La feria de dispositivos de este año no varió mucho de la edición anterior lo que indica una fase intermedia de la tecnología, pero aun así hubo cosas chulas
Foto: En la algo decepcionante conferencia CES de este año, destacó el termómetro inteligente de Withings.
Divagando por la sala de exhibiciones de la conferencia CES en Las Vegas (EEUU) la semana pasada, encontré que muchos de los mejores dispositivos expuestos no cambiarán el mundo ni abrirán toda una nueva categoría de electrónica de consumo, sino que se limitan a utilizar la tecnología de maneras inteligentes y útiles.
Una start-up bastante ingeniosa que descubrí llamada Aipoly desarrolló una app gratuita de iPhone para discapacitados visuales que reconoce objetos sin necesidad de estar conectada a internet. También investigué Presence, una cámara de seguridad para exteriores de la empresa francesa de domótica Netatmo que detecta automáticamente a la gente, los coches y animales, y les graba vídeos cortos en cuanto los divisa (aparecen en un cronograma dentro de la app para smartphones) y permite al usuario elegir cuál de estas cosas activará una luz potente por la noche.
¿Y lo más chulo que vi mientras recorrí la sala de exibiciones? Eso sería el Withings Thermo de 100 dólares (unos 92 euros), un termómetro digital inteligente y elegantemente diseñado del fabricante francés de dispositivos relacionados con la salud Withings. Para utilizarlo, se coloca en contacto con la sien y se presiona un botón; sus sensores de infrarrojos captan la temperatura corporal y muestran el resultado en su pantalla LED. Transfiere los datos a una app de smartphone mediante wifi o Bluetooth, permitiendo así monitorizar la temperatura de toda la familia en el tiempo y añadir notas como las medicaciones administradas y los síntomas detectados en el momento de medirse la temperatura. Tiene previsto lanzarse hacia finales de marzo, y mientras que no resultará transcendental, es una buena idea que podría facilitarnos la vida cuando enfermamos.
¿Y eso es todo? Pues, más o menos. La verdad es que no hubo mucho destacable en la conferencia de CES de este año. Pasear por la sala de exhibiciones daba una sensación muy parecida a la del año pasado.
Hubo muchos drones y dispositivos portables. Empresas que trabajan en una variedad de hardware y software de realidad virtual también acudieron de nuevo - Oculus, propiedad de Facebook, por supuesto se contó entre los participantes, junto con empresas que hacen cosas como cámaras de realidad virtual y diferentes tecnologías de rastreo - aunque la tecnología no dispuso de una presencia tan grande como me hubiera esperado.
Después de un rato, tuve que concluir que nos encontramos en una fase intermediaria, en la que categorías como los drones, la realidad virtual y los dispositivos portables están creciendo y avanzando, pero todavía les queda mucho camino por recorrer. No soy la única que se siente así. Y mientras que esto no genera unas expectativas increíbles acerca de hacia dónde irá el mundo tecnológico durante el próximo año, no pasa nada. Puede que lleve unos años que estas categorías maduren lo suficiente para impactarnos de verdad.
Como periodista tecnológica y consumidora interesada en conocer los últimos y mejores dispositivos (chismes chulos en general, y los portables y la realidad virtual en especial), tiendo a impacientarme. Deseo tecnología de la vanguardia de una forma que a veces parece insaciable. Pero es importante recordar que los progresos pueden llevar un tiempo, y realmente no me importa esperar cosas como un reloj inteligente que sea excepcionalmente ingenioso, de aspecto bonito y que tenga una batería que dure más de una semana, o un potente casco de realidad virtual que no sea engorroso y no necesite estar atado a un ordenador para utilizarse.