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Xu Haihan | Getty Images

Tecnología y Sociedad

El potencial espacial de China despegó en 2018 y acelerará este año

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China se convirtió por primera vez en el país que más cohetes lanzó a la órbita terrestre el año pasado. Su creciente programa espacial y el auge de las 'start-ups' espaciales con financiación privada están haciendo que se convierta en una potencia espacial similar a EE. UU. Y sus planes para 2019 son aún más ambiciosos

  • por Joan Johnson-freese | traducido por Ana Milutinovic
  • 08 Enero, 2019

Una tarde del pasado octubre, desde una plataforma de lanzamiento lejana e inhóspita en el desierto de Gobi (China), el Futuro se elevó hacia el espacio. Futuro, un pequeño satélite construido para un programa científico de la Televisión Central de China, fue apenas una mejora en comparación con el primer satélite chino, lanzado desde el mismo lugar, del centro de lanzamiento de Jiuquan (China), en 1970. Sin embargo, el lanzamiento de este octubre fue histórico: era el primer cohete chino desarrollado con capital privado que alcanzaba la órbita terrestre.

Zhuque-1, el cohete que llevó a Futuro a órbita, tiene tres fases. La primera fase fue desarrollada sin problemas. La segunda, también. Unos minutos más tarde, la tercera fase salió mal. Futuro se perdió.

Los vuelos espaciales son difíciles y los nuevos cohetes a menudo fracasan. Los tres primeros lanzamientos de SpaceX fallaron pero, tal y como lo cuenta su fundador y director, Elon Musk, el cuarto lanzamiento tuvo éxito y se produjo justo antes de que se agotara el dinero. SpaceX ha cambiado la imagen de la industria aeroespacial de Estados Unidos. Después de varias décadas de dominación por parte de las compañías antiguas, SpaceX es la más destacada de una nueva generación de empresas que, al reducir drásticamente los costes de lanzamiento, buscan revolucionar tanto los viajes espaciales con humanos como el mercado de lanzamiento de satélites.

Ahora esa revolución también está llegando a China. Landspace, la empresa que construyó el Zhuque-1, no es la única compañía que lo intenta. En el momento en el que escribía este artículo, otra compañía, OneSpace, también estaba planeando un lanzamiento orbital para más adelante, mientras que una tercera, iSpace, quiere hacerlo en 2019.

Independientemente de cuál sea la compañía que gane la carrera, dos cuestiones destacan claramente. Las start-ups espaciales con financiación privada están cambiando la industria espacial de China. E incluso sin su ayuda, China está preparada para convertirse en una potencia espacial similar a Estados Unidos.

Mientras los programas espaciales de Estados Unidos y Rusia tienen dificultades por unos presupuestos inciertos, China está ampliando sus esfuerzos en todos los frentes: en las comunicaciones y satélites de reconocimiento; en navegación y posicionamiento para competir con el GPS de EE.UU.; en el programa de vuelo espacial para humanos; y en ambiciosos proyectos de ciencia espacial y exploración robótica. Todo esto está desarrollándose con una colección de nuevos cohetes con capacidades avanzadas.

El año 2018 se perfila como el primer año en el que más cohetes han alcanzado la órbita terrestre desde China que desde cualquier otro paísA mediados de diciembre, China había realizado 35 lanzamientos con éxito, frente a 30 de Estados Unidos.

El 7 de diciembre, un lanzamiento desde el centro de lanzamiento de satélites de Xichang en Sichuan (casi mil millas [1.600 km] al sureste del centro de lanzamiento de Jiuquan) envió al espacio una nave robótica llamada Chang'e 4. En enero ha aterrizado en el lado oculto de la luna. Ha sido la primera nave espacial en conseguirlo: el programa espacial de China está alcanzando su mejor momento.

