El ambicioso proyecto de Toshiba en EEUU ha colapsado, lo que indica que el país podría acabar definitivamente con este tipo de energía, a falta de alternativas contra el cambio climático
Crédito: Kazuhiro Nogi (Getty Images).
La dramática salida de Toshiba del negocio de las plantas nucleares supone otro duro golpe para el problemático sector, pues dificultará las labores de investigación y desarrollo de nuevos diseños de reactores avanzados.
Tras adquirir en 2006 una participación mayoritaria en la empresa Westinghouse Electric por unos 5.100 millones de euros, el conglomerado tecnológico japonés confiaba en desplegar una nueva generación de plantas energéticas más seguras, pequeñas y baratas, además de una serie de reactores optimizados a escala completa. Ya hay cuatro reactores de este tipo en construcción en Estados Unidos; son los únicos reactores nuevos que se están construyendo en el país. Pero la empresa se ha visto asolada por sobrecostes, problemas técnicos, conflictos con contratistas y retos regulatorios que han retrasado años los proyectos.
Toshiba proyecta un castigo contable de casi 6.000 millones de euros para su unidad nuclear y afirma que intenta deshacerse de su participación. "Parecía una gran oportunidad en el momento, pero se ha convertido en un desastre", dice el profesor de ciencias nucleares e ingeniería del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EEUU) Michael Golay. "Y probablemente tendrá un efecto escalofriante", añade.
Las cuatro plantas nucleares masivas que Toshiba está construyendo son reactores de agua presurizada AP1000, que emplean un diseño simplificado que se suponía que aceleraría las obras. Pero el proyecto Vogtle en Georgia y el proyecto V.C. Summer en Carolina del Sur llevan alrededor de tres años de retraso respecto al calendario original y miles de millones de euros en cobrecostes.
La empresa confirmó que esos proyectos seguirán adelante, pero muchos expertos creen que la decisión de Toshiba de dejar de construir nuevos reactores marca el final de cualquier construcción nuclear en Estados Unidos durante un futuro previsible. Los analistas dudan que Toshiba encuentre comprador para su participación en Westingouse ni ningún socio de construcción dispuesto a emprender las docenas de plantas adicionales que había planificado.
La lucha de Toshiba refleja la lenta agonía de la energía nuclear en gran parte del mundo. La industria se ha tenido que enfrentar a costes de construcción cada vez mayores, gas natural cada vez más barato, y el desastre nuclear de Fukushima en 2011 que dio lugar a regulaciones más estrictas y una opinión pública cada vez más negativa. Alemania está reduciendo su programa nuclear, portentos de la ingeniería como GE y Siemens se han distanciado del mercado y Francia orquestó recientemente la absorción del gigante nuclear Areva para rescatarla tras una serie de traspiés.
Muchos temen que esta ralentización impida que los países dispongan de suficiente capacidad de fuentes alternativas a los combustibles fósiles para luchar contra el cambio climático. La Agencia Internacional de la Energía calcula que la capacidad de energía nuclear debe duplicarse para 2050 para impedir que las temperaturas globales aumenten en más de 2 °C. Salvo un importante avance en la captura de carbono o una batería milagrosa, no existe ningún plan realista para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero lo suficientemente rápido sin un importante aumento del uso de la energía nuclear, según el antiguo secretario de energía de Estados Unidos y actual profesor de física de la Universidad de Stanford (EEUU), Steven Chu.
Pero en otras partes del mundo la energía nuclear sí parece estar renaciendo, como en Corea del Sur, Rusia, India y China. A nivel mundial, alrededor de 60 reactores están en construcción y hay otros 160 planificados, lo suficiente para añadir casi la mitad de la capacidad actual, según la Asociación Nuclear Mundial. China está construyendo docenas de plantas nucleares convencionales y sigue trabajando en diseños de reactor avanzado con la esperanza de convertirse en el líder mundial de la energía nuclear.
Los reactores de agua presurizada AP1000 de 1.100 megavatios de Westinghouse fueron diseñados específicamente para resultar más seguros y fáciles de construir que las plantas nucleares tradicionales, en parte al emplear componentes estandarizados. Pero la construcción de las plantas se ha visto plagada por reveses de ingeniería además de revisiones de diseño requeridas por la Comisión Regulatoria Nuclear de Estados Unidos.
Algunos problemas seguramente se deben a una mala gestión. Pero Golay, del MIT, dice que los problemas de Westinghouse subrayan los retos instrínsecos para cualquier empresa que intente desarrollar energía nuclear en Estados Unidos, incluidos la falta de experiencia institucional tras décadas de poca construcción, la rígida supervisión regulatoria y la pérdida de apetito de los inversores.
Lograr que los proyectos nucleares renazcan en Estados Unidos probablemente requerirá alguna combinación de políticas gubernamentales de apoyo y mejores métodos de construcción y despliegue, según el investigador de la Universidad de Carnegie Mellon (EEUU) Mike Ford especializado en el desarrollo de la energía nuclear.