Computación
Si los gobiernos controlan demasiado la inteligencia artificial perderemos sus beneficios
Los riesgos imaginarios o exagerados de la tecnología están empezando a tener más peso que los beneficios reales. La regulación preventiva podría impedir que la tecnología salve vidas (en salud o en la carretera). Y ya se sabe que si alguien tiene autoridad para regular algo, lo regulará
De momento, parece que las leyes de EE .UU. están siendo bastante permisivas con las tecnologías de inteligencia artificial (IA), y así deben seguir. Esta manga ancha es la que está permitiendo que la mayor parte de las innovaciones de este campo nazcan allí en lugar de en Europa, cuya postura es más restrictiva.
La razón principal por la que el gobierno no ha obstaculizado la industria con normas y leyes es que no existe una agencia federal supervisora específica para la IA. En lugar de eso, hay un mosaico de autoridades federales y estatales que examinan las partes que les tocan de estas tecnologías. La Comisión Federal de Comercio y la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras, por ejemplo, organizaron un taller hace poco para determinar cómo supervisar las tecnologías de conducción autónoma. Por su parte, el Departamento de Seguridad Nacional ha publicado informes sobre posibles amenazas a infraestructuras críticas a manos de estas tecnologías.
Este trabajo a trozos puede no ser perfecto, pero supone un gran beneficio: limita la tentación de regular en exceso. Los reguladores solo pueden aplicar políticas relacionadas con sus áreas de especialización.
Pero ahora un creciente coro de académicos y comentaristas quiere acabar con ese enfoque. Piden la creación de un organismo regulador completamente nuevo para controlar las tecnologías de inteligencia artificial. El profesor de derecho de la Universidad de Maryland (EEUU) Frank Pasquale pide una "Comisión Federal de Búsquedas", similar a la Comisión Federal de Comunicaciones, para que supervise las consultas por internet. El letrado Matthew Scherer de Oregón (EEUU) aboga por una agencia federal especializada de inteligencia artificial. El profesor de Derecho de la Universidad de Washington (EEUU) Ryan Calo imagina una "Comisión Federal de Robótica".
Tales ideas se basan en el "principio de precaución": la idea de que una innovación debe frenarse o detenerse por completo si un regulador determina que los riesgos asociados son inadmisibles para la sociedad.
Por supuesto, como los expertos académicos en regulación llevan tiempo señalando, los análisis de riesgo empleados por los reguladores podrían no ser adecuados. Los riesgos imaginarios o exagerados parecen tener mucho más peso más que los beneficios reales, lo que impide que la sociedad acceda a todo el potencial capaz de enriquecer sus vidas (y, en muchos casos, salvarlas). Los reguladores a menudo no pueden resistir el impulso de extender su propia autoridad o presupuestos, independientemente de los beneficios o coste para la sociedad. Si se da autoridad para regular algo, se regulará. Y una vez que se crea una agencia federal, es increíblemente difícil hacer que desaparezca.
A medida que la inteligencia artificial vaya avanzando sus capacidades sobre cada vez más ámbitos de la vida, la nueva agencia regulatoria podría tener un control preocupantemente grande sobre la vida de las personas. Los legisladores necesitarían paciencia y humildad para discernir una aplicación de inteligencia artificial de otra. Los riesgos sociales de los asistentes de IA, por ejemplo, son diferentes de los que plantea el software de policía predictiva y las "armas inteligentes". Pero un régimen regulatorio excesivamente estricto podría confundir erróneamente esas aplicaciones, frenar las tecnologías beneficiosas y dedicar menos recursos a los grandes problemas que de verdad importan.
Mientras tanto, la amenaza de la regulación preventiva para nuestro futuro y nuestro bienestar es considerable. Las tecnologías de inteligencia artificial están a punto de generar avances que salven vidas en materia de salud y transporte, a la vez que modernizarán la fabricación y el comercio. Los beneficios económicos proyectados podrían ser de billones de euros. Y, a nivel personal, promete hacer nuestras vidas más cómodas y sencillas.
Los legisladores que deseen impulsar el crecimiento deberían adoptar una postura de "innovación sin permisos". La humildad, la colaboración y las soluciones voluntarias deberían superar el anticuado modelo de "ordeno y mando" del siglo pasado. La era de las máquinas inteligentes necesita una nueva era de políticas inteligentes.