El robot K5 detecta y alerta sobre comportamientos anómalos y podría sustituir a los guardias de seguridad
Foto: El robot de seguridad K5.
El Sol se ponía una cálida tarde de noviembre mientras un cuarteto de robots de metro y medio de altura y 150 kilos de peso patrullaba la fachada del Edificio 1 de las instalaciones de Microsoft en Silicon Valley (EEUU). Parecían un equipo de Daleks depurados con la elegancia de Fred Astaire y se movían en silencio por el asfalto en direcciones distintas, parándose y girándose sobre sí mismos para no chocar con cubos de basura, paredes y otros obstáculos.
Estos robots son monos e intimidantes al mismo tiempo. Su presencia amable pero no demasiado les servirá para vigilar instalaciones empresariales y universitarias, centros comerciales y colegios.
Knightscope, una start-up con sede en Mountain View, California (EEUU), ha estado ocupada diseñando, fabricando y probando este robot, conocido como K5, desde 2013. Por el momento se han construido siete unidades y la empresa tiene intención de desplegar cuatro antes de finales de este año en una empresa de tecnología de la zona cuyo nombre aún no se ha revelado. Los robots están diseñados para detectar comportamientos anómalos, por ejemplo, alguien moviéndose por un edificio de noche, e informar de lo que han detectado a un centro de seguridad remoto.
"Así eliminamos el trabajo monótono y a veces peligroso, y dejamos el trabajo estratégico a los cuerpos de seguridad o a empresas de seguridad privada, en función de la aplicación", explica la cofundadora y vicepresidenta de Ventas y Marketing de Knightscope, Stacy Stephens, mientras un K5 pasa a su lado.
Para poder hacer el trabajo que normalmente haría un guarda de seguridad, el K5 usa cámaras, sensores, equipo de navegación y motores eléctricos, todos empaquetados dentro de su cuerpo con forma de huevo junto a una gran batería recargable y un ordenador. Tiene cuatro cámaras de alta definición (una en cada una de sus cuatro caras), una cámara de reconocimiento de matrículas, cuatro micrófonos y un sensor del tiempo (que parece una ranura para DVD) para medir la presión atmosférica, los niveles de dióxido de carbono y la temperatura. Los robots usan wifi o una red de datos inalámbrica para comunicarse entre ellos y con las personas que vigilan a distancia los datos producidos por sus cámaras, micrófonos y demás fuentes.
El GPS y un instrumento de LIDAR ayudan a los robots a moverse por el área y evitar los obstáculos cuando están patrullando. Cuando se colocan en un lugar nuevo, como las instalaciones de Microsoft donde estaban patrullando a principios de este mes, antes de que el cofundador y director ejecutivo de Knightscope William Santana Li hablase en una conferencia sobre tecnología, un humano con un mando a distancia inalámbrico muestra el lugar al robot para establecer el área que patrullará y que conozca el entorno. "Le das un mapa base y empieza a construir sobe eso", afirma Stephens.
Knightscope es una de las muchas empresas que se están dedicando a usar robots para asistir en labores normalmente hechas por humanos (ver "Robots inteligentes junto a trabajadores en fábricas de automóviles") o incluso sustituirlos por completo (ver "De cómo la tecnología está destruyendo el empleo"). Esta tendencia se acelera ahora que los robots son cada vez más inteligentes, ágiles y adaptables a tareas específicas. Y aunque la mayoría de ellos se dedica a trabajar en cadenas de producción, Knightscope es de las pocas empresas que apuesta porque se puedan encargar de otras tareas.
Probablemente Knightscope no sustituya a demasiados guardias de seguridad a corto plazo; en Estados Unidos se contrataron más de un millón sólo el año pasado según un cálculo de la Oficina de Estadística del Departamento de Trabajo de Estados Unidos. Pero el salario medio de estos guardias es más del doble que los 6,25 dólares (unos 5 euros) por hora que Knightscope afirma que cobrará por sus robots, lo que podría tentar a algunas empresas y colegios a probarlos al menos.
Los robots tienen una batería que puede durar unas 24 horas con una única carga, aunque se supone que el K5 lleva un control de la batería que le queda y se traslada a una base de carga cuando lo necesita. Tarda de 15 a 20 minutos en recargarse.
Aunque el K5 tenga un aspecto agradable y no lleva armas, no admite bromas. Si te cruzas en su camino, se para en seco. Si lo intentas parar, pasado un momento su alarma empezará a pitar al tiempo que manda un aviso de nivel bajo al centro de control a distancia. Si sigues molestándolo sonará una alarma ensordecedora y enviará otro aviso para que un operador use el software de Knightscope para comprobar el estado de los sensores, ver qué pasa alrededor del robot y hablar con quien pudiera estar molestándolo.
Si necesitas asistencia y hay un robot cerca, puedes apretar un botón que tiene en la parte superior de su cabeza para llamar.
Stephens afirma que hay varias decenas de clientes potenciales interesados por el robot, entre ellos muchas empresas de seguridad, cansadas de que los guardas no duren demasiado en el trabajo. Knightscope espera empezar a poner a trabajar robots en toda una serie de empresas en la primera mitad del año que viene.
Además la compañía está convencida de que los robots tendrán más aplicaciones que las de seguridad estándar. Por ejemplo, Stephens sugiere una aplicación que permitiría a los estudiantes universitarios solicitar la ayuda de uno de estos robots para recorrer el campus por la noche.
Pero Knightscope tiene muchos cabos sueltos que atar, tanto tecnológicos como culturales, para que los roboguardias funcionen. Para empezar, tienen que demostrar su eficacia durante un uso continuado y la gente tendrá que sentirse cómoda en su presencia.
Los robots también tendrán que mejorar su equilibrio. Mientras hablaba con Stephens, vi que en la distancia un K5 se había caído de la acera al asfalto. Hicieron falta un par de empleados de Knightscope para colocarlo de pie. Al contrario que los guardas de seguridad, estos robots aún no pueden recomponerse si se caen.