EEUU penaliza los productos solares fabricados en China y viceversa, algo que lo único que consigue es encarecer la tecnología y limitar su adopción, un enfoque bastante contraproducente
Crédito: Feng Li (Getty Images).
Para que la humanidad pueda aprovecharse ampliamente de la energía del Sol tal vez sea necesaria una intensa cooperación international.
Las instalaciones solares no paran de aumentar en Estados Unidos, con la entrada en operación de 14.626 megavatios nuevos de hardware fotovoltaico en 2016 (un aumento del 95% a nivel interanuales). Pero a pesar del fervor por colocar paneles sobre tejado, la energía solar sigue representando tan sólo el aproximadamente 1% de la generación de electricidad total del país.
Dado que las plantas de gas y carbón generan alrededor del 67% de la electricidad del país, aún queda bastante para que la energía solar cause un gran impacto. La pregunta es, entonces, ¿cómo se podría acelerar su adopción?
Un nuevo informe de la Universidad de Stanford (EEUU) detalla una estrategia política que podría abaratar lo suficiente la energía solar para que se vuelva mucho más popular. Pero a diferencia de muchos análisis, la idea clave de su argumento no va de subsidios ni incentivos sino con cómo podrían actual los países dentro del escenario global.
China domina la fabricación de células solares, con el 70% del suministro global frente al 1% de EEUU. Eso no le sienta bien al Gobierno de EEUU, así que su enfoque actual consiste en imponer tarifas al hardware solar chino que entra al país para que la gente no sienta incentivos para comprar hardware extranjero e impulsar la adopción de sistemas domésticos.
Pero el nuevo informe señala que las empresas chinas simplemente han empezado a fabricar sus productos en otra parte para esquivar las regulaciones. Y China empezó a aplicar sus propias tarifas al polisilicio estadounidense, que se usa para fabricar paneles solares. Así que lo único que consiguen estas medidas es aumentar los costes, lo que a su vez puede dañar la adopción.
En un artículo de opinión en The New York Times, Jeffrey Ball y Dan Reicher sugieren que Estados Unidos debería "aprovecharse de sus ventajas comparativas" tras una "seria evaluación de lo que China hace bien". En otras palabras, EEUU debería invertir en investigaciones e incentivos para el despliegue, mientras aprovecha las capacidades chinas de fabricación, para reducir los costes y ampliar la adopción.
La idea podría funcionar si el objetivo consiste en impulsar el uso de hardware solar. Desafortunadamente, es poco probable que seduzca al presidente Trump, que está ansioso por volver a traer empleos de fabricación a EEUU y ha alabado las tarifas impuestas a China. Si el informe de la Universidad de Stanford acierta en su análisis, entonces EEUU podría luchar por aprovecharse al máximo de la energía solar.
(Para saber más: The New Solar System, New York Times, Solar Installations Soared in the U.S. in 2016, La industria de EEUU nunca volverá a ser como antes, diga lo que diga Trump, Competir con la fábrica china de 2017)