La coordinación público-privada, la financiación y la abundancia de datos de China y EE. UU. contrasta con la falta de estrategia común del viejo continente. Pero su diversidad de talento y sus valores pueden convertirla en líder del desarrollo ético de la inteligencia artificial
En la carrera internacional por dominar la inteligencia artificial (IA), Estados Unidos ha dejado de mirar a China desde el retrovisor. La decidida apuesta del gigante asiático por convertirse en líder mundial de la "tecnología más poderosa del siglo XXI" ha provocado que las grandes tecnológicas estadounidenses deban conformarse con el segundo lugar. El peor resultado es para Europa, que se encuentra "por detrás de China y Estados Unidos tanto a nivel de publicaciones como de desarrollo industrial de esta tecnología", afirma el coordinador del máster universitario en Inteligencia Artificial de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), José Antonio Gámez, en declaraciones a MIT Technology Review en español.
Pero aunque vaya a la cola en avances tecnológicos, hay un área estratégica en la que el viejo continente podría tener mucho que decir: la ética de la inteligencia artificial. Ante una tecnología capaz de crear una sociedad más injusta y desigualitaria si no se diseña bajo unos buenos pilares éticos, una estrategia paneuropea fundamentada en los valores de la UE se vuelve más necesaria que nunca (ver Google advierte: el verdadero peligro de la IA no son los robots asesinos sino los algoritmos sesgados y Los nuevos empleos de la IA podrían aumentar la desigualdad aún más).
Estados Unidos, cuna de las multinacionales de los datos, cuenta con un engranaje perfecto que conecta la iniciativa pública con la investigación en las universidades y la lleva a la actividad privada. Así lo afirmó el inversor y emprendedor en IA Fabian Westerheide durante su ponencia en el reciente AI Show celebrado en Madrid (España). "El sistema militar organiza un concurso que premia a los mejores coches autónomos, entonces las universidades ponen a sus investigadores a trabajar y cuando presentan sus iniciativas, llega Google y las compra", así describe Westerheide lo que parece una cadena de montaje sin fallos.
El país no solo ha conseguido que su máquina funcione a la perfección, además, cuenta con la mayor concentración de start-ups de inteligencia artificial del mundo: 1.393, según el paisaje del número de start-ups de IA presentes en los principales hubs tecnológicos del mundo elaborado por consultora alemana Roland Berger y el fondo de inversión Asgard. Ni siquiera sumando las europeas (769) y las chinas (383) se puede igualar el número de start-ups estadounidenses dedicadas a la IA.
Pero a pesar de sus buenos resultados, China ha adelantado a EE. UU. por la derecha. En 2017, según datos de CBInsights, cerca de la mitad de la financiación privada para la IA (48 %) acabó en Asia, adelantando, según Westerheide, por primera vez a Estados Unidos (38 %) y también al resto del mundo (13 %).
Más allá de la financiación, China también ha asumido el liderazgo "en cuanto a publicaciones", añade Gámez, y detalla: "Una búsqueda en Scimago devuelve unas 12.000 publicaciones chinas en 2017 y otras 9.000 de Estados Unidos". En contraste, aunque hay países europeos entre los 10 primeros de la lista, comparativamente sus cifras son mucho más bajas: Alemania tiene 2.200 publicaciones, y Francia y España otras 1.600, respectivamente.
La importancia de los datos
"Para que los sistemas de aprendizaje profundo funcionen, necesitan millones de datos" y por ese motivo, Facebook y Google y en definitiva, Estados Unidos, han liderado "el desarrollo de IA para el procesamiento de grandes cantidades de datos mediante algoritmos de aprendizaje profundo", explica el fundador y director del Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial del CSIC, Ramón López de Mántaras. Reconoce que "ellos [Google y Facebook] tienen los datos, los ordenadores de alta computación, y el talento". Y detalla que ese "talento se lo han llevado de las universidades pagando salarios que multiplicaban por cinco o por diez el de la academia. Tienen todas las ventajas imaginables".
