Un nuevo tipo de memoria flash podría utilizarse en lectores electrónicos.
‘Barato’ y ‘plástico’ no son palabras que a menudo se asocien con la tecnología de último modelo. Sin embargo unos investigadores en Tokio han creado un nuevo tipo de memoria flash de plástico y bajo coste que podría hacerse un hueco entre los aparatos electrónicos flexibles más novedosos.
La memora flash almacena los datos eléctricamente, en unos transistores de silicio especialmente diseñados. La información se puede registrar y leer rápidamente y se retiene incluso cuando la energía se apaga. Esto hace que la tecnología flash sea idea para los reproductores de MP3, cámaras, tarjetas de memoria y dispositivos USB. No obstante la tecnología es aún más cara que los discos duros convencionales.
El prototipo de memoria flash de plástico no se equipara con la densidad de almacenaje de silicio, su estabilidad a largo plazo o el número de ciclos de reescritura. Sin embargo su bajo coste podría hacer posible su integración en aparatos electrónicos menos convencionales. Por ejemplo, este tipo de memoras de plástico de bajo coste se podrían incorporar en el papel electrónico o en etiquetas de sensor desechables.
Los materiales orgánicos ofrecen la capacidad de reducir significativamente el precio de la memoria,” puesto que se pueden procesar de forma mucho más económica que el silicio, afirma Yang Yang, profesor de ciencias de los materiales e ingeniería en la Universidad de California, Los Angeles, y que no estuvo involucrado en el estudio. La demostración de memorias flash de plástico “es un paso muy importante dentro de la memoria orgánica,” afirma Yang.
La memoria de plástico fue creada por un equipo de investigadores de la Universidad de Tokio liderados por el profesor de ingeniería eléctrica Takao Someya. La clave a la hora de hacer funcionar la memora de plástico, afirma Someya, consiste en una capa de aislamiento híbrida hecha de un polímero y un óxido de metal. Esta capa aisla eléctricamente la puerta de metal en la que se almacenan las cargas. La aplicación de voltaje hace que las puertas de metal acumulen carga—las puertas cargadas y descargadas representan los 1s y 0s binarios, como en las memorias flash de silicio. Cuanto mejor funcione el aislante, mayor será el tiempo de almacenaje antes de que los electrones se diluyan y los datos se degraden.
El grupo de Someya comienza con la colocación de los transistores de metal que actúan como puertas sobre un sustrato de plástico. Después se deposita una fina capa de óxido de aluminio y el plástico se sumerge en una solución con un polímero aislante. El polímero finalmente se autoensambla sobre la superficie del óxido de aluminio. Los dispositivos de plástico pueden durar 1.000 ciclos de escritura y lectura. Por el contrario, las memorias flash de silicio pueden escribirse unas 100.000 veces.
Para hacer una demostración de la memoria, el grupo de Someya integró un dispositivo con 676 células de memoria junto a un sensor de presión de goma. Este dispositivo flexible, con un grosor de menos de 700 micrómetros, es capaz de registrar patrones de presión y retenerlos hasta un día. El dispositivo de plástico se describe hoy en la revista Science.
“La característica atractiva de los componentes orgánicos sería su coste,” afirma Victor Zhirnov, director de programa de Semiconductor Reseach Corporation, un consorcio de fabricantes de chips estadounidense. “Sin embargo los componentes orgánicos no operan tan bien como el silicio,” afirma.
Zhirnov cree que otras nuevas tecnologías de memoria, como la memoria de cambio de fase, podrían tener más potencial. La memoria de cambio de fase, que está siendo desarrollada por compañías como Samsung e Intel, utiliza el calor para pasar entre un estado cristalino eléctricamente aislado a un estado amorfo conductivo. La tecnología ofrece alrededor de 100 millones de ciclos de lectura-escritura y una mayor estabilidad en general.
Ethan Miller, profesor de ciencias informáticas en la Universidad de California, Santa Cruz, afirma que la memoria de plástico podría incorporarse en el papel electrónico. “Supongamos que tenemos una hoja con memoria y un sensor de presión—podrías escribir algo y almacenar los datos, sin necesidad de usar un escáner,” afirma.
Someya cree que el rendimiento de la memoria flash de plástico podría mejorarse aún más. Mientras tanto, afirma Yang, “hay campos en los que no se usaría el silicio—aplicaciones de bajo rango en las que se necesite un tipo de memoria desechable.” Los dispositivos de memoria orgánica podrían ocupar ese hueco de mercado. Podrían utilizarse para registrar la temperatura o la polución ambiental, e incorporarse en el empaquetado de fármacos y alimentos para poder hacer su seguimiento, afirma.