Tiene cámaras en los ojos, micrófono y altavoz. La cabeza se mueve gracias a un sensor, y los brazos, con los mandos de una Xbox
Foto: Se toma el control de este osito de peluche con el uso de un casco de realidad virtual para ver por sus ojos y controlar su cabeza.
Las empresas que inventan cosas relacionadas con cascos de realidad virtual, como el Oculus Rift de Facebook que se lanza al año que viene, sobre todo las utilizan para transportar al usuario a mundos imaginarios. Taksuki Adaniya tiene una idea distinta: teletransportar al usuario dentro del cuerpo de un osito de peluche robótico.
Adaniya ha desarrollado un software que permite al usuario colocarse un casco de Oculus Rift y asomarse por los ojos del osito. Un micrófono permite al usuario comunicarse con los que están cerca del osito mediante un altavoz y viceversa, lo que da lugar a una conversación bilateral con en la que el usuario haría el papel de un peluche.
Si el usuario gira la cabeza, la gira también el osito, gracias a un sensor de movimiento incorporado a la correa del casco. Se puede mover los brazos del osito mediante el uso de un mando de Xbox. "Transmitimos el lenguaje corporal humano", dice Adaniya.
Adaniya cree que los niños y algunos adultos tendrán interés por asumir la personalidad de un peluche – como un osito, un gato o un perro – para divertirse, o como una manera inusual de mantener el contacto con amigos o familiares en remoto. Su empresa, Adawarp, acaba de pasar por una incubadora de start-ups centrada en las empresas de realidad virtual llamada River, que invierte al menos 200.000 dólares (unos 181.000 euros) en cada empresa de su programa. El proyecto de Adaniya nació después de que rompiera su novia a distancia y pensaba en lo que podría haber hecho por facilitar la comunicación entre ellos.
Probé la creación de Adaniya en una diminuta sala de conferencias. Cuando me coloqué el casco de Rift, fui transportado por la mesa hasta el cuerpo del osito. Unos pelos alborotados enmarcaron mi campo de visión mientras me asomaba por los ojos del peluche para divisar a Adaniya y, a su izquierda, mi propio cuerpo.
La extraña sensación de encontrarme fuera de mi cuerpo desapareció sorprendentemente rápido. Mi antiguo cuerpo ahora sólo parecía un observador pasivo. Poder girar mi cabeza robótica ayudó a proporcionar la sensación de mantener una conversación normal al posibilitar que mantuviera una semblanza de contacto visual. Adaniya ayudó al concentrar su atención en el osito.
Foto: Las cámaras colocadas en los ojos del osito proporcionan imágenes en estéreo al usuario del casco de realidad virtual.
"La impresión que da la palabra 'robot' es de algo grande e intimidante", me dijo Adaniya. "No quiero sentir que esto es un robot. Quiero sentir que esto es un animal, o un espíritu nuevo". Mis brazos controlados por mando parecían un poco robóticos, pero Adawarp tiene planes de captar los movimientos de brazos directamente del usuario con un sensor de movimiento más adelante.
Para finales de 2016, Adaniya quiere comercializar una versión de su robot con un sencillo cuerpo de plástico por un precio de 200 dólares (unos 181 euros) o menos. Esa versión estará dirigida a fomentar que los desarrolladores de hardware fabriquen sus propios cuerpos para alojar la tecnología. También está trabajando para posibilitar el control del robot sin el uso de un casco de realidad virtual, con un movimiento panorámico de smartphone. La versión para consumidores se lanzará después, con pelo incluido. Adaniya cree que las versiones de gatos, perros y ositos podrían gozar de mucha popularidad.
Cindy Bethel, la directora del Laboratorio de Sistemas Robóticas Sociales y Terapéuticos de la Universidad Estatal de Mississippi (EEUU), dice que la idea de Adaniya tiene potencial, pero también se enfrentará a algunos retos. Es probable que los niños prefieran ver la cara de un progenitor que interactúa con ellos por videochat en forma de osito, dice. Pero la capacidad de tocar o abrazar una figura tangible podría aportar beneficios, dice Bethel.
Hacer que una persona adopte la forma de un robot pronto podría representar una ventaja en situaciones en las que un niño necesite hablar con un adulto desconocido, como un terapeuta o un tutor, dice Bethel. Un pequeño osito entrañable podría parecer menos amenazante y facilitar más la conversación con un extraño.
Sin embargo, Bethel también señala que hacer que el robot asuma el papel de una persona conlleva el riesgo del efecto conocido como "el valle inquietante", cuando una creación artificial fracasa en el intento de ser humanoide, creando en su lugar una sensación de rechazo. "Si por algún motivo no se mueve de forma natural, podría resultar a la gente un poco inquietante", explica.