Para garantizar la seguridad, los gobiernos se han abstenido de usar algunas de las tecnologías más populares, pero se están cansando y las quieren de todas formas, aunque sea a medio gas
La tecnología ha hecho que las vidas de la mayoría de las personas sean más eficientes. Pero es un arma de doble filo para los espías gubernamentales.
Lamentablemente es bien sabido que la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) lleva años perfeccionando formas de absorber los datos que generamos en el transcurso de nuestras vidas digitales. La gente quiere estar cada vez más conectada, algo que a la agencia le viene de perlas mientras pincha líneas telefónicas, se aprovecha de vulnerabilidades de software y escribe algoritmos para recopilar datos que podrían incriminar a supuestos terroristas (o invadir la privacidad de los inocentes).
Los espías saben mucho sobre cómo infiltrarse en las comunicaciones digitales. Por ello, evitan adoptar tecnologías que la mayoría de nosotros damos por sentadas, como los smartphones, las tabletas, hasta el wifi. Pero no evadirse de ellas puede ralentizar sus labores. El director adjunto de seguridad de la información de la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial de Estados Unidos (NGA, por sus siglas en inglés), Matt Conner, explicó a Bloomberg: "Si nos negáramos a usar este tipo de herramientas iríamos en contra de nuestros propios intereses".
Crédito: Saul Loeb (Getty Images).
Pero se palpa un cierto deseo en sus palabras. Matt, si le hemos entendido bien, estamos de acuerdo: las BlackBerry (como la del presidente Obama) empiezan a estar un poco desfasadas.
Así que la NGA, que proporciona imágenes de mapeo y satélite a otras agencias de inteligencia, ha estado realizando compras (furtivas). Su sede central en Springfield, Virginia (EEUU) ha sido equipada con una red wifi segura. Y hasta eso resultó complicado. Parece que algunos personas se sentían "escépticos sobre si aportaría valor" el caro equipamiento necesario para asegurar la red.
También empieza a utilizar servicios en la nube de Amazon y Microsoft para sus redes, tanto las encriptadas como las corrientes. Y algunos miembros del equipo hasta cambiaron sus BlackBerrys por iPhones el año pasado. No es que tengan permiso para utilizarlos dentro de las oficinas de la agencia. No se lo toman tan a la ligera.
Aun así, con una adopción tan frívola de tecnologías surgen problemas que han de solucionarse. Si los espías van a ir por la vida utilizando portátiles que llevan incorporadas cámaras web, más les vale tapar la lente con esparadrapo. El director del FBI, James Comey, ha reconocido que así lo hace él.
Y desafortunadamente para Barack Obama, los tentáculos de la actualización tecnológica han llegado hasta Casa Blanca. Su iPad fue modificado por DARPA antes de que tuviera permiso para tocarlo, presumiblemente para eliminar prestaciones como la cámara, GPS, Bluetooth y cualquier otra cosa, digamos, útil (no se le permitió tener un iPhone).
Este es el precio que los espías y los líderes del Gobierno estadounidense han de pagar para poder catar las nuevas tecnologías sin interferir en la seguridad nacional. Cualquier cosa para evitar tener que utilizar un BlackBerry.
(Para saber más: Bloomberg, The Hill, Todos los dispositivos del presidente (y cómo protegerlos de los hackers))