Para el experto en inteligencia artificial e innovación colectiva digital Ramón Sangüesa, la sociedad debe replantearse su relación con la tecnología.
¿Pueden los ciudadanos dar soluciones inspiradas en la ciencia para su ciudad? Para Ramón Sangüesa la respuesta es “sí”. Doctor en informática, especializado en inteligencia artificial, y profesor en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), Sangüesa se ha preocupado en los últimos años de promover y divulgar una actitud 'tecnocultural', centrada en aprender de manera conjunta y colaborativa todo lo que trae consigo la tecnología. Es cofundador, junto con otros profesionales relacionados con la divulgación científica, de Co-Creating Cultures, un proyecto enfocado a crear nuevas culturas de colaboración.
A su paso por Madrid (España) con motivo del ciclo Ciencia y Sociedad organizado por la Fundación Banco Santander, Sangüesa daba a Technology Review en español su visión acerca del papel de la inteligencia artificial y su relación con la sociedad.
TR.es: ¿Qué es Co-Creating Cultures?
Sangüesa: Es una plataforma de innovación y transformación cultural que está basada en el aspecto de diseño en parte soportado por lo digital. Viene de una trayectoria anterior de búsqueda de procesos de innovación colaborativa y capacitación para el diseño colectivo. Lo importante es cómo desarrollar una inteligencia colectiva para que algo conjunto sea creativo y para que se produzcan procesos de innovación y cambio social.
¿Qué es la inteligencia colectiva?
Podemos decir que son muchos cerebros coordinados que actúan en sinergia. Se trata de un tipo de proceso emergente en el cual la coordinación de muchas capacidades inteligentes da lugar a una solución que de forma individual o por separado no se obtendría.
¿Una especie de networking?
A nosotros nos gusta decir que hacemos ‘workneting’. Conseguimos crear una red de personas, de todos los tipos, que trabajan juntas. En estas culturas de diseño lo importante es el concepto de proyecto, ya que es lo que agrega y hace que la gente se sume porque resuena con algo personal. El workneting en este caso es cómo crear este proyecto al que la gente se anima a contribuir y cuidar la red de lo que pueda surgir.
¿En qué campos os centráis principalmente?
Tenemos tres áreas de trabajo. Por un lado, una línea se ocupa del ámbito educativo, concretamente, de la introducción de la cultura tecnológica en la educación y el diseño. Por otro, están el área de la interdisciplinaridad y los procesos de cocreación y generación de conocimiento, en los que integramos lo que hemos aprendido sobre la creación y transferencia de conocimiento, y nos valemos de los procesos de aprendizaje llevados a cabo en el entorno de educación con los niños.
Tu ponencia en el ciclo se tituló De lo singular a lo híbrido, ¿a qué te referías con estos términos?
Tendemos a pensar que la inteligencia artificial es un sistema separado de nosotros. En cambio, proliferan constantemente tecnologías híbridas a distintos niveles. Por un lado, hay una hibridación muy radical, identificada con todo lo relacionado con los interfaces y nuestro sistema nervioso. Lo que se obtiene es híbrido porque no puede decirse que sea humano, pero tampoco es completamente artificial.
Por otro lado, existe otra hibridación menos visible, una inteligencia menos espectacular a la que yo llamo ‘inteligencia gris’. Algo que hace 20 años era un concepto de laboratorio, pero que ahora está en todas partes, afecta a nuestras vidas y nos plantea un debate: ¿Cómo relacionamos algo que antes era singular y separado de nosotros con algo que está cada vez más difundido y forma parte de la cotidianidad?
Y tu respuesta sería…
Hay una corriente de expertos que opinan que hay que adaptarse a la tecnología y teorizan sobre distintas maneras de hacerlo. En mi opinión, hay que cuestionarse esta necesidad. Hay que empezar a discutir y experimentar las contradicciones que hay detrás de todo esto.
¿Crees que existe una devoción por la tecnología?
Hay que diferenciar la tecnología del marketing. A mí que seamos capaces de integrar en nuestras vidas lo que la tecnología nos aporta como forma de trabajar y enfrentarnos a los problemas como grupos, me parece bien. También me parece bien que se quiera ganar dinero con la tecnología. Ahora, convertirse en fashion victim de la tecnología me parece una estupidez.
No me satisface la cantidad de proyectos que han proliferado en pos de la facilitación digital, que en realidad lo que pretenden es que seas usuario y no diseñador.
¿De qué temas debería ocuparse la inteligencia artificial?
A mí particularmente me interesan los patrones de trabajo cooperativo global. Investigar por qué ciertos grupos funcionan y otros no, comparar lo que me dice la teoría de la organización con lo que me dicen mis simulaciones con sistemas multiagente, preguntarme por qué determinada estructura de los agentes en una red permite que aprendan y otra no... Esta es mi visión. Creo que ahora mismo, por el tipo de complejidad que hemos generado, habría que apostar más por generar estos cambios de trabajo colaborativo de manera masiva y conseguir que vayan más allá del crowdsourcing que, a nada que te despistes, se convierte en una forma de explotación con otro nombre.
¿Qué puede aportar la “humanidad” de los agentes artificiales?
Tenemos cierta tendencia a adscribir estados mentales a objetos que en principio ni siquiera se parecen a nosotros. Por ello, reforzar algunos aspectos que nos hacen ser más empáticos con ellos es una forma de amplificar sus posibilidades y las nuestras. Desarrollar la empatía entre el humano y la máquina puede mejorar las condiciones de la relación entre ambos. Esto hace más fácil el manejo de sistemas inteligentes y puede tener usos terapéuticos, como demuestra la roboterapia.
También se está trabajando mucho para mejorar la toma de decisiones de los sistemas inteligentes. Cuando estamos sometidos a mucho estrés, por ejemplo, no razonamos ni tomamos decisiones de la misma manera. Existen sistemas artificiales, menos empáticos a priori, que cuentan con un sistema de emoción interno que les hace valorar la situación y llegar antes a un determinado tipo de solución.
¿Quiere decir esto que está superado el Test de Turing?
Todo tiene un porqué en el momento en que surge. Cuando Turing lanzó su test fue una idea muy novedosa y el concepto ha permanecido, en mi opinión, como una necesidad más de la sociedad de justificarse por estar haciendo algo inteligente. Lo que yo creo es que si cada vez nos vamos a encontrar con cosas más híbridas, ¿dónde quedará la barrera entre agente humano y artificial? Poco a poco se irán borrando las fronteras y tendremos que estar listos para gestionar la nueva situación.