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Toc, toc. ¿Quién es? Una IA con chistes típicos. Investigadores de Google DeepMind pidieron a 20 cómicos profesionales que utilizaran modelos lingüísticos populares de IA para escribir chistes y actuaciones cómicas. Los resultados fueron variados.

Los cómicos dijeron que las herramientas les fueron útiles para producir "borradores vómito" iniciales sobre los que hacer cambios y estructurar sus monólogos. Sin embargo, la IA no fue capaz de producir nada que fuera original, estimulante o, lo que es más importante, gracioso. Mi compañera Rhiannon Williams cuenta la historia completa.

Como explicó a Rhiannon Tuhin Chakrabarty, investigador informático de la Universidad de Columbia (EE UU) especializado en IA y creatividad, el humor suele basarse en ser sorprendente e incongruente. La escritura creativa requiere que su creador se desvíe de la norma, mientras que los modelos de lenguaje de gran tamaño (LLM, por sus siglas en inglés) solo pueden imitarla.

Los artistas son conscientes de esto y, en consecuencia, están cambiando su forma de abordar la IA. Acabo de volver de Hamburgo (Alemania), donde se ha celebrado uno de los mayores eventos para creativos de Europa, y el mensaje que me han transmitido las personas con las que he hablado es que la IA tiene demasiados fallos y es demasiado poco fiable para sustituir totalmente a los humanos, y que es mejor utilizarla como herramienta para aumentar la creatividad humana.

Ahora mismo estamos decidiendo cuánto poder creativo estamos dispuestos a conceder a las empresas y herramientas de IA. Después de que se iniciase el boom en 2022, cuando DALL-E 2 y Stable Diffusion entraron en escena por primera vez, muchos artistas expresaron su preocupación por el hecho de que las empresas de IA estuvieran utilizando su trabajo protegido por derechos de autor sin consentimiento ni compensación.

Las empresas tecnológicas argumentan que todo lo que está en la red pública se considera "de uso legítimo", una doctrina legal que permite la reutilización de material protegido por derechos de autor en determinadas circunstancias. Artistas, escritores, empresas de imagen y The New York Times han presentado demandas contra estas empresas, pero probablemente pasarán años hasta que tengamos una respuesta clara sobre quién tiene razón.

Mientras tanto, la opinión pública ha cambiado mucho en los dos últimos años. Los artistas que he entrevistado recientemente dicen que hace dos años fueron acosados y ridiculizados por protestar contra las prácticas de extracción de datos de las empresas de IA. Ahora, el público en general es más consciente de los daños asociados a la IA. En solo dos años, han pasado de quedarse boquiabiertos ante las imágenes generadas por la IA a compartir mensajes virales en las redes sociales sobre cómo evitar la extracción de datos por la IA, un concepto que era ajeno a la mayoría hasta hace muy poco.

Las empresas también se han beneficiado de este cambio. Adobe ha conseguido presentar sus servicios de IA como "éticos" en la utilización de la tecnología, por lo que "no genera preocupaciones" por las infracciones de los derechos de autor. También hay varias iniciativas para cambiar las estructuras de poder de la IA y dar a los artistas más poder sobre sus datos. Ya he escrito sobre Nightshade, una herramienta creada por investigadores de la Universidad de Chicago (EE UU) que permite a los usuarios añadir un ataque invisible a sus imágenes para que rompan los modelos de IA sin el algún momento son extraídas.

El mismo equipo está detrás de Glaze, una herramienta que permite a los artistas ocultar su estilo personal de los falsificadores. Glaze se ha integrado en Cara, un nuevo portal de porfolios artísticos y red social que ha suscitado un gran interés entre los artistas. Cara se presenta como una plataforma de arte creada por personas que filtra el contenido generado por IA. Ha conseguido casi un millón de nuevos usuarios en pocos días.

Todas estas noticias deberían ser tranquilizadoras para cualquier creativo preocupado por la posibilidad de perder su trabajo a manos de un programa informático. El estudio de DeepMind es un gran ejemplo de cómo la IA puede ser realmente útil para los creativos. Puede encargarse de algunos de los aspectos aburridos, mundanos y rutinarios del proceso creativo, pero no puede sustituir la magia y la originalidad que aportan los humanos. Los modelos de IA se limitan a sus datos de entrenamiento y siempre reflejarán el espíritu de ese momento, por lo que acaban resultando obsoletas demasiado pronto.

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