
Ya es un hecho: no alcanzaremos los objetivos del Acuerdo de París 2015 para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y el calentamiento global. Muchas personas quieren culpar a los políticos y a las empresas por este fracaso, pero hay una razón que cobra todavía más fuerza: no contamos con todas las herramientas tecnológicas que necesitamos para lograrlo, y muchas de las que tenemos son demasiado costosas.
A pesar de todos los avances que ha logrado el mundo en materia de fuentes de energía renovables, vehículos eléctricos y almacenamiento de electricidad, necesitamos mucha más innovación en todos estos frentes, desde su descubrimiento hasta la implementación, antes de poder aspirar a alcanzar nuestro objetivo final de cero emisiones netas.
Pero no creo que esto sea motivo para ser pesimistas. Para mí es un motivo para ser optimistas, porque a los seres humanos se nos da muy bien inventar cosas. De hecho, ya hemos creado muchas herramientas que están reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero. Solo en los últimos 10 años, los avances en materia de energía han reducido en un 40% la previsión mundial de emisiones para 2040. En otras palabras, gracias a la capacidad humana para innovar, estamos reduciendo sustancialmente las emisiones de cara a 2040, incluso si no hay ningún otro avance.
Y estoy seguro de que se avecinan más cambios positivos. Llevo 20 años aprendiendo sobre el calentamiento global e invirtiendo en ideas para detenerlo. He contactado con científicos e innovadores imparciales que se han comprometido a prevenir un desastre climático. Hace diez años, algunos de ellos se unieron a mí para crear Breakthrough Energy, un grupo de inversión cuyo único objetivo es acelerar la innovación en materia de energías limpias. Hasta ahora, hemos apoyado a más de 150 empresas, muchas de las cuales se han convertido en grandes negocios, como Fervo Energy y Redwood Materials, elegidas este año como dos de las 10 empresas climáticas a tener en cuenta. [Nota del editor: el Sr. Gates no participó en el proceso de selección de las empresas de este año y no sabía que dos inversiones de Breakthrough habían sido seleccionadas cuando aceptó escribir este ensayo].
Sin embargo, las ClimateTech ofrecen algo más que un bien público. En los próximos años, remodelarán prácticamente todos los aspectos de la economía mundial, transformando los mercados energéticos, la fabricación, el transporte y muchos tipos de industria y producción alimentaria. Algunas de estas iniciativas tendrán que ser compromisos a largo plazo, pero es importante que actuemos ahora. Además, ya está claro dónde se encuentran las oportunidades.
En la última década, ha surgido un ecosistema de miles de innovadores, inversores y líderes industriales que buscan trabajar en cualquiera de los aspectos de este reto climático. La lista de este año de las 10 empresas climáticas a tener en cuenta muestra solo algunos de muchos ejemplos.
Aunque gran parte de este ecosistema de innovación ha crecido en suelo estadounidense, se ha convertido en un movimiento global que no se detendrá ante los nuevos obstáculos en EE UU. Es lamentable que los gobiernos de EE UU y otros países hayan decidido recortar la financiación para la innovación climática y revertir algunas de las políticas que ayudan a que las ideas innovadoras se lleven a cabo. En este contexto, toca ser más rigurosos que nunca a la hora de dedicar nuestro tiempo, dinero e ingenio a los esfuerzos que tendrán mayor impacto.
El reto es el siguiente: ¿cómo averiguar cuáles son aquellas ideas que tendrán mayor impacto? En primer lugar, hay que identificar qué actividades son las responsables de la mayor parte de las emisiones. Las agrupo en cinco categorías: generación de electricidad, fabricación, transporte, agricultura y calefacción y refrigeración de edificios.
Por supuesto, las herramientas sin emisiones de carbono de las que disponemos hoy en día no se distribuyen de manera uniforme entre estos sectores. En algunos sectores, como en las compañías eléctricas, hemos logrado grandes avances. En otros, como la agricultura y la industria, hemos avanzado mucho menos. Para comparar los avances en todos los ámbitos, utilizo lo que denomino «Green Premium», que es la diferencia de coste entre la forma limpia de hacer algo y la forma convencional que produce emisiones.
Por ejemplo, el combustible sostenible de los aviones cuesta ahora más del doble que el combustible convencional, por lo que tiene una prima ecológica superior al 100%. La energía solar y la eólica han crecido rápidamente porque, en muchos casos, son más baratas que las fuentes convencionales de electricidad, es decir, tienen una prima ecológica negativa.
La prima ecológica no es puramente financiera. Para ser competitivas, las alternativas limpias también deben ser tan prácticas como lo que sustituyen. Muchas más personas comprarán vehículos eléctricos cuando las baterías se puedan cargar tan rápido como se llena un depósito de gasolina.
