A medida que la inteligencia artificial mejora, empieza a ser capaz de idear innovaciones sin apoyo humano. El software Dabus AI ha creado una luz de advertencia y un recipiente de alimentos dignos de ser protegidos por una patente, pero las oficinas responsables se niegan a aceptar la solicitud
La inteligencia artificial (IA) suele ser considerada como una simple herramienta para ayudar a los inventores, por ejemplo, a sintetizar enormes conjuntos de datos para encontrar fármacos prometedores o descubrir nuevos materiales. Pero, ¿qué pasaría si fuera totalmente responsable del propio acto de la invención en sí mismo?
Eso es lo que el abogado de patentes y profesor de ciencias de la salud en la Universidad de Surrey (Reino Unido) Ryan Abbott quería comprobar. El investigador detalla: "Si escribo un documento de Word con Microsoft Word, eso no convierte a Microsoft Word en el autor, y si utilizo una hoja de cálculo de Excel, eso no convierte a Excel en inventor de una patente mía". No obstante, Abbott, quien también es uno de los abogados del Proyecto del inventor artificial (AIP, por sus siglas en inglés), cree puede haber situaciones en las que un software o un algoritmo se deban ser considerados como los inventores.
En pasado agosto, los expertos de AIP solicitaron patentes para dos inventos, una luz de advertencia y un recipiente de alimentos. Estas patentes fueron solicitadas en nombre de Stephen Thaler, CEO de una compañía llamada Imagination Engines. Pero en vez de poner a un autor humano en los formularios, el inventor que figuraba era Dabus AI, un sistema de inteligencia artificial que Thaler llevaba construyendo más de una década. Dabus AI ideó las innovaciones después de recibir datos generales sobre muchos temas. Thaler había creado a Dabus, pero no tenía conocimientos sobre la creación de luces ni sobre recipientes de alimentos, y hubiera sido incapaz de desarrollar esas ideas por sí mismo. Y por eso, argumenta el equipo de AIP, Dabus es el legítimo inventor.
Las oficinas de Reino Unido y Europa consideraron que las invenciones en sí mismas dignas eran dignas de patentes, pero ambas oficinas rechazaron las solicitudes porque el "inventor" no era un ser humano. Como resultado, los dispositivos aún no están sometidos a la protección de patentes. (La Oficina de Patentes y Marcas de EE. UU. todavía está evaluando y pidiendo opiniones sobre las cuestiones relacionadas con la IA y la ley de propiedad intelectual).
Abbott ya está planeando apelar las decisiones. En su opinión, cada vez habrá más casos en los que la IA deba ser considerada como el verdadero inventor y que la ley debe prepararse para eso. "Esta discusión trata sobre el futuro de la innovación", asegura. No permitir que IA sea reconocida como inventora no solo es moralmente problemático, sino que dará lugar a consecuencias no deseadas, sostiene.
¿Cuáles son los argumentos?
Lo primero a lo que todo el mundo se opone es a que la IA sea la propietaria de una patente. Es común que el inventor de una patente sea un individuo, mientras que su propietario es la empresa donde trabaja el inventor. En este caso, Abbott argumenta que el inventor es Dabus AI y el propietario sería Thaler.
Suena bastante simple, salvo que la ley de patentes tiene formas muy específicas de asignar la propiedad: el inventor debe ser o empleado o contratista de la empresa matriz. Ambas son categorías reglamentarias, pero la IA no corresponde a ninguna de las dos, explica el experto en propiedad intelectual de Potter Clarkson Peter Finnie. Ese sería un motivo suficiente para que las solicitudes sean rechazadas, incluso antes de valorar el requisito de que los inventores sean individuos y "personas físicas". (Los animales tampoco pueden tener propiedad intelectual bajo la ley de derechos de autor, como se determinó en el caso del "selfie del mono".)
Un problema más básico consiste en que no estamos ni cerca de disponer de una inteligencia artificial general, por lo que pocas personas creerán que una IA ha inventado algo. Es mucho más común que las empresas hablen de "innovación asistida por ordenador", agrega Finnie.
Además, ser inventor conlleva ciertas responsabilidades. "Si la IA fuera considerada como una inventora, debería ser capaz de firmar contratos", afirma el abogado especialista en propiedad intelectual de Womble Bond Dickinson Chris Mammen. También debería ser capaz de autorizar licencias y de presentar demandas. Pero, no puede hacer ninguna de esas cosas. Hace unos años, los formuladores de políticas en la Unión Europea debatieron sobre la creación de una categoría de "personalidad electrónica", pero la idea se esfumó en parte debido a estas consideraciones prácticas.
El experto continúa: "No cuestiono que la IA sea realmente buena para resolver problemas de maneras distintas y nuevas que las personas tal vez nunca podrán idear. Pero en cuanto las normas, no estoy seguro de que nuestro sistema de patentes sea la herramienta adecuada para recompensar el desarrollo de ese tipo de soluciones".
Es posible imaginar una situación en la que ningún ser humano haya hecho ninguna contribución importante a una innovación, pero añade que no está "seguro de que estemos en ese punto todavía".
El caso de la IA inventora
Para Abbott, el hecho de que las máquinas todavía no actúen como inventoras de forma rutinaria es parte del problema, un problema que la sociedad debe resolver pronto.
El abogado reconoce que la IA no surge por sí sola: debe codificarse, entrenarse y alimentarse con datos, pero que eso no significa necesariamente que todo lo que una IA cree pueda o deba volver a pertenecer a los humanos. Cientos o miles de personas podrían trabajar en la programación del superordenador Watson de IBM con capacidades de resolución de problemas generales, pero "si Watson aplica esas capacidades y resuelve un problema particular de una manera que resulta en una patente, no está claro si el trabajo de esas personas las califica como inventores", explica Abbott.
Pero si los humanos no pueden figurar como inventores porque no estuvieron involucrados directamente, y la IA tampoco puede figurar como inventora, entonces la invención podría no ser patentable en absoluto. Esto, tal y como sugiere Abbott, podría ser un problema. Podría impedir que las empresas inviertan dinero en tecnologías de inteligencia artificial y obstaculizar avances en importantes áreas como el descubrimiento de fármacos. Puede que no se obtenga mucho bien social al otorgar derechos a una IA, sostiene, pero sí sacaremos beneficios si cambiamos la ley de propiedad intelectual para reconocer su contribución.
La decisión completa de la Oficina Europea de Patentes se publicará a finales de enero; un portavoz dijo que, en un futuro cercano, es probable que la IA sea considerada como una herramienta en vez de como inventora. Según el abogado especialista en propiedad intelectual en Mathys & Squire, Jeremy Smith, sería posible que la ley cambie para crear un nuevo derecho de patente que tenga en cuenta la contribución de IA, o que la gente simplemente encuentre nuevas estrategias para poner a un humano como inventor. Pero los legisladores son muy lentos, señala.
Abbott está de acuerdo. La apelación en Reino Unido, que argumenta que el rechazo de la solicitud al final requeriría que los solicitantes mientan sobre la creación de la invención, probablemente no se resolverá hasta dentro de varios meses. Según él, "va necesitar mucho tiempo para resolverse".