Skip to main content

La semana pasada, OpenAI lanzó Sora, una aplicación al estilo de TikTok que presenta un feed interminable de vídeos generados exclusivamente por IA, cada uno de ellos con una duración de hasta 10 segundos. La aplicación te permite crear un «cameo» de ti mismo, un avatar hiperrealista que imita tu apariencia y tu voz, e insertar los cameos de otras personas en tus propios vídeos (dependiendo de los permisos establecidos por el usuario).  

Para algunas personas que creían sinceramente en la promesa de OpenAI de crear una IA que beneficiara a toda la humanidad, la aplicación ha resultado ser un chiste. Un antiguo investigador de OpenAI que se marchó para crear una startup de IA para la ciencia se refirió a Sora como una «máquina infinita de basura de IA al estilo TikTok».  

Eso no ha impedido que se haya disparado hasta el primer puesto de la App Store de Apple en Estados Unidos. Después de descargar la aplicación, rápidamente descubrí qué tipos de vídeos, al menos por ahora, funcionan bien: imágenes de cámara corporal de la policía deteniendo a mascotas o a varios personajes de marcas registradas, como Bob Esponja y Scooby Doo, memes deepfake de Martin Luther King Jr. hablando de Xbox y un sinfín de variaciones de Jesucristo navegando por nuestro mundo moderno.  

Me han surgido varias preguntas sobre el futuro de Sora. Esto es lo que he averiguado hasta ahora. 

¿Cuánto durará Sora? 

OpenAI cree que mucha gente va a querer pasar tiempo en una app donde no tienes que preocuparte por si lo que ves es falso o no. Puedes simplemente disfrutar de un flujo constante de contenido generado por IA. Un periodista lo explicó así: «Es placentero porque sabes que nada de lo que estás viendo es real. En otras plataformas tienes que estar adivinando si algo es verdad o mentira. Aquí no hay dudas: todo es IA, todo el rato”. 

Para algunos, esto puede parecer un infierno. Pero, a juzgar por la popularidad de Sora, mucha gente lo quiere.  

¿Qué es lo que atrae de Sora a las personas? Hay dos formas de verlo. Una es que Sora es solo una moda pasajera, con gente haciendo scroll y alucinando un rato con lo que puede generar la IA más puntera (siendo sinceros, eso impresiona durante unos cinco minutos). La otra, que es la apuesta de OpenAI, es que estamos ante un cambio real en el tipo de contenido que capta nuestra atención. Apuestan por que la gente se va a quedar en Sora porque permite un nivel de creatividad brutal que no se puede conseguir en ninguna otra app. En paralelo, hay algunas decisiones pendientes que pueden determinar cuántas personas se quedan: cómo decide OpenAI implementar los anuncios, qué límites establece para el contenido protegido por derechos de autor y qué algoritmos elabora para decidir quién ve qué.  

¿Puede OpenAI permitírselo? 

OpenAI todavía no es rentable, pero eso no es raro si pensamos en cómo funciona Silicon Valley. Lo que realmente sorprende es que la empresa está apostando por una plataforma para generar vídeo, que es la forma de IA que más energía consume, y por tanto, la más cara. La cantidad de energía que necesita es muchísimo mayor que la que se usa para crear imágenes o responder preguntas de texto con ChatGPT. 

Esto no es ninguna novedad para OpenAI, que se ha sumado a un proyecto de 500 millones de dólares para construir centros de datos y nuevas centrales eléctricas. Sin embargo, Sora sube el listón permitiendo generar vídeos de IA de forma gratuita y sin límites: ¿cuánto le costará a la empresa?  

OpenAI está dando pasos hacia la monetización. Ahora se pueden comprar productos directamente a través de ChatGPT, por ejemplo. El 3 de octubre, su director ejecutivo, Sam Altman, escribió en una entrada en un blog que «vamos a tener que ganar dinero de alguna manera con la generación de vídeos», pero no entró en detalles. Es fácil imaginar que en el futuro podrían incluir anuncios personalizados o permitir que compres cosas directamente desde la app. 

Aun así, da un poco de vértigo pensar en la cantidad de emisiones que podría generar Sora si se vuelve popular. Altman ha dicho que el impacto ambiental de una consulta en ChatGPT es muy pequeño. Pero lo que no ha contado es cuánta energía se necesita para generar, por ejemplo, un vídeo de 10 segundos con Sora. Es cuestión de tiempo que los expertos en IA y cambio climático empiecen a pedir que se den esos datos. 

¿Cuántas demandas se avecinan?  

En Sora aparecen personajes públicos y marcas registradas una detrás de otra. Permite crear fácilmente deepfakes de famosos fallecidos. Sus vídeos utilizan música protegida por derechos de autor.  

La semana pasada, el Wall Street Journal informó que OpenAI ha enviado cartas a los titulares de derechos de autor notificándoles que tendrán que darse de baja de la plataforma Sora si no quieren que se incluya su material, si bien no es así como funcionan estas cosas. La ley sobre cómo deben manejar las empresas de IA el material protegido por derechos de autor está lejos de estar establecida, y las demandas que lo cuestionen deben estar al caer.  

En la entrada del blog de la semana pasada, Altman escribió que OpenAI está «recibiendo comentarios de muchos titulares de derechos» que quieren tener más control sobre cómo se utiliza su imagen en Sora. Afirma que la empresa tiene previsto dar a esas partes un «control más detallado» sobre su imagen. Aun así, «puede que haya casos puntuales de generación de contenido en los que se cuelen, aunque no deberían», escribió. 

Otra cuestión es la facilidad con la que se pueden utilizar los «cameos» de personas reales. Las personas pueden restringir quién puede utilizar su cameo, pero ¿qué límites habrá para lo que se puede hacer con estos cameos en los vídeos de Sora?  

Al parecer, este es ya un problema al que OpenAI se ve obligada a responder. El director de Sora, Bill Peebles, afirmaba en una publicación el 5 de octubre que los usuarios ya pueden restringir el uso de sus cameos, por ejemplo, impidiendo que aparezcan en vídeos políticos o que digan determinadas palabras. ¿Cómo funcionará esto? Es solo cuestión de tiempo que alguien use un cameo para algo malicioso, ilegal, explícito o, como mínimo, bastante inquietante. Y eso podría acabar en una demanda que responsabilice a OpenAI. 

Todavía no hemos visto cómo funciona Sora a gran escala, porque OpenAI sigue dando acceso solo con códigos de invitación. Pero cuando eso cambie, creo que será una prueba importante: ¿podrá la IA generar vídeos tan pulidos y adictivos que acaben ganándole la partida a los vídeos “reales” en cuanto a captar nuestra atención? Al final, Sora no solo está poniendo a prueba la tecnología de OpenAI, también nos está poniendo a prueba a nosotros: ¿cuánto de nuestra realidad estamos dispuestos a cambiar por un scroll infinito de simulaciones?