.

Inteligencia Artificial

Este tímido y mono robot japonés se vuelve sarcástico y rudo para el público yanqui

1

Cuando cruce el océano, Pepper dejará de ser entrañable y saludará a los estadounidenses con un choque de puños

  • por Will Knight | traducido por Teresa Woods
  • 17 Septiembre, 2015

Foto: Pepper da la bienvenida a los que visitan las oficinas de Aldebaran Robotics en Boston.

En ciertas tiendas japonesas, Pepper, el robot, da la bienvenida a los clientes con una risita, una inclinación educada y una canción corta. Cuando Pepper debute en Estados Unidos, en algún momento del año que viene, es más probable que intente chocar el puño y haga un comentario sarcástico.

"En Japón, puesto que tienen una cultura muy centrada en lo mono, Pepper es mucho más tierno y frívolo", dice Alia Pyros, una ejecutiva de comunicaciones internacionales de Aldebaran Robotics, una empresa francesa que desarrolló el robot en colaboración con la corporación japonesa Softbank antes de ser adquirida por Softbank. "En Estados Unidos, tenemos un concepto más del estilo de C-3PO, un poco cínico y un poco inteligente".

Cuando conocí a Pepper en las oficinas de Aldebaran Robotics de Boston (EEUU), donde la empresa explora maneras de presentar el robot al público estadounidense, ya observé parte de esta actitud yanqui. Después de presentarse en el vestíbulo, Pepper se ofreció a chocarme los cinco varias veces. Y cuando se le preguntó si era un Terminator, Pepper respondió lacónicamente: "¿De veras tengo que contestar?"

Pepper es uno de varios robots que llegan al mercado diseñados para entretener y asistir a las personas en tiendas, oficinas e incluso en casa. La caída del precio de los sensores, actuadores y ordenadores ha posibilitado el desarrollo de algo capaz de la navegación básica, el reconocimiento sencillo de voz e imágenes y hasta un poco de conversación. Pero todos estos robots siguen siendo bastante rudimentarios (ver Los robots personales tendrán que ser útiles además de encantadores para triunfar).

Pepper es mucho más sofisticado que la mayoría de sus rivales, algunos de los cuales son inmóviles y carecen de extremidades. El pequeño robot de plástico blanco mide poco más de un metro, y se desplaza sobre ruedas incrustadas en una base estable. Sus ojos cambian de color cuando escucha y habla, y agita sus brazos humanoides de una manera sorprendentemente expresiva mientras habla, lo que hace que Pepper sea extrañamente entrañable. Como otros robots, Pepper está predispuesto a escuchar o interpretar mal las palabras y frases, lo que puede resultar confuso y frustrante. Pero Pepper es menos propenso a los errores que otros robots que he observado.

Al menos por ahora, su propósito no incluye la ejecución de tareas complejas: sus manos y brazos son incapaces de una manipulación útil. Cuando se le preguntó si podría fregar los platos, Pepper me dijo, "Supongo que podría intentarlo, pero no creo que sea una buena idea; preferiría sólo ser amigos". Pero en algún momento se podrían aumentar sus capacidades: Softbank ha lanzado una interfaz de programación de aplicaciones (API, por sus siglas en inglés) para Pepper para que los desarrolladores de software puedan crear capacidades personalizadas. El equipo estadounidense de Aldebaran Robotics ha colaborado con investigadores de IBM para dotar a Pepper de la capacidad de elaborar recetas con la plataforma de Watson.

Pepper cuesta alrededor de 2.000 dólares (unos 1.777 euros) en Japón y requiere el pago de una cuota mensual en concepto de actualizaciones y mantenimiento.

Brian Scassellati, un profesor de la Universidad de Yale (EEUU) que estudia cómo los humanos interactúan con los robots, dice que se han logrado unos avances significativos a lo largo de los últimos 10 años. "La interacción entre los humanos y los robots realmente ha empezado a centrarse en el tipo de comportamientos que proporcionan esa sensación de presencia", dice. "Muchas son cosas pequeñas y sutiles". Por ejemplo, Pepper puede leer tus emociones mediante el uso de un software que analiza las expresiones faciales. Yo encontré que al robot se le daba bastante bien identificar si sonreía o fruncía el ceño.

Sin embargo, Scassellati no cree que los robots estén listos para convertirse en acompañantes permanentes o dependientes eficaces. Los robots que triunfen "dispondrán de unas capacidades limitadas", sugiere. "Serán para usos dirigidos, y probablemente no en contacto con la población general".

El corto tiempo que pasé con Pepper me hace pensar que centrarse en aplicaciones limitadas probablemente sea una estrategia sensata. El robot podría atraer clientes a las tiendas (aunque sólo sea por la novedad), y posiblemente podría ayudar a los clientes a buscar información de productos. Pero todavía queda mucho para llegar a los robots acompañantes de verdad. Como si de remarcar esto mismo se tratara, cuando llegó el momento de irme y me despedí del robot, Pepper pareció olvidarse de su nueva configuración yanqui y se quedó mirando al vació con un gesto inexpresivo. 

Inteligencia Artificial

 

La inteligencia artificial y los robots están transformando nuestra forma de trabajar y nuestro estilo de vida.

  1. Las emisiones de la IA están a punto de dispararse aún más

    Las emisiones de los centros de datos se han triplicado desde 2018. A medida que modelos de IA más complejos como Sora de OpenAI comiencen a generalizarse, es probable que esas cifras se disparen

    Ordenador portátil echando humo
  2. La IA llega al campo de batalla para redefinir la toma de decisiones en la guerra moderna

    Anduril, fabricante de drones y misiles con IA, ha firmado un acuerdo con el Pentágono de EE UU para integrar sus sistemas en conflictos armados y optimizar la toma de decisiones, un aspecto que ya ha generado preocupación en organismos internacionales como Human Rights Watch

    La IA llega al campo de batalla
  3. El contrato de OpenAI con la empresa de defensa Anduril certifica su giro militarista

    La asociación con Anduril desplegará la IA en el campo de batalla. Representa un cambio de la posición de la empresa en solo un año.