La robotista Martine Rothblatt defiende que las máquinas que desmuestren consciencia humana tengan nuestros mismos derechos
Foto: Martine Rothblatt
Bina48 es una cabeza robótica que se parece a una persona y habla como tal. Mueve los labios y tiene instalado software de conversación. Aunque el robot no está vivo, cuesta afirmar que no hay vida dentro de Bina48. Durante una conversación a veces dice cosas bastante sorprendentes. El director de ingeniería de Google, Ray Kurzweil afirma que es una "maravillosa visión" de la era en que los ordenadores serán capaces de pensar y sentir.
Kurzweil hace este comentario en el prólogo de Virtually Human: The Promise—and the Peril—of Digital Immortality ("Virtualmente humanos: la promesa y el peligro de la inmortalidad digital", sin traducción al español), un nuevo libro publicado por la dueña de Bina48, Martine Rothblatt, que presenta una defensa legal y ética de por qué el software inteligente podría acabar mereciendo los mismos derechos que las personas de carne y hueso.
Abogada y pionera de la industria de la radio por satélite, Rothblatt es directora ejecutiva de United Therapeutics, una empresa de biotecnología que fundó con la intención de curar la enfermedad pulmonar de su hija. El éxito de la empresa ha convertido a Rothblatt en la directora ejecutiva mejor pagada de Estados Unidos, una clasificación que llama la atención en parte porque Rothblatt nació siendo hombre y se sometió a una operación de cambio de sexo en 1994.
Su transformación sirve como trasfondo para su libro, en el que afirma que la humanidad va por la vía rápida hacia un nuevo paso evolucionario en el que copiaremos la personalidad de las personas en máquinas. Y señala que los usuarios típicos de redes sociales ya se pasan varias horas diarias subiendo, tuiteando y seleccionando información digital sobre sí mismos, algo que ella denomina "archivos mentales" (mindfiles). Ahora que las grandes empresas tecnológicas invierten miles de millones en investigación en inteligencia artificial y en ayudantes digitales, Rothblatt sostiene que es inevitable que estos archivos mentales se animen para crear "clones mentales": versiones conscientes y digitales de personas vivas o muertas.
A Rothblatt le interesa principalmente el debate sobre la identidad, los derechos civiles y el significado de la identidad de una persona que rodeará a la aparición de personas virtuales. ¿Una copia digital de ti mismo seguiría siendo tú, o sería una persona distinta? ¿Sería una persona siquiera? ¿Cómo podríamos juzgarlo? Aún queda bastante para que aparezcan seres digitales, pero Rothblatt explica que está dedicando parte de su considerable riqueza a investigaciones a largo plazo para que se conviertan en una realidad. Este trabajo lo lleva a cabo la Fundación Terasem Movement, cuyos primeros proyectos incluyen Bina48 (una copia de la mujer de Rothblatt, Bina), y un servicio llamado Lifenaut al que la gente puede subir fotos, vídeos y sus opiniones para crear una versión de sí mismos en forma de robot para chats. El redactor sénior de biomedicina de MIT Technology Review, Antonio Regalado, ha hablado con Rothblatt sobre los derechos de los humanos virtuales.
¿Por qué has escrito un libro sobre los derechos de los seres virtuales?
Lo hice para expresar mi sincera creencia en que la opresión de las minorías y las personas que son diferentes es algo malo para la sociedad, y para poder minimizar la cantidad inevitable de discriminación a la que se enfrentarán las personas virtuales. Defiendo que alguien que no tiene un cuerpo podría seguir teniendo derechos humanos, mientras tenga una mente.
Una vez te escuché decir que quienes no creen que las máquinas acabarán siendo conscientes, se pueden comparar a quienes niegan la evolución. ¿A qué te referías?
Los datos que defienden la evolución son tan convincentes que me parece que negarlos es negar la realidad. La evolución es bien la consecuencia de un mundo material, o el resultado de algún tipo de acto sobrenatural. Para mí la consciencia es lo mismo. O piensas que la consciencia es algo metafísico, o si no es la consecuencia de interacciones físicas de la materias, gracias a que los cerebros humanos tienen una serie de conexiones, de interacciones atómicas. Y los ordenadores podrían tener lo mismo. Para mí negar la ciberconsciencia es negar que vivimos en un mundo físico.
¿Qué tipo de trato propones para las máquinas conscientes?
Creo que si subes suficiente cantidad de información sobre una persona a la red, en los próximos 10 o 20 años habrá sistemas operativos capaces de examinar este archivo mental subyacente. Y la consciencia será un resultado inevitable de esto. Creo que este software lo regulará la Agencia Estadounidense del Medicamento, como una prótesis que cree, con seguridad y eficacia, consciencia humana. Propongo que estas mentes pasen un año de entrevistas con psiquiatras en las que podrían hablar con ellos como estamos hablando tú y yo, en forma de conversación. Si, a lo largo de un año, el software mental o "mindware" puede convencerlos de que es consciente, debería tratársele como a un humano y debería recibir su documentación correspondiente.
¿Qué clase de reacciones tendrá la gente ante los seres virtuales?
Las reacciones que yo veo me dicen que la discriminación será inevitable. La gente dice "me da igual cómo de sofisticado sea, nunca tendrá la misma humanidad que la carne". Recuerda muchísimo a innumerables ejemplos de represión. Cuando la esclavitud era una práctica común en el siglo XIX, se decía que las personas negras no tenían el mismo tipo de consciencia que las blancas. Y era una opinión generalizada.
Pareces dar por hecho que la gente creará máquinas conscientes. Pero ni siquiera es necesario que suceda, ¿verdad?
La idea de que habiendo cientos de miles de creadores de código en todo el mundo ninguno va a dar consciencia al software no es creíble.
Además existen muchas razones prácticas para crear consciencia que ni siquiera tienen que ver con la curiosidad. ¿Qué pasaría si tuvieras una Siri mejor? De hecho creo que se producirá una especie de carrera armamentística porque habrá demanda.
¿Te preocupa que haya una carrera comercial por la inteligencia artificial?
Me preocupa porque veo muy probable la creación de una clase de esclavos ciberconscientes. La esclavitud es rentable. Pero creo que lo lamentaríamos. Nos tiraríamos cientos de años intentando salir de ese agujero.
Este año te invitaron a hablar en el gran evento sobre futurismo que celebra Google, Google Zeitgeist. ¿Qué contaste?
Lo que expresé se puede resumir de esta manera: un puerto seguro produce barcos felices. Si tememos que los seres ciberconscientes pidan derechos, o que los seres de carne y hueso vean reducida su parte del pastel, o que se produzcan situaciones al estilo de Terminator, nunca lograremos hacer avanzar a la sociedad hacia las posibilidades de la ciberconsciencia. Pero si creamos puertos seguros, si tenemos software mental aprobado por la Agencia Estadounidense del Medicamento, podemos crear una gigantesca nueva realidad.