público, lo privado, las [organizaciones] sociales y los ciudadanos. Las entidades privadas necesitan tener la infraestructura social, las administraciones públicas necesitan compartir el riesgo de innovación con las privadas, las privadas necesitan compartir los resultados con el público, las organizaciones sociales y aquellas sin ánimo de lucro necesitan ser más emprendedoras. Tenemos estos cuatro pilares: la innovación tecnológica y económica, la innovación social, la digitalización de los servicios y el último es comprometer a los ciudadanos.