Lanzamientos orbitales por países 2000-2018 

Gráfico: El programa espacial de China ha estado creciendo constantemente. A finales de 2018, China estaba llegando a casi 40 lanzamientos orbitales, más que cualquier otro país el año pasado. Fuentes: Project Space Track/ US Air Force / Datos de noviembre de 2018 

La luz del amanecer

En 2014, el Gobierno chino decidió permitir la inversión privada en la industria relacionada con el espacio. Landspace comenzó con unas pocas docenas de personas. Ahora tiene más de 200 empleados en una base industrial en Huzhou, en el este de China y en las instalaciones de montaje y prueba en X'ian, una ciudad del centro de China. La compañía planea trabajar de manera incremental, comenzando con nanosatélites, dispositivos que pesan entre 1 y 10 kilogramos para subir a cargamentos más grandes y, con el tiempo, a vuelos espaciales para humanos.

La tecnología espacial provocará tensiones independientemente de quien tenga el poder. Misiles y satélites se lanzan de la misma manera

Landspace ya tiene un contrato con una empresa danesa para lanzar una serie de nanosatélites de observación y de comunicación terrestre en órbita alrededor del ecuador. Tener contratos extranjeros es importante no solo porque generan dinero, sino también como un indicador de confianza de que las empresas espaciales de China son serias.

En septiembre de 2018, iSpace lanzó tres nanosatélites en un breve vuelo suborbital, convirtiéndose en la primera start-up espacial china en llegar con éxito más allá de la atmósfera de la Tierra. Otra compañía, LinkSpace, planea lanzar un despegue vertical y hace un aterrizaje vertical en 2020. Landspace, OneSpace, iSpace, LinkSpace y ExPace (que se presenta como una start-up, aunque es una filial de una empresa estatal) lideran un grupo de start-ups chinas menos conocidas de lanzamientos.

Estas compañías están operando conjuntamente con una serie de nuevas compañías chinas con fondos privados dedicadas a lo que se puede hacer en el espacio, en lugar de llegar allí. Spacety y Commsat, entre otras, están planificando grandes constelaciones de pequeños satélites de comunicación e imágenes.

Ese tipo de constelaciones, ya sean chinas o americanas, están transformando los aspectos de la forma en la que se usa el espacio. Al hacer que las imágenes satelitales de baja resolución sean mucho más baratas (entre otras aplicaciones novedosas para los satélites pequeños), están catalizando una era más ágil de experimentación comercial, científica y militar.

Sin embargo, la exploración del espacio para humanos requiere cohetes de carga pesada para lanzar módulos de estaciones espaciales o para enviar personas a la Luna o a Marte. También se necesitan cohetes de carga pesada para colocar los grandes satélites de comunicaciones en órbita geoestacionaria, donde podrían permanecer sobre un pedazo de suelo en particular. (La órbita geoestacionaria está aproximadamente 100 veces más alejada que la órbita de la Tierra baja y se necesita mucha más energía para llegar allí). Y son necesarios para las misiones de retorno de muestras para traer fragmentos de la Luna o Marte a la Tierra.

Capacidad de carga útil en órbita terrestre baja

Ilustración: Kyle Thomas Hemingway

A diferencia de SpaceX, ninguna de las nuevas start-ups espaciales chinas está desarrollando tales cohetes. Pero China sí que lo hace.

La industria aeroespacial establecida en China es una sopa de letras de empresas estatales que son el legado al estilo ruso de instituciones y oficinas numeradas de los días de Mao. La mayor de ellas, la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China (CASC) es casi tan grande como Boeing: emplea a más de 140.000 trabajadores. Una filial llamada Academia de Tecnología de Vehículos de Lanzamiento (CALT) de China había construido el Long March 5, el primer cohete pesado de China. CALT también está trabajando en un cohete súper pesado que, cuando se termine en un par de años, podría convertirse en el más poderoso jamás construido.

El primer vuelo del Long March 5, en noviembre de 2016, fue un éxito. Pero la ingeniería aeroespacial es, en definitiva, ciencia espacial. Los cohetes más potentes no son necesariamente los más grandes y la complejidad crece rápidamente. Ese primer vuelo se había retrasado durante años mientras los ingenieros resolvían los problemas en los motores criogénicos. Seis minutos después del segundo vuelo, en julio de 2017, una bomba falló y el cohete se estrelló en el mar.

