La gran cantidad de datos recopilada por los automóviles sin conductor podría ser usada por las compañías de seguros para evitar situaciones de peligro, vigilar mejor la seguridad y poner límites a sus sistemas de autonomía
En este preciso momento, hay cientos de vehículos autónomos circulando por las calles de todo el mundo. Todos siguen siendo experimentales (no contamos los Teslas, que no son autónomos), porque todavía no sabemos si realmente son seguros. Una de las razones más importantes por las que siguen en etapa experimental es por la siguiente duda: ¿quién tiene la culpa en caso de que tengan un accidente mientras transportan pasajeros?
Esta responsabilidad es uno de los problemas más delicados que implican a los vehículos autónomos, especialmente si en algún momento llegan a estar de venta al público. Pero podría resolverse con la ayuda de una prueba liderada por Oxbotica, la compañía de vehículos autónomos que se formó en la Universidad de Oxford (Reino Unido), para investigar cómo los vehículos sin conductor pueden reunir y compartir datos. La idea es explorar no solo cómo los automóviles pueden compartir información entre ellos para poder conducir de manera más efectiva, sino también cómo los datos podrían ser utilizados por terceros, como las autoridades municipales y, principalmente, las aseguradoras.
El proyecto utiliza tres Ford Fusions autónomos, cada uno equipado con cámaras estéreo y sensores LIDAR, controlados mediante el software de autonomía de Oxbotica, Selenium, mientras recorren la ciudad de Oxford y sus alrededores. Todos los vehículos usan conexiones celulares para enviarse datos entre ellos y también a otras organizaciones que participan en el proyecto, como la aseguradora XL Catlin.
La idea de recopilar datos de los automóviles de manera inalámbrica no es nueva, pero en el caso de los vehículos autónomos, la cantidad de información que pueden recoger mientras circulan por el mundo es inmensa. Por ejemplo, en el caso de los automóviles Oxbotica, el valor de los datos que pueden recopilar en un solo día de conducción alcanza cifras de terabytes. Eso significa que averiguar exactamente qué compartir es un problema complejo, ya que todos los datos deben transmitirse a través de conexiones celulares.
Está claro que existen preocupaciones de seguridad sobre conectar un automóvil autónomo a internet. El consejero delegado de Waymo, John Krafcik, dijo que sus vehículos se conectan online "solo cuando lo necesitan, por lo que no hay una línea continua que pueda ser pirateada y que entre al automóvil".
Por ahora, los vehículos de Oxbotica solo transmiten información de alto nivel, como velocidad, dirección e inferencias sobre su entorno. El cofundador de Oxbotica y profesor de la Universidad de Oxford, Paul Newman, dice que los automóviles ya están recibiendo ayuda para planificar sus rutas alertándose unos a otros sobre los tramos que han tenido modificaciones respecto a sus viajes anteriores. Por ejemplo, cuando de la noche a la mañana se inicia un trabajo de construcción en la carretera.
La perspectiva de compartir datos con terceros puede resultar más interesante, pero también inquietante. "Mientras conducen, estos vehículos están haciendo cálculos matemáticos, probablemente acerca de aquello sobre lo que tienen que tomar decisiones", explica Newman, y añade: "¿Cómo de seguros están de su posición en la carretera, el color de una señal de tráfico y la velocidad de un vehículo que se aproxima?".
Oxbotica ya comparte parte de esa información con XL Catlin. Por ejemplo, cuántas características geográficas reconoce el automóvil u cuántos obstáculos están cerca del vehículo. El objetivo es crear puntuaciones para evaluar el riesgo, que podrían usarse para determinar cómo debería comportarse el automóvil.
Newman expone el siguiente escenario hipotético. Digamos que, por la tarde, un automóvil ve a un gran grupo de niños en la acera, cerca de una escuela. Aunque no comprende que las clases han terminado, sí ve que hay más obstáculos potenciales de lo habitual. Una aseguradora podría procesar esos datos y solo permitir el paso de vehículos robóticos a baja velocidad o bien programarles otra ruta.
"Las aseguradoras pueden ajustar los límites [en los que puede operar un automóvil autónomo] para controlar los riesgos. El sistema de autonomía tiene un seguro incorporado que le permite controlar el peligro sobre una flota de coches", explica Newman.
Oxbotica reconoce que este tipo de relación cercana con las aseguradoras podría animar a los legisladores a permitir más vehículos autónomos en las carreteras para que se realicen pruebas, impulsados al saber que los expertos en evaluación de riesgos están involucrados en el control de los mismos. Newman también sugiere que esto podría hacer que sea más fácil obtener el visto bueno para probar vehículos autónomos en otros entornos de alto riesgo, como los aeropuertos.
"Si las aseguradoras están dispuestas a dar cabida a las inquietudes, se pueden acelerar las pruebas", dice el profesor titular del University College de Londres (Reino Unido) Jack Stilgoe, especializado en la administración de las tecnologías emergentes.
Sin embargo, agrega que el seguro es un problema relativamente limitado en vista del potencial de la tecnología para cambiar la forma en la que nos movemos. Las aseguradoras, si se las deja decidir cuándo y cómo se despliegan los automóviles autónomos por las calles, podrían no darse cuenta de ese potencial.
"La industria de seguros no estará pensando en estas cosas, por eso los legisladores deben hacerlo. Tenemos una oportunidad para repensar el transporte y las ciudades", concluye Stilgoe.