Las primeras versiones requerirán esfuerzos sin precedentes para garantizar no sólo la seguridad, sino también la facilidad de uso
La batalla entre Google y Apple está pasando de los teléfonos inteligentes a las cosas inteligentes. Ambas empresas compiten por ofrecer la arquitectura base de las redes de conexión entre tus electrodomésticos, las compañías eléctricas y los equipos de entretenimiento. A principios de junio, en su conferencia anual de desarrolladores, Apple anunció HomeKit, una nueva plataforma de software para las comunicaciones entre dispositivos domésticos y dispositivos de Apple. Mientras tanto, el fabricante de termostatos inteligentes y alarmas de humo Nest, que fue comprado por Google a principios de este año por 3.200 millones de dólares (2.300 millones de euros) ha lanzado recientemente una iniciativa similar con un software que permite a los desarrolladores crear aplicaciones para sus productos y los de otras empresas.
De hecho, si echamos un vistazo rápido al sitio web Works with Nest nos damos cuenta del nivel de interconexión que está a punto de tener nuestro futuro, en el que los coches inteligentes les dirán a nuestros termostatos inteligentes a qué hora estaremos en casa, las secadoras inteligentes mantendrán la ropa "fresca y sin arrugas" hasta que lleguemos y las luces del hogar parpadearán en rojo cuando los dispositivos de Nest detecten humo o monóxido de carbono.
De hecho, de algún modo muchos de nosotros ya vivimos en el internet de las cosas. Tenemos ordenadores de escritorio, portátiles, teléfonos móviles, dispositivos de streaming como Apple TV y cajas Roku, e incluso televisores inteligentes. El problema es que estos sistemas todavía no han comenzado a funcionar juntos de manera adecuada.
Las visiones de Google y Apple requerirán mucho más que nuevos marcos y conferencias de desarrolladores para que realmente resulten transformadoras. Requerirán niveles hasta ahora no vistos de fiabilidad, seguridad y facilidad de uso. De lo contrario, el futuro interconectado podría ser frustrante y posiblemente peligroso.
El wifi es un factor clave dentro de las redes domésticas. Pero aunque el wifi está presente en más del 61% de los hogares estadounidenses, muchas casas tienen una cobertura incompleta, y cuando el wifi no funciona, la depuración de errores resulta difícil. Tendrá que ser radicalmente más fiable para poder dar soporte al futuro en red.
El internet de banda ancha tendrá que ser más fiable, tanto como el servicio de electricidad actual. Para muchos, esto podría significar el uso de módems de cable que puedan usar algún tipo de servicio inalámbrico 4G, quizá de un proveedor diferente. Estos módems tendrán que ser drásticamente más fáciles de instalar y mantener que los de hoy día.
También necesitaremos sistemas de depuración de errores mejorados para cuando internet no funcione como debería. Hoy día el recurso principal cuando falla internet es reiniciar el módem de cable, el ordenador portátil o la TV inteligente, o incluso los tres. Y tal vez el problema ni siquiera esté en la casa. Para poder ser considerados verdaderamente inteligentes, los dispositivos tendrán que evaluar cuál es el problema de la conexión y ayudar a solucionarlo.
Para mucha gente resulta difícil conectarse a una red wifi casera segura. Y algunos dispositivos necesitan información de autenticación adicional, como por ejemplo un nombre de usuario y contraseña de Apple o Google. Cuando cambian las contraseñas, los objetos inteligentes necesitan las nuevas contraseñas o dejan de funcionar.
Este enfoque de vincular los dispositivos inteligentes a nuestras cuentas personales podría ser una decisión de ingeniería fácil hoy día, pero tendrá menos sentido a medida que se usen más dispositivos en hogares con varios miembros familiares. Las familias no deberían tener que decidir si el lavavajillas está vinculado a la cuenta de Gmail de mamá o papá. En su lugar, la familia debería tener su propia identidad, y los distintos miembros deberían tener diferentes niveles de acceso en función de sus necesidades.
El acceso diferenciado también será fundamental para la amplia gama de acuerdos formales e informales que muchas familias necesitan. Pongamos como ejemplo a las niñeras, limpiadores de casas, trabajadores de mantenimiento y porteros. Si estas personas necesitaran interactuar de alguna manera con los dispositivos inteligentes, debería haber alguna forma de facilitarles el acceso sin compartir el nombre de usuario y la contraseña. Y debería haber alguna forma de revisar sus acciones más tarde. Y toda esta delegación y auditoría tendrá que ser fácil de configurar y utilizar sin tener que leer un manual o ver un vídeo.
Más allá del tema de la usabilidad, el hogar inteligente será un objetivo atractivo para los hackers y el malware. Incluso si los propios dispositivos repelen a los atacantes, entre otros puntos de vulnerabilidad están los ordenadores de escritorio, los portátiles y los teléfonos móviles, todos ellos infestados de malware. Las cosas inteligentes serán atacadas, y casi con toda seguridad de formas que hoy día no podemos anticipar. Incluso fugas de datos simples podrían causar problemas significativos si logran ser cosechadas y explotadas de manera sistemática: por ejemplo, los ladrones podrían determinar en qué momento no estás en casa. Los voyeurs podrían hackear tus cámaras de vigilancia.
A medida que Google y Apple avanzan con decisión hacia este espacio, otra preocupación es el grado de compatibilidad entre los dispositivos. Hoy día estas empresas están erigiendo barreras entre sus ofertas de entretenimiento en el hogar, por ejemplo con Apple TV y Chromecast, ofreciendo contenidos, precio y modelos de streaming por separado.
Algunos proveedores seguramente tratarán de mantenerse al margen de esta lucha, ofreciendo aplicaciones que se ejecuten tanto en iOS como en Android, o que simplemente sean controladas a través de una interfaz web. Si bien ese tipo de estrategia podría funcionar para una bombilla de luz inteligente, al fabricante de un electrodoméstico le va a resultar más difícil. Si las empresas dan preferencia a un ecosistema en particular, a los consumidores les resultará difícil cambiarse de aparatos que funcionen con Apple a otros con tecnología de Google.
Hay dos cosas relacionadas con las casas inteligentes del futuro que parecen seguras. En primer lugar, dada la variedad de recursos que están apareciendo a ambos lados de la lucha, no es probable que haya un ganador dominante, lo que significa menos flexibilidad para los propietarios. En segundo lugar, la próxima ola de dispositivos inteligentes se basará en una tecnología que no está preparada para garantizar la fiabilidad, y también introducirá formas completamente nuevas de que las cosas vayan mal. Así que las compañías que los fabrican tendrán que poner mucho más énfasis en la seguridad, la facilidad de uso y la privacidad para ganar tanto la aceptación del cliente como su confianza.