vTaiwan y Join son dos plataformas en las que cualquiera puede expresar su opinión sobre un tema y el resto vota a favor o en contra hasta que se alcanza un consenso. El país ya las ha utilizado con éxito para regular Uber. ¿El problema? El resultado de las votaciones no es vinculante
Tras cuatro años de debates que no llegaban a ninguna parte, el Ministerio de Finanzas de Taiwán aceptó que su plan de legalizar las ventas de alcohol online estaba en un punto muerto. Cuando lanzó la propuesta a finales de 2015, el organismo entabló conversaciones con vendedores de alcohol, plataformas de comercio electrónico y grupos sociales preocupados de que la medida facilitada el acceso de los niños a las bebidas alcohólicas. Pero en esos debates, cada parte hablaba sin escuchar a las demás, lo que hizo que el Gobierno taiwanés no encontrara un consenso para definir las reglas de la medida.
Fue entonces cuando un grupo de funcionarios y activistas decidió llevar la cuestión a una nueva plataforma de debate online llamada vTaiwan. A principios de marzo de 2016 , unos 450 ciudadanos la utilizaron para proponer soluciones y votarlas.
En cuestión de semanas, los participantes habían alcanzado el consenso sobre un conjunto de recomendaciones. La venta online de alcohol se limitaría a unas pocas plataformas de comercio electrónico y distribuidores; las transacciones solo serían viables con tarjeta de crédito; y las compras se recogerían en tiendas de multiservicio, lo que haría casi imposible que un niño adquiriera alcohol de forma clandestina. A finales de abril, el Gobierno incorporó las sugerencias en un proyecto de ley que envió al Parlamento.
Foto: El activista en el Movimiento Girasol Wu Min Hsuan, afirma que el Gobierno no ha aprovechado la posibilidad de probar vTaiwan en asuntos más amplios, no digitales, como la reforma de las pensiones. Para que vTaiwan funcione "necesita un poder real", sostiene.
El punto muerto "se resolvió casi de inmediato", recuerda el CEO y cofundador de Pol.is, Colin Megill, una de las plataformas digitales que vTaiwan utiliza para albergar el debate (ver Una sencilla encuesta está haciendo de internet un lugar más democrático). "Los lados opuestos nunca habían podido interactuar en serio con las ideas de unos y otros. Cuando lo hicieron, fue evidente que ambas partes estaban dispuestas a ceder", añade.
Tres años después de su fundación, vTaiwan no ha inundado la política taiwanesa. Solo se ha usado para debatir un par de docenas de proyectos de ley, y el Gobierno no está obligado a tener en cuenta los resultados (aunque eso podría cambiar si se aprueba una nueva ley más adelante este año). Pero el sistema ha demostrado ser útil para encontrar el consenso en las cuestiones paralizadas, como la ley de la venta de alcohol. Además, su metodología está siendo replicada por una plataforma de consultas más grande, llamada Join, que se prueba a nivel local. La pregunta ahora es si se podría usar para resolver cuestiones políticas más grandes a nivel nacional, y si podría aplicarse a otros países.
Taiwán no parece el lugar más probable para lanzar un proyecto pionero de democracia digital. La isla celebró sus primeras elecciones presidenciales directas en 1996, después de un siglo marcado primero por el régimen colonial japonés y luego por la ley marcial nacionalista china. Pero ese pasado opresivo ha hecho a los taiwaneses expertos en tomar las calles para contrarrestar la mano dura del Gobierno. En la era democrática de Taiwan, una protesta de hace cuatro años fue la que sembró la semilla de este innovador experimento político.
El Movimiento Girasol de 2014, liderado por estudiantes y activistas, descarriló un intento del Gobierno del presidente Ma Ying-jeou de imponer un acuerdo comercial entre Taiwán (independiente desde 1949) y China que reclamaba al primero como territorio del segundo. Durante más de tres semanas, los manifestantes ocuparon los edificios del Gobierno porque consideraban que ese acuerdo le daría a China demasiada influencia sobre la economía taiwanesa.
