La Corte Suprema impide el registro de teléfonos móviles sin orden judicial y amplía la privacidad más allá de la frontera física
El 25 de junio, el Tribunal Supremo de EEUU dictó un fallo histórico relacionado con la privacidad digital. En los casos EEUU contra Wurie y Riley contra California, el tribunal sostuvo por unanimidad que, en general, la policía necesita una orden para registrar la información en los teléfonos móviles incautados a personas que hayan sido detenidas. En nombre de ocho de los jueces (la opinión emitida por el juez Samuel Alito también fue favorable), el Presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, reconoció que el tribunal entiende que el fallo podría plantear problemas para la aplicación de la ley, pero añadió: "Nuestra respuesta a la cuestión sobre qué debe hacer la policía antes de registrar un teléfono móvil incautado tras una detención es igual de simple: obtener una orden judicial".
El tribunal revisó dos casos, uno de Massachusetts y otro de California, en los que los detenidos fueron condenados en base a evidencias que la policía obtuvo tras examinar los datos de los teléfonos móviles. El Primer Circuito de Massachusetts había anulado la condena y el Noveno Circuito de California la había permitido. El Tribunal Supremo confirmó la primera sentencia y revocó la segunda.
El razonamiento del Noveno Circuito, y el argumento del Gobierno de EEUU ante el Tribunal Supremo, fue sencillo: el principio de que la policía pueda registrar las posesiones de un detenido es una excepción aceptada a los requerimientos de la Cuarta Enmienda. Si te arrestan, la policía no necesita una orden judicial para examinar el contenido de tus bolsillos, ni para buscar en tu cartera. Esto mismo debería aplicarse a los teléfonos móviles en el bolsillo, ya que este tipo de búsqueda es "materialmente indistinguible".
La Corte Suprema rechazó este razonamiento. Tal y como escribió Roberts, afirmar que la búsqueda de datos en teléfonos móviles es materialmente indistinguible de buscar objetos físicos es "como decir que un paseo a caballo es materialmente indistinguible de un vuelo a la Luna".
El fallo sigue una evolución dentro de la jurisprudencia de la Cuarta Enmienda que cada vez separa más los criterios jurídicos sobre las búsquedas y la privacidad de un enfoque en los objetos y lugares físicos, y en su lugar toma más en cuenta la información. Las metáforas sobre la Cuarta Enmienda se remontan a un fallo en el siglo XVII en Inglaterra conocido como el caso de Semayne, que declaró que "la casa de toda persona es su castillo y fortaleza" (más familiarmente conocido como "la casa de todo hombre es su castillo"). Incluso los alguaciles deben "indicar la causa de su visita" (algo conocido como presentar una orden) antes de intentar entrar. El criterio de la intrusión física fue la base para la decisión del tribunal en un caso de 1920 (Olmstead contra EEUU) que confirmó el derecho del Gobierno a escuchar en secreto las llamadas telefónicas, argumentando que las líneas telefónicas se pinchaban en la vía pública y no se producía una entrada física en el edificio. Esta resolución fue revocada de manera explícita en la década de 1960 (Katz contra EEUU), durante la que el juez Potter Stewart afirmó que "la Cuarta Enmienda protege a las personas, no a los lugares". Esa decisión llevó a la necesidad de tener una orden judicial para poder realizar escuchas telefónicas.
El fallo que acaba de producirse refuerza la idea de que la Constitución protege a las personas (y, por extensión, su información), en vez de proteger lugares. El tribunal entiende claramente la diversidad de la tecnología digital y la diferencia que supone en términos de "omnipresencia" (según palabras del tribunal) de las búsquedas digitales, teniendo en cuenta la capacidad de almacenamiento de los teléfonos móviles modernos. Tal y como señala Roberts, comparando los medios digitales con los físicos, "La mayoría de la gente no puede acarrear [físicamente] todo el correo recibido en los últimos meses, todos los libros o artículos que han leído", pero sí pueden llevar consigo los datos del teléfono. (Si la gente intentara tratar las comunicaciones físicas de esta manera, se necesitaría un recipiente como el que con anterioridad requería una orden de registro).
Al leer la opinión, resulta impresionante ver lo bien que entiende el tribunal las cuestiones planteadas por la informática móvil. Los jueces hablan de la capacidad de almacenamiento y la diversidad de aplicaciones, e incluso hacen frente a la preocupación de las fuerzas del orden sobre la destrucción de pruebas por medio del borrado remoto. ¡Qué bien ver una explicación de las jaulas de Faraday en un dictamen judicial!
Para mí, lo más alentador del fallo, aparte del alivio de saber que no tuvo el resultado contrario, fue la demostración de que el tribunal entiende algo que muchas personas no comprenden: la información "en" un teléfono móvil no está necesariamente en el teléfono. En palabras de Roberts: "Los usuarios de teléfonos móviles a menudo no pueden saber si determinada información está almacenada en el dispositivo o en la nube, y por lo general esto supone muy poca diferencia".
El tribunal reconoce que [el fallo] presentará retos en casos futuros, porque la búsqueda de datos almacenados en servidores remotos plantea cuestiones distintas a la búsqueda de datos que (supuestamente) llevamos con nosotros. Pero la distinción entre lo que está en nuestros bolsillos y bolsos, y lo que está en servidores remotos está desapareciendo rápidamente, y está a punto de desaparecer más rápido aún.
Al mismo tiempo que el tribunal publicaba su opinión en Washington, Google, en su evento I/O de San Francisco, estaba anunciando el lanzamiento de Android Wear y una nueva generación de relojes inteligentes que se conectan a la nube y pueden realizar muchas de las funciones de los teléfonos inteligentes. Estos y otros productos similares de Samsung, así como el próximo Apple iWatch (si es así como se acaba llamando), han hecho que la prensa tecnológica proclame el 2014 como el "año de los portables". En poco tiempo, cuando la policía quiera registrar a una persona, no sólo los teléfonos móviles estarán vinculados a una infraestructura global con gigabytes de información personal, sino también los relojes, las gafas, los dispositivos de seguimiento de la salud, anillos, colgantes e incluso la ropa con circuitos integrados. Google también anunció Google Mobile Cloud, una herramienta para desarrolladores de aplicaciones que permite que los datos de una aplicación se muevan con facilidad y transparencia entre la nube y el dispositivo móvil.
Todo esto cambia el concepto de transgresión física como base para la protección de la vida privada. Nuestras casas pueden seguir siendo nuestros castillos, pero no es necesario estar en casa para estar protegido por la Cuarta Enmienda. Nuestros castillos están cada vez más en las nubes, y los alguaciles están en las nubes también. El fallo del tribunal es una demostración alentadora de cómo reconocer el poder de la tecnología de la información sin por ello ignorar los principios básicos. Esperemos que el tribunal pueda seguir por ese camino, al igual que todos nosotros.
El profesor de ciencias informáticas e ingeniería en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, EEUU), Hal Abelson, es además uno de los directores fundadores de Free Software Foundation y Creative Commons. En el MIT enseña 6.805: Fundamentos de la política pública de internet.