
Las patentes CRISPR vuelven a estar en juego.
Este lunes Tribunal de Apelación del Circuito Federal de EE UU declaró que las científicas Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier tendrán otra oportunidad de demostrar que merecen ser las propietarias de las patentes clave de lo que muchos consideran el invento biotecnológico más importante del siglo XXI.
La pareja compartió un Premio Nobel en 2020 por desarrollar el versátil sistema de edición genética, que ya se utiliza para tratar diversos trastornos genéticos, entre ellos la anemia falciforme.
Pero cuando en 2014 se concedieron derechos de patente clave en EE UU al investigador Feng Zhang, del Instituto Broad del MIT y Harvard (EE UU), la decisión desencadenó una agria disputa en la que están en juego cientos de millones de dólares, así como derechos de chulería científica.
La nueva decisión supone un espaldarazo para las Nobel, que anteriormente se habían enfrentado a una serie de desmoralizantes reveses sobre los derechos de patente tanto en EE UU como en Europa.
«Esto apunta a quién fue el primero en inventar, quién tiene prioridad y quién tiene derecho a las patentes más amplias», afirma Jacob Sherkow, profesor de Derecho de la Universidad de Illinois (EE UU).
Apunta que ahora hay al menos una posibilidad de que Doudna y Charpentier «sean las claros vencedoras».
La batalla por la patente de CRISPR es una de las más bizantinas de la historia, y sitúa a esta tecnología, junto con la máquina de vapor, el teléfono, la bombilla y el láser, entre los inventos más disputados de la historia.
En 2012, Doudna y Charpentier fueron las primeros en publicar una descripción de un editor de genes CRISPR que podía programarse para cortar con precisión el ADN en un tubo de ensayo. No hay discusión al respecto.
Sin embargo, la lucha por la patente se refiere al uso de CRISPR para editar el interior de células animales, como las de los seres humanos. Se trata de una invención distinta, que ambas partes afirman haber inventado ese mismo año.
En derecho de patentes, este momento se conoce como concepción: el instante en que una bombilla aparece en la cabeza de un inventor, revelando un plan definido y factible sobre cómo va a funcionar una invención.
En 2022, un organismo especializado llamado Patent Trial and Appeal Board, o PTAB, decidió que Doudna y Charpentier no habían concebido plenamente la invención porque al principio tuvieron problemas para conseguir que su editor funcionara en peces y otras especies. De hecho, tuvieron tantos problemas que Zhang se les adelantó con una publicación de 2013 en la que demostraba que podía utilizar CRISPR para editar células humanas.
Las Nobel recurrieron la decisión y ayer el tribunal de apelaciones la anuló, afirmando que la junta de patentes aplicó un criterio erróneo y debe reconsiderar el caso.
Según el tribunal, Doudna y Charpentier no tenían que «saber que su invento funcionaría» para que se les reconociera el mérito de haberlo concebido. Lo que podría importar más, según el tribunal, es que al final funcionara de verdad.
En una declaración, la Universidad de California en Berkeley (EE UU) aplaudió el llamamiento a la revisión.
«La decisión de hoy crea una oportunidad para que la PTAB reevalúe las pruebas bajo el estándar legal correcto y confirme lo que el resto del mundo ha reconocido: que el equipo de Doudna y Charpentier el primero en desarrollar esta tecnología innovadora para que el mundo la comparta», dijo en el comunicado Jeff Lamken, uno de los abogados de Berkeley.
El Instituto Broad publicó un comunicado en el que afirma que «confía» en que la junta de apelaciones «confirmará de nuevo las patentes de Broad, porque los hechos subyacentes no han cambiado.»
Es probable que la decisión reabra la investigación sobre lo que se escribió en los cuadernos de laboratorio de hace 13 años y sobre si Zhang basó su investigación, en parte, en lo que aprendió de las publicaciones de Doudna y Charpentier.
El caso volverá ahora a la junta de patentes para un nuevo examen, aunque Sherkow afirma que la decisión judicial también puede recurrirse directamente ante el Tribunal Supremo de EE UU.