A raíz del suceso, el Gobierno de Ma invitó a los activistas de Girasol a crear una plataforma a través de la cual pudieran comunicarse mejor con la juventud de Taiwan. La comunidad taiwanesa de tecnología cívica conocida como g0v, que jugó un papel principal en las protestas de Girasol, elaboró vTaiwan en 2015 y todavía lo dirige. La plataforma permite que los ciudadanos, las organizaciones de la sociedad civil, los expertos y los representantes elegidos discutan las leyes propuestas a través de su página web, en reuniones presenciales y en hackatones. Su objetivo es ayudar a los legisladores a tomar decisiones a través de estas consultas.
Foto: La ministra Digital de Taiwán, Audrey Tang, fue una conocido hacker y activista de Girasol. Sostiene que los altos funcionarios públicos deben entender que las personas que hacen comentarios 'online' "no son simples manifestantes o ni una masa enfurecida, sino personas con distintas competencias".
Cuando la visité en su oficina, la ministra Digital de Taiwán, Audrey Tang, me dijo: "En mi opinión, vTaiwan sirve para que la sociedad civil entienda las funciones del Gobierno y, hasta cierto punto, colabore". Tang, una famosa hacker que ayudó a miles de manifestantes de Girasol a construir y mantener su red interna de comunicaciones, fue nombrada por la actual presidenta, Tsai Ing-wen, quien ganó las elecciones de 2016 con el compromiso de transparencia gubernamental.
vTaiwan confía en distintas herramientas de código abierto para recabar propuestas, compartir información y realizar encuestas. Pero una de las claves de su funcionamiento es Pol.is, creada por Megill y un par de amigos de Seattle (EE.UU.) después de los movimientos de Ocupa Wall Street y la primavera árabe en 2011. En Pol.is, un tema se somete al debate. Cualquier persona registrada puede comentar la cuestión y votar a favor o en contra de los comentarios de otras personas.
Aunque se parezca mucho a cualquier foro online, Pol.is presenta dos peculiaridades. La primera es que no se puede responder a los comentarios. "Si las personas pueden proponer sus ideas y comentarios, pero no pueden responderse mutuamente, lo que reduce drásticamente la motivación de los troles", explica Tang.
Los lados opuestos nunca habían podido interactuar en serio con las ideas de unos y otros.
La segunda es que utiliza los votos a favor o en contra para generar una especie de mapa de opinión de todos los participantes en el debate que agrupa a las personas que votaron de manera similar. Aunque puede haber cientos o miles de comentarios separados, los grupos de ideas afines emergen rápidamente, mostrando las divisiones y el consenso. Entonces, de forma natural, la gente intenta redactar comentarios que ganarían votos de ambos lados lo que va eliminando las brechas poco a poco.
"La visualización es muy, muy útil. Si la gente ve la cara de la multitud, pero no puede responder, deja de perder el tiempo en elaborar opiniones divisorias ", explica Tang.
En uno de los primeros éxitos de la plataforma, el tema en cuestión era cómo regular a Uber, que, como en muchos lugares del mundo, se enfrentaba a la feroz oposición de los taxistas locales. A medida que la gente se unía al debate online, debían votar comentarios que iban desde prohibir Uber o someterlo a una regulación estricta, hasta dejar que el mercado decidiera. También había puntos de vista más generales como: "Creo que Uber es un modelo de negocio que puede crear trabajos flexibles”.
En pocos días, la votación dio lugar a dos grupos, uno proUber y otro, aproximadamente el doble de grande, antiUber. La magia llegó después: como ambos bandos querían atraer a más seguidores, sus miembros comenzaron a publicar comentarios sobre asuntos que todos podían considerar importantes, como la seguridad del conductor y el seguro de responsabilidad civil. Y los fueron refinando poco a poco para obtener más votos. El resultado final fue un conjunto de siete comentarios con los que casi todos estaban de acuerdo, como: "El Gobierno debe establecer un régimen regulador justo", "Los vehículos privados de pasajeros deben registrarse" y "Debería permitirse que un conductor contratado se una a varias flotas y plataformas". La división entre partidarios y detractores de Uber había sido reemplazada por un consenso sobre cómo crear un terreno de juego nivelado para Uber y las empresas de taxis, proteger a los consumidores y ofrecer más competencia. Tang misma utilizó esas sugerencias en las conversaciones con Uber, con los taxistas y con los expertos, y fue lo que le inspiró al Gobierno a adoptar nuevas regulaciones acordes al consenso de vTaiwán.
