Tras descubrirse que los registros de la popular 'app' de actividad física han sido suficientes para destapar la ubicación de estas sensibles instalaciones, cabe preguntarse qué información queremos darle cada uno de nosotros. Está claro que a las empresas no les interesa nuestra privacidad sino nuestros datos
He utilizado la popular aplicación de seguimiento de actividades Strava durante años. Solía registrar mis paseos en bicicleta, la mayoría de los cuales empiezan y acaban en mi piso en San Francisco (EE. UU.). En algún momento pensé, bueno, tal vez no sea una gran idea compartir datos tan precisos sobre mi ubicación, así que configuré un perímetro de varias manzanas de diámetro alrededor de mi casa para que el comienzo y el final de mi viaje fueran un poco menos obvios. La aplicación no mostraba mis movimientos cuando estaba dentro de esa zona.
Pero otros millones de usuarios de Strava claramente no son tan precavidos. A fines del año pasado, la compañía publicó un mapa de calor con capacidad de búsqueda basado en 1.000 millones de actividades registradas públicamente por personas que usan la aplicación, ya sea en un teléfono inteligente o junto con un rastreador de actividad como Fitbit. Y ahora resulta que los datos pueden usarse para revelar la ubicación de sitios sensibles como las bases militares estadounidenses en países como Afganistán y Siria, así como las rutinas de ejercicio de sus ocupantes. Lo más probable es que la mayoría de las personas que usan Strava en estos lugares sean soldados y otro tipo de personal militar, por lo que es lógico pensar que ese puñado de áreas brillantes y pequeñas en las partes oscuras de un mapa muestran dónde pasan el rato. Strava no respondió a una solicitud de comentarios.
Se trata de un riesgo de seguridad enorme para las fuerzas militares, que aparentemente están actualizando sus reglas sobre cómo se usan los gadgets en este tipo de emplazamientos sensibles. Para el resto de nosotros, es un recordatorio importante de que las compañías tecnológicas que nos motivan a recopilar y compartir algunos aspectos de nuestra vida no tienen interés en que mantengamos nuestro día a día en secreto. Muchos, como Strava, Facebook y Twitter, han convertido el intercambio de datos en una parte importante de sus modelos de negocio. En un futuro no muy lejano, probablemente usted descubra por sí mismo qué debe mantener en privado y qué es seguro compartir, lo que a menudo es bastante difícil de determinar y mucho menos de hacer.
Strava necesita que sus usuarios compartan sus paseos en bicicleta, sus carreras y sus horas de natación. Actualmente los usuarios del servicio publican más de 1,3 millones de actividades cada día, y cuantas más actividades comparten, más fuerza tiene Strava para animar a otros a seguir usando la aplicación, y quizás hasta para cambiar la versión gratuita por la de pago (que cuesta unos seis euros al mes). Más datos compartidos también significan más información para alimentar el negocio de Metro de Strava, que vende datos de viajeros anónimos a las ciudades. La compañía no fue rentable hasta el pasado otoño. Ahora su CEO, James Quarles, ve claramente estas dos líneas de negocio como sus principales vías de crecimiento, siempre y cuando siga obteniendo cada vez más información de sus usuarios.
Y, francamente, usar Strava de una manera muy social puede ser adictivo. Desde que comenzó, en 2009, la compañía ha perfeccionado el arte de convertir el deporte y la competitividad en un juego. Su aplicación permite al usuario ver las estadísticas básicas de sus entrenamientos y las de sus amigos; alienta elogiar a quien completa más actividades; otorga premios por lograr hitos como obtener el mejor tiempo en un segmento específico de un paseo en bicicleta o completarlo más rápido que otros usuarios. Y además, se pueden ver detalles de tramos concretos de algún trayecto para comparar el desempeño personal con el de los demás usuarios. Y esto es todo lo que se puede hacer sin pagar por la aplicación: la versión premium ofrece características adicionales como un "puntaje de sufrimiento" que analiza tu ritmo cardíaco.
Sin embargo, puede que usted no quiera compartir todo lo que hace en Strava. Es una cuestión de privacidad personal. Como señala el profesor de innovación en seguridad cibernética en el Atlantic Council Beau Woods, hay implicaciones importantes cuando se trata de compartir datos colectivos, especialmente si una persona o grupo recorre el mismo camino una y otra vez. El ejército acaba de tener una gran llamada de atención sobre este riesgo.
Solucionar esto no es tan fácil. Si bien Strava incluye toneladas de formas sencillas de analizar los datos recopilados por su comunidad, en realidad es bastante difícil encontrar, comprender y utilizar su configuración de privacidad. Por ejemplo, en la aplicación para iOS de Strava, puedes tocar la pestaña "Más" en la esquina inferior derecha de la aplicación, luego tocar "Configuración" y luego "Privacidad" para encontrar un menú. En él, la opción más destacada es la de "Privacidad mejorada". Pero viene desactivada por defecto, lo que significa que cualquiera puede ver su perfil y fotos de Strava, y el resto de usuarios pueden seguirle y, quizás lo más importante, ver y descargar cualquier actividad que usted registre con la aplicación.
Pero activar la "Privacidad mejorada", como hice yo, tampoco te vuelve invisible al 100%. Aunque las actividades dejan de aparecer en el perfil del usuario, habrá que identificarlas como privadas para que no se publiquen en ninuna parte del universo Strava, por ejemplo, en las tablas de clasificación conectadas a los segmentos correr y montar. Para que las actividades sean privadas de manera predeterminada, deberá usar ese control deslizante (y solo hará que las actividades nuevas sean privadas de manera predeterminada). Y para configurar un perímetro alrededor de su centro de actividad es necesario acudir a la página web de Strava, lo cual es un problema si, como muchos de nosotros, usted suele usarla en su teléfono.
Una de las razones por las que comparto mi actividad en aplicaciones de fitness es la sensación de compartir que salí y me divertí (¡y sufrí!) haciendo algo bueno por mi cuerpo y mi mente. Y uno se siente bien cuando recibe reconocimientos por ello, sobre todo si proceden de amigos muy deportistas. Sin embargo, este intercambio tiene un coste muy real, por lo que es vital que nos paremos a revisar nuestras aplicaciones para descubrir qué obtenemos y a qué cedemos, y luego decidir en consecuencia cómo las usamos (y cómo nos usan ellas a nosotros).
Y dado que hace poco me mudé, esto me recuerda que tengo que ir a la página de Strava y crear un nuevo perímetro de seguridad antes de ir a mi próximo viaje.