Creo que la prima ecológica es la mejor manera de identificar las áreas de mayor impacto. Cuando es alta, como en el caso del combustible para aviones, necesitamos que los innovadores y los inversores se lancen a resolver el problema. Cuando es baja o incluso negativa, tenemos que superar las barreras que impiden que las tecnologías alcancen una escala global.
Una nueva tecnología tiene que superar muchos retos para vencer a las ya existentes, pero ser capaz de competir en costes es esencial. Si pudiera dar un consejo a todas las empresas que trabajan en tecnologías cero emisiones netas, sería que se centraran en reducir y eliminar la prima ecológica en el sector que hayan elegido. Hay que pensar a lo grande. Si su tecnología puede ser lo suficientemente competitiva como para eliminar al menos el 1% de las emisiones globales al año, es decir, 0,5 gigatoneladas, va por buen camino.
Animo a los responsables políticos a que apliquen este enfoque sectorial de la prima ecológica a su trabajo. Deben apostar por la financiación de las tecnologías limpias y las políticas que las promueven. No se trata solo de un bien público: los países que ganen la carrera por desarrollar estos avances crearán puestos de trabajo, tendrán un enorme poder económico durante las próximas décadas y serán más independientes en materia energética.
Además, los jóvenes científicos y emprendedores deberían pensar en cómo pueden aplicar sus habilidades a estos retos. Es un momento emocionante: las personas que están comenzando una carrera en tecnologías limpias tendrán un enorme impacto en el bienestar humano. El Atlas de ClimaTech, publicado el mes pasado por Breakthrough Energy y otros socios, es una excelente guía sobre las nuevas tecnologías esenciales para descarbonizar la economía y ayudar a las personas a adaptarse a un clima más cálido.
Por último, animo a los inversores a poner su dinero en manos de empresas con tecnologías que puedan reducir significativamente la prima ecológica. Considérenlo una inversión en lo que será la industria de mayor crecimiento del siglo XXI. Las empresas han logrado avances espectaculares en soluciones mejores y más limpias en todos los sectores; lo que muchas de ellas necesitan ahora es capital del sector privado y asociaciones que les ayuden a alcanzar la escala en la que puedan tener un impacto real en las emisiones.
Transformar toda la economía es una tarea sin precedentes, y solo puede lograrse a través de los mercados, apoyando a las empresas con ideas innovadoras que están dejando atrás los combustibles fósiles por mejores alternativas en cuanto a coste y practicidad. Se necesitarán inversores pacientes y dispuestos a aceptar el riesgo de que algunas empresas fracasen. Por supuesto, los gobiernos y las organizaciones sin ánimo de lucro también tienen un papel que desempeñar en la transición energética, pero, en última instancia, nuestro éxito dependerá de la capacidad de los innovadores climáticos para crear empresas rentables.
«Si pudiera dar un consejo a todas las empresas que trabajan en tecnologías cero emisiones netas, sería que se centraran en reducir y eliminar la prima ecológica en el sector que hayan elegido».
Si lo conseguimos, y creo que lo haremos, en la próxima década veremos menos noticias sobre objetivos de emisiones no cumplidos y más noticias sobre cómo las emisiones están disminuyendo rápidamente gracias a que el mundo ha inventado y aplicado ideas revolucionarias: combustibles líquidos limpios que impulsan aviones de pasajeros y buques de carga, barrios construidos con acero y cemento cero emisiones, plantas de fusión que generan un suministro inagotable de electricidad limpia.
No es solo que las emisiones disminuirán más rápido de lo que la mayoría de la gente espera, sino que cientos de millones de personas podrán obtener energía limpia asequible y fiable, con mejoras especialmente notables para los países de bajos ingresos. Más personas tendrán acceso al aire acondicionado para los días extremadamente calurosos. Más niños tendrán luz para poder hacer sus deberes por la noche. Más clínicas de salud podrán mantener sus vacunas refrigeradas para que no se estropeen. Habremos construido una economía en la que todos puedan prosperar.
Por supuesto, el cambio climático seguirá planteando muchos retos. Pero los avances que logremos en los próximos años pueden garantizar que todo el mundo tenga la oportunidad de llevar una vida sana y productiva, independientemente del lugar en el que haya nacido y del clima en el que viva.
Bill Gates es un tecnólogo, líder empresarial y filántropo. En 1975, fundó Microsoft junto a su amigo de la infancia, Paul Allen, y en la actualidad es presidente de la Fundación Gates, una organización sin ánimo de lucro que lucha contra la pobreza, las enfermedades y la desigualdad en todo el mundo. También es el fundador de Breakthrough Energy, una organización dedicada a promover la innovación en materia de energía limpia, y de TerraPower, una empresa que desarrolla tecnologías nucleares y científicas revolucionarias. Tiene tres hijos.
Estos artículos forman parte de la colección sobre 10 empresas climáticas a las que seguir la pista.





