El número de personas con el que realmente podemos ser amigos es constante, independientemente de servicios de redes sociales como Twitter, según un nuevo estudio de la red.
A
principios de los años 90, el antropólogo británico Robin Dunbar empezó a
estudiar los grupos sociales de diversos tipos de primates. En poco tiempo, se
dio cuenta de algo extraño.
Los
primates tienden a mantener el contacto social con un número limitado de
individuos dentro de su grupo. Pero he aquí la cuestión: los primates con
cerebros más grandes tienden a tener un círculo más grande de amigos. Dunbar
llegó a la conclusión de que esto era debido a que el número de individuos que
un primate podía seguir estaba limitado por el volumen del cerebro.
Luego
hizo algo interesante. Relacionó el tamaño del cerebro con el número de
contactos y lo extrapoló para ver cuántos amigos debería ser capaz de manejar
un ser humano. La cifra resultó ser unos 150.
Desde
entonces, diversos estudios han medido realmente el número de personas con las
que un individuo puede mantener un contacto habitual. Estos estudios muestran
que Dunbar dio con la clave (aunque los resultados pueden variar).
Es más,
esta cifra parece haber sido una constante a lo largo de la historia de la
humanidad--desde los tamaños de las aldeas neolíticas, pasando por las unidades
militares hasta los cuadernos de contactos del siglo XX.
No
obstante, en la última década, la tecnología de redes sociales ha tenido una
profunda influencia en la forma de conectarnos. Twitter, por ejemplo, aumenta
enormemente la facilidad con la que podemos comunicarnos con los demás y seguir
sus pasos. No es raro que los usuarios de Twitter sigan y sean seguidos por
miles de personas.
Así que
es fácil imaginar que la tecnología de redes sociales finalmente permite a los
humanos superar la cifra de Dunbar.
Según
Bruno Goncalves y sus compañeros de la Universidad de Indiana, esto no es así.
Han estudiado la red de vínculos creados por 3 millones de usuarios de Twitter
durante más de 4 años. Estos usuarios de Twitter se enviaron entre si la
friolera de 380 millones de tweets.
Pero,
¿cómo definir la amistad en Twitter. Goncalves y compañía afirman que no es
suficiente con seguir o ser seguido por alguien para que exista un vínculo
fuerte.
En su
lugar, tiene que darse una conversación, un intercambio de tweets. Y estas
conversaciones tienen que ser periódicas para que constituyan un signo de
vínculo social importante, por lo que los contactos ocasionales no cuentan.
Goncalves
y sus colegas utilizaron estas reglas para reconstruir la red social de todos
los 3 millones de usuarios de Twitter y estudiaron cómo evolucionaron estas
redes.
Resulta
que cuando la gente comienza a usar Twitter, su número de amigos aumenta, hasta
que se sienten abrumados. Más allá de ese punto de saturación, las
conversaciones con contactos menos importantes empiezan a ser menos frecuentes
y los usuarios empiezan a concentrarse en la gente con la que tienen los
vínculos más fuertes.
Entonces,
¿cuál es el punto de saturación? O, en otras palabras, ¿con cuánta gente pueden
mantener el contacto los usuarios de Twitter antes de abrumarse? La respuesta
es entre 100 y 200, tal y como predijo Dunbar.
"Este
hallazgo sugiere que a pesar de que las modernas redes sociales nos ayudan a
estar en contacto con todas las personas con las que nos encontramos e
interactuar con ellas, no somos capaces de superar las limitaciones biológicas
y físicas que limitan las relaciones sociales estables", afirma Goncalves
y compañía.
El
fondo de la cuestión es éste: la creación de redes sociales nos permite
aumentar considerablemente el número de individuos con el que podemos conectar.
Pero no hace nada por cambiar nuestra capacidad de socializar. Por mucho que lo
intentemos, no podemos mantener estrechos vínculos con más de 150 amigos.
Y si
Dunbar tiene razón, esa es la manera en que seguirá siendo hasta que alguien
encuentre una forma de aumentar el tamaño del cerebro humano.
Ref:
arxiv.org/abs/1105.5170: Validation of Dunbar's Number In Twitter Conversations