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Computación

Una red social falsa para poder observar la censura china, desde dentro

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Una nueva investigación demuestra que la censura en línea en China depende de un mercado competitivo en el que las empresas intentan ofrecer las mejores tecnologías y servicios para reprimir la libertad de expresión.

  • por Tom Simonite | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 16 Septiembre, 2013

Nueve años después de que Mark Zuckerberg dejara Harvard para crear Facebook, uno de los profesores de ciencia política de la universidad, Gary King, ha decidido que había llegado el momento de lanzar su propia red social. Pero King no montó su red social china para ganar dinero; lo que quería era conseguir una perspectiva interna de la censura china, que depende de que los proveedores de Internet censuren sus propios sitios en línea siguiendo las directrices del Gobierno. King no quiere revelar la URL de su sitio para proteger a las personas involucradas en el proyecto.

Estudios anteriores de la censura china se han hecho principalmente mediante un seguimiento de los sitios sociales chinos para ver qué actualizaciones eliminan los censores (ver "La censura de medios sociales ofrece pistas sobre los planes de China"). Algunos han confiado en las escasas entrevistas hechas a personas que están dentro del aparato y dispuestas a hablar de su papel en la censura. Al contratar a un importante proveedor de software Web chino para montar su sitio, King ha podido inspeccionar las herramientas de censura disponibles de primera mano. También pudo preguntar a los representantes de la empresa cualquier cosa sobre cómo usar esas herramientas. "Cuando teníamos preguntas, llamábamos al servicio de atención al cliente", explica King. "Les pagaban para ayudarnos".

Junto con experimentos paralelos en redes sociales ya establecidas, los pinitos de King como emprendedor en Internet han demostrado que la censura china depende mucho más de lo que se pensaba de filtros automáticos que retienen los mensajes para que los revisen humanos antes de aparecer en línea. Los investigadores también descubrieron pruebas de que el vasto sistema de censura chino se apoya en un mercado capitalista sorprendentemente vibrante en el que las empresas compiten por ofrecer mejores servicios y tecnología para la censura.

La censura de los sitios chinos a veces es inconsistente y se sabe que depende en gran medida de que haya personas filtrando los mensajes manualmente. Pero el software que compraron los investigadores de Harvard para ejecutar en su sitio venía con una caja inesperadamente compleja de herramientas de censura automatizada, explica King, y la empresa que se la proporcionó estuvo encantada de dar consejos sobre su uso. "Las opciones eran realmente asombrosas".

No solo se podían retener los mensajes automáticamente para su revisión manual por un censor humano basándose en palabras clave concretas, sino que se podían tratar de distinta forma dependiendo de su longitud, de dónde aparecían en el sitio, y de si empezaban una conversación o contribuían a una ya existente. Se podía vigilar a personas concretas para llevar a cabo una censura más agresiva basándose en su dirección IP, cuáles eran sus mensajes más recientes, y su reputación en la comunidad.

Al llamar a la atención al cliente del proveedor de software contratado por el equipo descubrieron que además podían escoger de entre una gama de plug-ins de pago extras que ofrecían opciones de filtrado más sofisticadas. Esas conversaciones también revelaron datos sobre el misterio perenne de cuántos censores hay vigilando los mensajes en línea en China. A King se le explicó que, para mantener contento al Gobierno, un sitio tenía que emplear dos o tres censores por cada 50.000 usuarios. Basándose en esas cifras, King calcula que hay entre 50.000 y 75.000 censores trabajando en empresas de internet dentro de China.

En un experimento paralelo, el grupo de King reclutó a decenas de personas en China para ayudar a subir 1.200 actualizaciones distintas a 1.000 redes sociales diferentes y ver qué se censuraba. Un poco más del 40 por ciento de todos esos mensajes quedaron retenidos inmediatamente mediante las herramientas de censura automáticas. Los mensajes filtrados al día o dos, o ya nunca volvía a aparecer en línea. Observar el destino de distintos mensajes sugiere que los sitios usan una gran variedad de tecnologías y procedimientos de censura distintos.

Estos hallazgos y la experiencia de King manejando su propio sitio, sugieren que China ha creado una especie de mercado competitivo de la censura, afirma. Las empresas tienen libertad para llevar sus negocios de censura como quieran, siempre que no permitan que florezca el discurso equivocado. Algo que crea incentivos para encontrar formas más eficaces de censura, para minimizar el impacto sobre los beneficios. "Hay una gran cantidad de diversidad y espacio para la innovación técnica y empresarial en la censura" sostiene King. "Las empresas pueden experimentar y elegir entre compañías que les venden tecnología para la censura".

Jason Ng, investigador de la Universidad de Toronto (Canadá) especializado en la censura china, afirma que la visión de King de las opciones disponibles para la censura no tiene precedentes. "Las autoridades parecen reconocer que el Gobierno no es quien mejor equipado está para llevar a cabo la censura", explica Ng. "Es mejor que lo hagan las empresas privadas no solo por innovación, sino por recursos".

El mercado opera bajo la amenaza constante de una acción sancionadora del Gobierno, afirma Ng. Después de que se destapara el escándalo político de Bo Xilai el año pasado, los dos sitios al estilo de Twitter más grandes de China, Tencent and Sina Weibo, se cerraron durante tres días, mientras que otras empresas más pequeñas quedaron clausuradas para siempre. "Un reportaje de Xinhua, la agencia de noticias estatal, afirmaba que era en respuesta a que esas empresas no estaban haciendo un buen trabajo", explica Ng.

Los resultados del experimento del grupo de Harvard en el que se subieron mensajes a sitios existentes, son una confirmación más de que aunque la censura China no suela ser consistente, está más dirigida de lo que se da por supuesto, sostiene Ng. Habiendo escogido cuidadosamente el contenido de los mensajes para crear una muestra aleatoria, el grupo de King demostró que los censores no van a por las quejas contra el Gobierno, sino que están mucho más preocupados por conversaciones sobre la toma de acción colectiva.

Ng afirma que esto añade peso numérico a una percepción compartida por los expertos en China de que al Gobierno del país le resulta útil permitir a la gente ventilar sus frustraciones en línea. "Permitir a la gente hablar sobre autoridades corruptas es una herramienta para el Gobierno", afirma.

Es poco probable que revelar cómo censura China a sus ciudadanos provoque un cambio de política en el país. Pero Ng espera que comprender los motivos detrás de la censura china ayude a distintos esfuerzos de agentes externos por animar a las autoridades a que aflojen el control sobre la libertad de expresión en línea. "Mejorará la conversación con quienes mandan sobre equilibrar el bien común frente a la libertad de expresión".

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