En la década de 1960, nadie quería depositar toda su confianza en los cálculos que hacían los ordenadores para llegar hasta la Luna. Así que un equipo de matemáticos supervisaba todas las operaciones. Uno de ellos fue Dennis Sager y esta es su historia
En los meses previos al 50 aniversario de la misión Apolo 11, compartiremos historias de las personas que hicieron posible el aterrizaje en la Luna. (Ver: Historia de la icónica foto de la huella lunar y el hombre que la hizo posible) Esta semana: Dennis Sager.
En el espacio, el más mínimo error de cálculo puede ser fatal. Para asegurar que son correctos suele hacer falta que alguien los revise. La mayor parte de las operaciones necesarias para las misiones Apolo se llevó en el Complejo de Computación en Tiempo Real (RTCC, por sus siglas en inglés), una sala de ordenadores desarrollada por IBM. Pero a la NASA no le gustaba la idea de depositar toda su confianza en un conjunto de máquinas para una serie de misiones tan importantes.
Así que la agencia también contrató a un grupo de expertos en matemáticas que utilizó algunos métodos clásicos para verificar dos veces los cálculos de las máquinas, como las tarjetas perforadas. La organización funcionó de esta forma durante las misiones del programa Gemini y en las primeras Apolo. Dennis Sager era uno de los matemáticos más jóvenes de aquella trastienda del Edificio 30 en Houston (EE.UU.), también conocida como Instalación Auxiliar de Computación en Tiempo Real (o RTACF, por sus siglas en inglés).
Además de corregir los deberes de las máquinas, el trabajo de este grupo consistía en ayudar a las misiones a prepararse para lo inesperado y adaptarse cuando las circunstancias cambiaban. Mientras que el RTCC tuvo que terminar su código y las trayectorias antes del lanzamiento, el trabajo en el RTACF era ágil. Sager recuerda: "Realizamos cambios en tiempo real durante el vuelo. Pudimos hacer cosas que ni siquiera estaban pensadas de antemano".
A su grupo se le asignaron tareas como la de encontrar el modo de guiar una misión si un huracán llegaba al Golfo de México y la de calcular trayectorias de varias órbitas por delante de la posición actual de la nave en caso de suspensión o error.
Eso significaba que el equipo recibió algunas bolas curvas. Una vino por sorpresa junto a una nave espacial rusa. Durante la misión Apolo 11, EE. UU. no era el único país que se dirigía a la Luna. Los rusos habían lanzado un satélite no tripulado, Luna 15, que diseñado para arrebatar el número uno a los estadounidenses.
"Tenían la intención de aterrizar en la Luna, coger algunas rocas, disparar algunas de esas rocas hacia la Tierra e informar de que habían conseguido las primeras rocas y habían ganado a Estados Unidos. Su plan era regresar un par de días antes de la misión Apolo 11", recuerda Sager.
Crédito: IBM
Pero a pesar de que, en teoría, los rusos habían publicado los planes de vuelo para Luna 15, Sager asegura que su equipo en el RTACF nunca obtuvo la información de la órbita de la nave. El matemático detalla: "[Nosotros] calculamos la órbita para asegurarnos de que no estaría en ningún lugar cercano al Apolo 11". Lo lograron utilizando observaciones de la nave basándose en los datos proporcionados por el observatorio británico. Al final, Luna 15 se estrelló en la Luna a una distancia segura, solo unas horas antes de que Neil Armstrong y Buzz Aldrin comenzaran su viaje a casa.
Pero, después de Apolo 11, las cosas cambiaron. La tecnología estaba mejorando. Los ordenadores eran más adaptables y ya no necesitaban un sistema de verificación redundante. Básicamente, el RTACF se había quedado obsoleto. Así que la misión Apolo 12 comenzó con una importante reducción de personal.
El personal del RTACF se redujo a dos personas: Al Di Valerio y Sager. Según este, Di Valerio era un amable "hombre mayor" de la RTACF (aunque solo tenía 34 años...). Lamentablemente, murió de un infarto en su casa durante la misión Apolo 12. Eso dejó a Sager como único empleado, y aunque que otros le ayudaban con la misión, él sabía que era hora de seguir adelante. El matemático recuerda: "Anuncié que me iba después del Apolo 12 en la misma mañana de su lanzamiento".
Crédito: Randy Sager
Poco después, abandonó la industria aeroespacial para empezar una carrera en medicina. Sager continúa: "Hubo una especie de decepción post-Apolo en todo el país. Algunos de nosotros dejamos la ingeniería y nos fuimos a estudiar medicina. Así que me hice médico".
Sager nunca perdió su deseo de trabajar en el espacio. Años más tarde, se presentó para ser astronauta. Lo llamaron para las entrevistas, pero su mala vista le arrebató esa oportunidad. Aun así, como tantos otros veteranos del programa Apolo con los que he hablado, está contento de haber podido participar durante ese tiempo. El matemático concluye: "Trabajar en Apolo fue realmente increíble. Yo no descubrí nada personalmente. Habrían llegado a la Luna sin mí, pero tuve la suerte de poder trabajar en la misión".
Sager vive ahora en Virginia (EE.UU.). Trabaja como médico de atención primaria y realiza exámenes médicos a pilotos privados y de aerolíneas.