Antes de llevar a cabo grandes cambios, Musk debería preguntar a los activistas prodemocráticos globales que sí lo saben
Fue en 2009 cuando realmente se hizo evidente el poder de Twitter. Mientras algunos iraníes tuiteaban sobre las elecciones en el país durante el apagón de los medios de comunicación, el sitio comenzó a emerger como una herramienta clave para los activistas globales. Otros movimientos posteriores, incluida la revolución egipcia de 2011 y el Movimiento Black Lives Matter, confiaron en Twitter para difundir información y ganar seguidores.
Si el nuevo tuitero jefe oficial de la plataforma, Elon Musk, mantiene sus planes declarados de revisar una serie de políticas de la plataforma, estos mismos usuarios, posiblemente los que hicieron de Twitter lo que es, serían los que más sufrirían.
Por un lado, la empresa ha resistido durante mucho tiempo las demandas de censura de los países autoritarios que no cumplen con los estándares de derechos humanos. Sin embargo, la idea de Musk de que las leyes locales sean la guía de lo que está permitido en Twitter (ha afirmado que la plataforma debería "ajustarse a las leyes de los países en los que opera Twitter") podría significar que la compañía empezará a cumplir con las políticas de censura y las exigencias de datos de los usuarios. Algo a lo que se había opuesto anteriormente.
Por ejemplo, Qatar, cuyo Gobierno es uno de los patrocinadores financieros de Musk, tiene una ley que amenaza con encarcelar o multar a "cualquiera que transmita, publique o reenvíe rumores, noticias o declaraciones falsas o sesgadas, o propaganda incendiaria, en el país o en el extranjero, con el propósito de dañar los intereses nacionales, agitar la opinión pública o atentar contra el sistema social o el sistema público del Estado". Los posibles abusos de esta ley son innumerables.
Sin embargo, esto es solo una posibilidad en la nueva era Musk, que acaba de empezar. Ahora que "el pájaro ha sido liberado", como escribió Musk el jueves pasado al asumir oficialmente el control, a muchos usuarios les preocupa que, después de años de lentas mejoras en la funcionalidad, las políticas y los procesos de moderación del sitio, la compra del multimillonario resulte en gran medida en su degradación.
Estos temores no carecen de justificación: aunque solo podemos adivinar gran parte de lo que hará Musk, él mismo ha dejado claro que, bajo su liderazgo, habrá cambios radicales en las políticas. Además de seguir probablemente las leyes locales de los gobiernos autoritarios, esto podría incluir una relajación de las reglas sobre la libertad de expresión de la plataforma y un requisito de autenticación de usuario que desafiaría la capacidad de los usuarios de permanecer en el anonimato. También ha hecho una serie de declaraciones concisas y, a veces, contradictorias sobre cómo cree que el sitio debe moderar su contenido, entre ellas, que Twitter debería eliminar y eliminará solo el discurso que es ilegal.
Pero ya hay acciones que no tenemos que adivinar. Musk se retractó de las afirmaciones según las que planeaba despedir a un tercio del personal de la empresa [para anunciar un despido aún mayor pocos días más tarde]. Antes, despidió a varios altos directivos. Se informó que estos habían sido despedidos y "escoltados apresuradamente" fuera de la sede de la empresa. Entre ellos estaba Vijaya Gadde, directora de Política Legal, Confianza y Seguridad de la compañía, a quien Musk se había enfrentado en un tuit publicado en abril.
La gestión de Gadde no estuvo exenta de controversias, pero bajo su liderazgo, el equipo legal logró importantes avances en las políticas, muchos de los cuales tenían como objetivo proteger a los usuarios más vulnerables de la plataforma. Twitter rechazó los intentos de los tribunales estadounidenses de desenmascarar a los usuarios anónimos; tomó medidas enérgicas contra botnets y otras operaciones de influencia; trabajó con el Gobierno de Nueva Zelanda para desarrollar herramientas con el fin de facilitar la investigación independiente sobre los impactos de las interacciones de los usuarios con los sistemas algorítmicos; prohibió anuncios políticos en el período previo a las elecciones estadounidenses de 2020; y contrató a varios investigadores para estudiar la calidad del discurso en el sitio.
Para muchos de los usuarios vulnerables de Twitter, estos cambios representaron grandes avances desde sus inicios como el "ala más favorable a la libertad de expresión del partido más favorable a la libertad de expresión", donde se podía encontrar casi cualquier cosa, incluido contenido terrorista, de acoso y de incitación al odio. Pero Musk ha declarado que "la libertad de expresión es la base de una democracia que funcione, y Twitter es el ágora digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad". Si bien Musk recientemente moderó sus declaraciones anteriores al indicar que no convertiría a Twitter en un "infierno de todos contra todos", parece bastante claro que el nuevo jefe tiene la intención de revertir algunas de las reglas de Twitter.
Musk también ha señalado que reduciría los intentos de Twitter de combatir la información errónea y la desinformación. Esto sería un error. Twitter ha elaborado cuidadosamente sus políticas y herramientas que permiten la libertad de expresión al mismo tiempo que inhiben la difusión de contenido falso, como avisos que animan a los usuarios a leer realmente lo que comparten y etiquetas que brindan contexto adicional a la posible desinformación. Con importantes elecciones acercándose en docenas de países en los próximos dos años, estas herramientas son esenciales para garantizar que Twitter siga siendo un espacio para el compromiso cívico.
Quizás lo más preocupante para muchos de los activistas que confían en las protecciones de anonimato de la plataforma es que los planes de Musk de exigir la autenticación de los usuarios podrían significar el fin de la libertad y la seguridad en las que han llegado a confiar. El seudónimo y el anonimato son esenciales para los usuarios que pueden tener opiniones o identidades que no se alinean con quienes están en el poder. Incluso si Musk continúa permitiendo los seudónimos, exigir a los usuarios que entreguen información personal podría dejarlos vulnerables a la captura de datos por parte de sus gobiernos.
Por supuesto que no todas las ideas de Musk son malas. Ha prometido cifrar los mensajes directos, algo que los defensores de los derechos digitales han solicitado durante muchos años y que permitiría a los usuarios de Twitter comunicarse de forma más segura sin salir de la plataforma. También ha sugerido que su objetivo es dar a los usuarios más opciones sobre lo que ven en sus propios feeds, lo que podría lograr un mejor equilibrio para la libertad de expresión en algunas de las áreas donde la moderación de Twitter se ha desviado demasiado en la dirección equivocada.
Musk dice que ha adquirido Twitter porque es "importante para el futuro de la civilización tener un ágora digital común, donde se pueda debatir una amplia variedad de creencias de manera saludable sin recurrir a la violencia". Musk no se equivoca en eso, pero está equivocado en cómo llegar hasta allí. Espero, tal vez ingenuamente, que Musk, en vez de entrar disparando, escuche a los expertos y a los usuarios más vulnerables del sitio… y que comprenda mejor los desafíos con los que se enfrentan y las complejidades de moderar el contenido en un sitio que, eventualmente, podría albergar la rabia de un líder mundial o un movimiento por la libertad.