Foto: El exactivista y actual legislador de la oposición Jason Hsu ayudó a crear la plataforma vTaiwan. Afirma que el gran problema es que el Gobierno no tiene la obligación de atender las discusiones que ocurren allí.
La página web de vTaiwán presume de que, desde agosto de 2018, ha sido utilizada para 26 cuestiones, el 80 % de las cuales dieron lugar a una "acción gubernamental decisiva". Además de motivar las regulaciones para Uber y para la venta de alcohol online, también ha impulsado la creación de Fintech sandbox, un espacio para experimentos tecnológicos a pequeña escala dentro del sistema financiero de Taiwán, estrictamente regulado.
Tang detalla: "Se trata de resolver el mismo problema: '¿Qué pasa si tenemos que abordar temas muy nuevos para los que solo hay unos pocos usuarios?' Con vTaiwan resolvíamos ese problema básico desde el principio".
Pero, aunque vTaiwan puede cerrar brechas en la opinión pública, no siempre logra superar la fase política. Al asumir el mando en 2016, la administración de Tsai retiró todos los proyectos de ley pendientes de la aprobación legislativa. Los observadores lo atribuyeron al deseo de la nueva presidenta de diferenciar su agenda de la de su predecesor. El proyecto de ley de venta de alcohol online que el Gobierno de Ma había redactado a partir de las sugerencias de vTaiwan nunca vio la luz.
Si las recomendaciones de vTaiwan son ignoradas, todo el proceso corre el riesgo de ser visto como un "lavado de cara en abierto".
La mayor carencia del sistema es que el Gobierno no tiene la obligación de atender las discusiones de vTaiwan. El exactivista y actual legislador de la oposición Jason Hsu, que ayudó a crear vTaiwan durante la administración de Ma, lo llama "un tigre sin dientes".
La administración de Tsai ha decidido limitar su uso a cuestiones relacionadas con la economía digital, como la regulación de Uber, por ejemplo. Esto se debe a que las personas que se preocupan por estos temas son las que probablemente se sentirán cómodas usando una plataforma de debate digital. Pero algunos piensan que no tendrá una gran repercusión si no se utiliza en cuestiones no digitales, que suelen ser de interés general. Uno de los cofundadores de g0v C.L. Kao argumenta que el Gobierno podía haber aplicado vTaiwan a dos recientes temas polémicos, la reforma de las pensiones y la reforma laboral, para reafirmar su credibilidad.
En cualquier caso, sostiene Kao, si las recomendaciones de vTaiwan son finalmente ignoradas, como lo fueron con la ley de la venta de alcohol, entonces todo el proceso corre el riesgo de ser visto como un "lavado de cara en abierto", algo que crea una falsa imagen de transparencia. "El objetivo final es la legislación", afirma.
vTaiwan es uno de las docenas de proyectos de gobernanza participativa en todo el mundo que figuran en CrowdLaw, una página web administrada por el Laboratorio de Gobernanza de la Universidad de Nueva York (EE.UU.). La mayoría de ellos, explica la directora del laboratorio, Beth Noveck, sufren el mismo problema: no son vinculantes para los Gobiernos, lo que significa que les cuesta ganar credibilidad ante los ciudadanos. Aun así, comenta que el experimento de Taiwan es "un paso en la dirección correcta". Está "mucho más institucionalizado" que en otros lugares, añade.
