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El 'big data' alerta de que la paz actual es más frágil de lo que creemos
El análisis demuestra que los conflictos bélicos siguen la distribución de ley de potencia. Por eso, aunque las guerras son cada vez menos comunes, también son cada vez más destructivas. Bajo este enfoque, la probabilidad de que se produzca una batalla violenta en el futuro es incómodamente alta
La guerra es un tema que ha sido ampliamente estudiado por los historiadores, un interés tras el que se esconde la esperanza de que si aprendemos del pasado, podríamos evitar errores similares en el futuro.
Muchos historiadores estudian la guerra en función de los actores involucrados y las decisiones que tomaron. A menudo es posible describir cómo las tensiones dan lugar a los conflictos bélicos, e identificar los patrones de comportamiento que deberían evitarse en el futuro.
Pero en los últimos años ha aparecido otra forma más potente de analizar la guerra. Bajo este enfoque, una guerra es un simple pero inevitable efecto de red que está relacionado con la estructura de la sociedad.
El razonamiento funciona así. La sociedad es una compleja red de fuerzas sociales, políticas y económicas que dependen de la red de vínculos entre los individuos y los países que la componen. Estos vínculos se están reorganizando constantemente, a veces debido a la violencia y a la muerte. Cuando el nivel de reorganización y la violencia asociada se elevan por encima de un nivel de umbral, el patrón resultante es una guerra.
Este enfoque científico de describir la sociedad como una red ofrece una nueva forma de pensar para evitar las causas de la guerra. Pero también plantea cuestiones importantes como por ejemplo si este nuevo planteamiento se basa en las evidencias: ¿la historia proporciona evidencias suficientes de que la guerra es un efecto de red?
Ahora tenemos una respuesta gracias al trabajo del investigador de la Universidad de Florencia (Italia) Ugo Bardi y un par de compañeros. El equipo ha analizado una de las bases de datos históricas más grandes sobre los conflictos violentos y afirma que sus propiedades estadísticas son totalmente coherentes con la teoría de la guerra como un efecto de red. La investigación detalla: "Nuestro resultado apoya la idea de que la guerra es un fenómeno estadístico relacionado con la estructura de la red de la sociedad humana".
Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron un conjunto de datos compilados por el investigador dela Universidad de Georgia Tech en Atlanta (EE.UU.) Peter Breche. La base contiene el número de víctimas mortales producidas cada año a raíz de guerras producidas entre el año 1400 y el 2000.
El análisis es sencillo. Bardi y sus colegas tomaron en consideración varios tipos de tendencias a lo largo del tiempo, tanto en los datos sin procesar como en los datos normalizados para la población mundial. Luego analizaron las características estadísticas de estos datos.
Los efectos de red suelen presentar una característica muy clara: los acontecimientos siguen una distribución de ley potencial. Esta característica surge en cualquier estudio de redes, por ejemplo, en el número de las páginas web en internet, que se conectan entre sí a través de una red compleja. La mayoría de las páginas web están vinculadas a una cantidad menor de otras páginas. Pero un pequeño número de páginas web están vinculadas a una gran cantidad de otras páginas. De hecho, la diferencia en popularidad varía en muchos órdenes de magnitud. Esa es una distribución en forma de ley potencial.
La expansión de las distintas enfermedades hasta dar lugar a epidemias, que se propagan a través de las redes de la sociedad, sigue un patrón similar en muchos órdenes de magnitud. La gran mayoría de las enfermedades solo se manifiestan en un pequeño número de casos, frente a unas pocas enfermedades que afectan a muchos millones de personas. Incluso el tamaño de los incendios forestales, que se propagan a través de la red de conexiones físicas entre árboles, sigue esta distribución la distribución de la ley potencial (ver ¿Qué tienen en común los nematodos, los incendios y el envejecimiento humano?).
El hallazgo clave de Bardi y sus colegas es que los datos sobre los conflictos bélicos muestran claramente esta característica de la ley de potencia. La mayoría de los conflictos violentos provocan un reducido número de muertos, mientras que unos pocos causan millones de muertes. "La guerra parece seguir las mismas leyes estadísticas que otros fenómenos catastróficos, como los huracanes, terremotos, tsunamis, inundaciones y deslizamientos de tierra, cuya distribución sigue la ley de potencia", afirman.
Esta característica es importante porque permite a los teóricos de la red estudiar la guerra con las mismas herramientas matemáticas desarrolladas para una amplia gama de fenómenos de red. También proporciona nuevos conocimientos sobre la naturaleza y las causas de la guerra.
Por ejemplo, los historiadores se centran a menudo en los acontecimientos específicos que desencadenan una guerra. Pero este nuevo enfoque sugiere que los motivos que activan una guerra no determinan su volumen final.
Una buena analogía está en los incendios forestales. La dimensión de estos incendios tiene poco que ver con la chispa que los inicia, sino que depende de la red de conexiones entre los árboles, que varía con el tiempo.
Del mismo modo, la magnitud de una guerra tiene poco que ver con el incidente desencadenante, sino que depende de la red de las tensiones políticas, sociales y económicas que existen en ese momento. Eso es algo muy difícil de medir. Y por eso mismo, las afirmaciones de que una guerra puede librarse en términos limitados siempre deben ser recibidas con escepticismo.
Bardi y sus colegas utilizaron este enfoque para explorar la idea de que la humanidad es cada vez más pacífica, pero concluyen que no hay evidencias convincentes que la justifiquen. "Hay pocas pruebas que apoyen la idea de que la humanidad está progresando hacia un mundo más pacífico", concluyen. Esto se debe a que aunque las guerras son cada menos comunes, también son más destructivas.
El planteamiento de Bardi y sus colegas no es ni único ni nuevo. Varios investigadores han comenzado a analizar la guerra de la misma manera en los últimos 20 años aproximadamente. Sin embargo, el nuevo trabajo respalda los estudios previos al aplicarse por primera vez en una de las bases de datos más grandes de los conflictos violentos.
Este tipo de estudios también pone en tela de juicio el significado del periodo de relativa paz que se vive desde la Segunda Guerra Mundial. El año pasado, el investigador de la Universidad de Colorado en Boulder (EE.UU.) Aaron Clauset realizó un estudio similar con una base de datos más pequeña y concluyó que la paz actual tendría que durar más de 100 años para poder considerarla una tendencia que refleje un cambio significativo.
Asimismo, esto supone que la posibilidad de que en el futuro ocurra un conflicto mayor es incómodamente alta. Según Clauset: "Los patrones históricos de la guerra parecen sugerir que una paz prolongada puede ser sustancialmente más frágil de lo que creen sus defensores". Una conclusión que da que pensar.
Ref: arxiv.org/abs/1812.08071: Pattern Analysis of World Conflicts Over the Past 600 Years