Varios planes ambiciosos de China están en espera hasta que el Long March 5 comience a volar de nuevo. Si todo va según lo planeado, su próximo lanzamiento en enero de 2019 llevará a bordo un enorme satélite de comunicaciones de gran capacidad a la órbita geoestacionaria. El siguiente lanzamiento, previsto para más adelante en 2019, enviará a Chang'e 5 a la Luna y luego regresará. Si tiene éxito, será la primera misión de retorno de muestras desde que el Luna 24 de la Unión Soviética trajo 170 gramos de suelo lunar a la Tierra en 1976.

El siguiente paso de China en el vuelo espacial humano será una gran estación espacial con tripulación permanente. El lanzamiento del módulo central de la estación por el Long March 5 está previsto para 2020, el primer paso hacia una estación completa prevista para 2022. Incluso cuando esté terminada, la estación espacial de China solo tendrá una quinta parte del tamaño de la Estación Espacial Internacional (EEI). Pero será de China completamente, mientras que el futuro de la EEI como una colaboración entre Estados Unidos y Rusia (con la ayuda de otros países) está en el aire.

China también está desarrollando un telescopio espacial que tendrá la misma resolución que el Hubble, con un campo de visión 300 veces más grande. El telescopio se colocará en órbita cerca de la estación espacial, de modo que los astronautas chinos puedan reparar el instrumento rápidamente si surgen problemas. CALT ha aprendido de los errores de la NASA: la NASA tardó más de tres años en arreglar el espejo defectuoso del Hubble.

Suponiendo que CALT resuelva los problemas, el Long March 5 transformará las capacidades espaciales de China. El sucesor que CALT está desarrollando, el Long March 9, cuyo primer vuelo está programado para 2028, podrá poner en órbita 140 toneladas métricas, más de cinco veces más que el Long March 5. En capacidad, se comparará con el Saturno V, que sigue siendo el cohete más poderoso jamás construido, y superará con creces la versión más ambiciosa del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) de la NASA, que también está previsto para 2028 (como muy pronto). El Long March 9 sería capaz de llevar a personas a la Luna y de lanzar una misión de retorno de muestras de Marte.

El SLS y el Long March 9 podrían retrasarse los dos por algunos contratiempos técnicos. La diferencia es que mientras los planes de la NASA han cambiado con cada nueva administración y han tenido dificultades para encontrar apoyo en el Congreso, CALT ha tenido un mandato constante del Gobierno chino.

La relación entre Estados Unidos y China se ha deteriorado bajo la administración de Trump. Pero la naturaleza de doble uso de la tecnología espacial provocará tensiones internacionales independientemente de quién tenga el poder en cualquiera de los países. Misiles y satélites pacíficos se lanzan de igual manera. Los satélites de control ambiental y los satélites de reconocimiento militar son similares; los satélites de comunicaciones pueden transmitir órdenes de alto secreto o proporcionar wifi a los pasajeros de las aerolíneas. Los satélites maniobrables para repostar y reparar otros satélites también pueden usarse como armas contra las plataformas orbitales de un adversario.

Estados Unidos lleva un tiempo considerable tratando de descubrir cómo obstaculizar los planes espaciales chinos. Han boicoteado a China desde la EEI y una ley ampliamente criticada de 2011 prohíbe el contacto bilateral entre la NASA y los científicos chinos. Esos esfuerzos son contraproducentes. Aíslan a Estados Unidos sin tener un control significativo de las ambiciones chinas. Para mantenerse a la vanguardia, EE. UU. tendrá que poner orden en su propia casa, en lugar de tratar de entorpecer a la competencia.

Joan Johnson-Freese es profesor de asuntos de seguridad nacional en el Naval War College. 

Tecnología y Sociedad

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