La plataforma está a punto de obtener un poco más de peso. Este otoño los legisladores debatirán y votarán un proyecto de ley de comunicaciones digitales que, entre otras cosas, incluye que "los asuntos de la economía digital se deben deliberar en un proceso abierto y con múltiples partes interesadas, que el Gobierno tiene la obligación de apoyar", explica Tang. Pero todavía está en el aire lo que significa "apoyo", o lo que es lo mismo, qué importancia le darán a las opiniones de vTaiwan.
Taiwán cuenta con un nuevo sistema de gobierno participativo que está ganando más terreno. Join es una plataforma, también supervisada por Audrey Tang, para alojar y debatir peticiones online para crear consenso mediante Pol.is. Tang lo describe como un vTaiwan para el propio gobierno: "Es básicamente el mismo... proceso, pero con altos funcionarios públicos en lugar de los voluntarios de g0v" en el corazón de la plataforma.
Foto: La legisladora del partido gobernante Karen Yu explica que vTaiwan "no es una gran prioridad" para el Gobierno y que a veces ha estado "a punto de morir".
Aunque las peticiones en Join aún no son legalmente vinculantes, cualquier agencia gubernamental que acepte participar en una deliberación y si la petición obtiene más de 5.000 firmas, debe dar una respuesta punto por punto explicando por qué aceptó o rechazó la propuesta. Cinco ciudades o condados de Taiwán están probando Join; el objetivo final es implementarlo en todo el país, comenta Tang.
Join tiende a atraer a una gama más amplia de usuarios, más mayores y menos expertos en la tecnología que los de vTaiwan. La ventaja que tiene es que no aborda solo temas de economía digital, como lo hace vTaiwan, sino que trata una gran variedad de cuestiones, "como si se debería construir un hospital en la parte más al sur de Taiwan o si el primer parque nacional marino abierto al público debería prohibir la pesca", detalla Tang. La desventaja es que existe una mayor resistencia por parte de la burocracia gubernamental. Los altos cargos públicos "necesitan que les lleven de la mano", explica, para ser capaces de ver a las personas que comentan online no como "simples manifestantes o una masa enfurecida, sino personas con distintas competencias".
Mientras que hasta ahora solo 200.000 personas han participado en una discusión de vTaiwan, Join cuenta con casi cinco millones de usuarios de los 23 millones de habitantes del país. Más de 10.000 taiwaneses votaron en una reciente propuesta que defendía el azotamiento como castigo por conducir ebrio, por agresión sexual y abuso infantil.
Aquí también, las tendencias de construcción del consenso de Pol.is pueden llevar la discusión a direcciones inesperadas. Inicialmente, la opinión sobre el tema del azotamiento se dividió en tres campos: además de las personas que estaban a favor y en contra, un tercer grupo defendía que era un castigo demasiado leve para tales delitos.
Pero al final, las opiniones que lograron el mayor consenso no tenían nada que ver con el azotamiento en absoluto, sino que estaban más centradas en los métodos para prevenir esos crímenes. Actualmente, las propuestas que se consideraban para la legislación sobre los conductores ebrios incluían los dispositivos de bloqueo de vehículos en caso de exceso de alcohol en sangre y la confiscación de automóviles.
Esto sugiere que las personas habían llegado a la conclusión de que, de hecho, "¿Latigazos sí o no?" era la pregunta equivocada. Ese tipo de descubrimiento y solución no habría surgido de una petición online tradicional que solo ofrece la opción de votar sí o no.
La legisladora del Partido Progresista Democrático de la presidenta Tsai Karen Yu afirma que vTaiwan "no es una gran prioridad" para la administración y que a veces ha estado "a punto de morir". En su opinión, Join al menos se beneficia de la legitimidad de ser administrado por el Gobierno. El activista que ocupó la Asamblea o el Yuan Legislativo de Taiwán durante las protestas del Movimiento de Girasol Wu Min Hsuan sostiene que Join ya ha demostrado que es mucho más productivo que vTaiwan. El obstáculo, opina él, es la voluntad política. "El experimento es importante y tiene valor. Pero la plataforma tiene sus límites. Necesita un poder real", concluye.