China también destaca en cuanto a datos. Según Westerheide, el gigante tiene claro su objetivo y "ha trabajado en una estrategia que involucra a toda la sociedad, desde los gobiernos locales hasta el nivel nacional". Además, "China está recuperando muchos cerebros fuera del país con contratos millonarios", explica López de Mántaras. Por último, la vigilancia a la que el Gobierno de Xi Jinping somete a su población resulta en una recopilación de datos útiles para el desarrollo de la IA. No hay que olvidarse de Baidu, el Google chino que controla el 70 % del mercado online en su país de origen y que almacena los datos de búsqueda de una población de 1.300 millones de habitantes.
En el lado contrario de la balanza vuelve a estar Europa. López de Mántaras lamenta: "Falta homogeneidad porque no somos un único estado. Somos comparables en muchas cosas con Estados Unidos, pero no somos un solo país y existen burocracias muy diferentes que dificultan el trabajo. Europa tiene datos muy distintos".
Pero esta falta de homogeneidad se convierte en una oportunidad cuando se de talento. Todos los expertos consultados coinciden en que uno de los puntos fuertes de Europa frente a China y Estados Unidos es su diversidad, capaz de aportar puntos de vista diferentes.
CLAIRE, el inicio de una estrategia europea
Ver la carrera por liderar la inteligencia artificial desde el tercer lugar tiene sus ventajas. Así lo afirma el cofundador de la Confederación de Laboratorios de Investigación en Inteligencia Artificial en Europa (CLAIRE, por sus siglas en inglés) Holger Hoos. El experto detalla: "Estar por detrás nos permite observar cómo se está trabajando en otros lugares y tratar de hacerlo mejor en Europa. Estamos aprendiendo de las debilidades de China y Estados Unidos". Pero "quedarse detrás puede tener consecuencias indeseadas, como la fuga de cerebros o que la industria europea se convierta en dependiente de tecnología que se desarrolla en otros puntos del planeta", matiza.
Con el objetivo de evitar esas "consecuencias indeseadas", Hoos ha liderado la creación de este "movimiento base de la comunidad europea que trabaja en IA". El objetivo de CLAIRE es "conseguir la excelencia de la IA en Europa y ayudar a la Comisión Europea y a los gobiernos a conseguir los objetivos de la IA centrada en el individuo", comenta a este medio.
El responsable apuesta porque los valores democráticos que "se comparten en los países miembros de la Unión Europea" se apliquen a la investigación y el desarrollo de la IA made in Europe. Ramón López de Mántaras coincide con su colega y señala que la IA "es una tecnología que, si no se usa con criterio social y humanístico, no hará más que ampliar las desigualdades entre ricos y pobres".
CLAIRE se erige así como la respuesta común a la falta de coordinación europea, ya que "ningún país por su cuenta podría competir con China o Estados Unidos", asegura Hoos. CLAIRE busca "seguir el ejemplo de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) para centralizar los recursos experimentales, los datos, servicios de computación y ponerlos a disposición de todos los centros de excelencia de distintos países".
De momento, la Comisión Europea ha presentado un documento en el que se compromete a aumentar la financiación en inteligencia artificial en 20.000 millones de euros. Sin embargo, esto no convence a los expertos, quienes consideran que Europa va demasiado despacio y está depositando todas sus apuestas en la "cultura de la subvención", lamenta López de Mántaras. En su opinión, "una asignatura pendiente de Europa es que el mayor peso de la investigación se paga con dinero público, mientras que en Estados Unidos y China, Facebook, Google y Baidu financian su investigación".
La coordinación estadounidense y el impulso de todos los actores públicos y privados chinos, dispuestos a liderar la IA en 2025, están llevando a Europa a una carrera en la que su única opción es hacer un sprint. Los países miembros cuentan con el talento y los valores éticos, pero cada vez es más necesaria una estrategia común en el viejo continente si se quiere tener voz y voto en el desarrollo de la IA.