Los expertos coinciden: si los beneficios de la inteligencia artificial se solo llegan a las manos de los más ricos, la economía podría explotar. Las empresas deben invertir para formar a sus empleados en nuevas capacidades y los gobiernos, ofrecer complementos salariales a los trabajadores
Todavía nadie tiene ni idea sobre cuál será el impacto económico que traerá la revolución de la inteligencia artificial (IA) que se avecina. Para saberlo, habrá que esperar. Este fue la conclusión clave del panel de expertos en la temática que participaron en la conferencia EmTech Next organizada la semana pasada por MIT Technology Review en Cambridge (EE. UU.). Su coloquio abordó el futuro del trabajo y los cambios (tanto los que se esperan como los que se desconocen) que la inteligencia artificial, la robótica y otras tecnologías emergentes provocarán en el mercado laboral.
El economista ganador del Premio Nobel y profesor de MIT Robert Solow, afirmó que es "difícil saber" si la IA dará lugar a una reorganización tecnológica diferente de las que hemos visto en el pasado. Y añadió que, de momento, parece que será igual. Pero todavía no tenemos mucha información acerca de cómo sería una economía basada en la inteligencia artificial, ni cuánto habrá que invertir en cosas como edificios y equipos, ni qué tipo de mano de obra tendrá mayor demanda.
"La minería de carbón no fue igual que la fabricación de automóviles, ni que la venta al por menor, y una economía basada en la inteligencia artificial también será distinta a todas las demás", explicó Solow.
Muchos de los productos y servicios relacionados con la IA solo existen en el ámbito digital. La miembro de la Administración de Pequeñas Empresas de Estados Unidos Karen Mills, que sirvió durante el mandato del expresidente Barack Obama, señaló que aunque los semiconductores definieron los últimos 50 años de innovación y generaron una gran cantidad de crecimiento económico, se trata de bienes fabricados físicamente.
La experta dijo: "[La IA no es] un producto físico, es un servicio. Por lo que una de las preguntas que nos hacemos es: ¿eso cambiará la economía si no es un bien de capital?".
Mills considera que hay un gran problema que podría tener efectos duraderos. Se refiere al desajuste entre las habilidades que las empresas necesitan en los nuevos empleados y las que los empleados tienen o pueden adquirir fácilmente. Y explicó que para solucionar esto, las empresas deben comenzar a invertir en sus trabajadores de la misma forma que lo hacen en sus cadenas de suministro.
Pero aunque una economía sea muy productiva, como señaló Solow para el caso de EE. UU., donde la suma de los ingresos generados este año rondará los 16 billones de euros, la escasez de salarios es un gran problema. El ganador del Premio Nobel explicó que, desde que comenzó a trabajar como economista en la década de 1940, el porcentaje de personas que reciben salarios y sueldos ha bajado del 75 % a alrededor del 62 %. Ese es un gran motor de la desigualdad en el país, ya que la riqueza se ha concentrado entre las personas con mayores ingresos.
Todavía no sabemos qué impacto tendrá la IA en la redistribución de la riqueza. Pero si la proporción de beneficios del país que va a parar a los trabajadores sigue bajando, Solow cree tendremos que encontrar una nueva forma de redistribuir los ingresos. Y no es el único (ver El trabajo del futuro necesita reciclaje laboral y reparto de riqueza)
¿Cómo podemos hacerlo? El economista no es partidario de una renta básica universal, donde cada persona recibe periódicamente una cantidad garantizada de dinero. Pero sugirió la creación de una agencia gubernamental similar a la Administración de la Seguridad Social que podría poseer activos como robots y distribuir los ingresos a las personas, aunque no necesariamente por edad, como lo hace la Seguridad Social. Solow también imagina algún tipo de suplemento salarial para los trabajadores.