Hay buenos conductores por ahí, como por ejemplo mi padre, que se pasó años conduciendo bajo un tiempo horrible y cubierto de nieve en el norte del Estado de Nueva York (EEUU), pero la mayoría de nosotros no somos tan buenos al volante como pensamos. En teoría, coches sin conductor como los que está probando Google ofrecen una posible solución: darle el control a un ordenador para que nosotros los seres humanos podamos sentarnos y hacer lo que nos gusta (comer, afeitarnos, revisar el correo electrónico, tocar la trompeta, etc), pero que no podemos hacer de forma segura mientras controlamos una rápida y pesada caja de metal sobre ruedas.

No estoy tan segura de que esa sea la respuesta. Al margen de todos los problemas tecnológicos que aún hay que resolver antes de que los coches automáticos lleguen a mercado, y las barreras psicológicas que tendremos que superar para confiar nuestras vidas a los coches que nos rodean y al ordenador que controla el nuestro, me pregunto si lo que necesitamos realmente es una automatización total.

Durante un panel de discusión sobre coches conectados en la Cumbre Digital de MIT Technology Review el martes en San Francisco (EEUU), un miembro del público planteó una pregunta interesante: ¿Podrían los coches del futuro tener distintos niveles de autonomía para moverse por la ciudad y viajar con velocidad por la autopista?

El director ejecutivo del Centro de Investigación Automotriz de la Universidad de Stanford (EEUU) y conferenciante en el panel, Sven Beiker, cree que sí. "La gente pregunta cuándo vamos a poder usar los coches autónomos, pero la pregunta más precisa sería dónde vamos a usarlos", aseguró.

Estoy de acuerdo. Al conducir por San Francisco, con sus conductores predeciblemente impredecibles, me gusta tener el control total de mi pequeño Scion Xa. Tengo la esperanza de que los ordenadores puedan llegar a ser mejores que yo a la hora de anticipar lo que otros conductores vayan a hacer, pero a menos que todas las personas que me rodean entren, literalmente, en el mercado de los automóviles automáticos, invirtiendo en vehículos con autoconducción que intercambien todo tipo de datos través de una red inalámbrica increíblemente rápida y fiable, creo que la conducción en ciudad seguirá estando controlada en gran medida por seres humanos.

Sin embargo la autopista es otra historia distinta. Los conductores van más rápido, sí, pero las maniobras en las autopistas son más predecibles. No se ven tantos giros a la izquierda o giros de 180º. Los coches autónomos lo tendrían más fácil en este tipo de ambiente, ya que probablemente se darían menos situaciones en las que fuera necesario el tipo de intuición y anticipación que se le da tan bien a los seres humanos. Por esta razón el mantenimiento automático en el carril, el control de crucero adaptativo y otras características de automatización están surgiendo en primer lugar para la conducción en autopista. Si siguen progresando, sería increíble poder volar por la autopista mientras mi coche me lleva a un destino preprogramado. Probablemente tendría más tiempo ininterrumpido para leer el correo electrónico y comer del que tendría si le diera las riendas en las impredecibles calles de una ciudad.