La arquitecta y tecnóloga urbana Areti Markopoulou cuestiona que ciudades y edificios sigan siendo estáticos e incapaces de adaptarse a los cambios. Su investigación se centra en diseñar materiales y tecnologías que conviertan las construcciones en organismos vivos, dinámicos y personalizables
Si lo único constante es el cambio, ¿cómo es posible que edificios y ciudades se construyan de forma prácticamente inalterable? La arquitecta griega y directora académica del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC), Areti Markopoulou (1980, Salónica), defiende que "si nuestros datos cambian constantemente, el diseño y el espacio construidos no pueden ser estáticos". Por eso, investiga soluciones tecnológicas y trabaja con materiales inteligentes para conseguir que los espacios urbanos se adapten de forma dinámica a los cambios ambientales.
Markopoulou, que es asesora en la iniciativa Leading Cities, ha comprobado que esta transformación, además de convertir a las ciudades en inteligentes, debe personalizarse y adaptarse a cada caso particular. Las smart cities no pueden ser un copia-pega unas de otras. Así que, aunque el mundo sea cada vez más global, considera que las soluciones genéricas no sirven para mejorar todas las urbes.
¿Qué impacto tienen las nuevas tecnologías digitales en el urbanismo?
La tecnología está motivando un cambio radical en la manera en que habitamos, interactuamos y nos movemos en la ciudad. Desde el GPS y Google Maps, hasta las plataformas de economía compartida para alquilar vehículos y pisos. La nueva arquitectura y la creación de los espacios deberían adaptarse a estos cambios, y la tecnología es un medio para ello. Pero es importante tener un conocimiento que vaya más allá de ella.
Foto: Tecnologías como la impresión 3D, la robótica y la inteligencia artificial serán necesarias para adaptar las ciudades a los cambios, y ofrecer soluciones asequibles, sostenibles y personalizadas. Crédito: On Site Robotics & OTF Clay Printing, IAAC.
¿Qué tecnologías van unidas al futuro de la arquitectura?
La impresión 3D ayudará a construir de manera más rápida y sostenible. En nuestra investigación la hemos combinado con la arquitectura vernácula. La realidad aumentada nos permite sobreponer datos digitales en el espacio físico; esto será una revolución en el diseño. La robótica contribuirá en distintas escalas, desde un minirrobot, a un vehículo autónomo y un sistema de drones. Los robots del futuro estarán cada vez más integrados para producir de manera personalizable y estar presentes en los sitios donde se necesitan, no encerrados en fábricas. La inteligencia artificial la utilizaremos para programar partes de edificios y que aprendan cómo viven los usuarios, predigan condiciones ambientales y sepan cómo tomar decisiones en función de ello.
El futuro de la construcción va a ser una colaboración única entre máquinas y humanos, que contribuirá a dar respuesta a todos los desafíos del crecimiento demográfico, las personas desplazadas y las ciudades marginales.
De hecho, uno de los retos que tiene la construcción es que todo el mundo disponga de un hogar y que las ciudades sean inclusivas. ¿Cómo se puede conseguir?
En lugares muy urbanizados la verticalidad es una solución muy interesante, pero hay que repensarla. ¿Cómo creamos una torre? No podemos seguir haciéndolo con hormigón porque sea barato, no es sostenible. Hay otras maneras, como la madera. Hay que darle una vuelta a la materialidad y eliminar gastos y consumos innecesarios en edificios de lujo y de gran diseño. Los arquitectos tienen que entender que el momento del ego ya ha terminado y que nuestra arquitectura debería ser cada vez más colaborativa, asequible e inclusiva para todos.
"Hay que enseñar a las nuevas generaciones que el futuro es creatividad, no generación de cosas en masa"
¿Cómo se está plasmando esto en la transformación urbana de las smart cities?
Me molesta que las ciudades del futuro acaben siendo imaginadas, diseñadas, construidas y gestionadas por las empresas de telecomunicaciones solo porque ellas sean las que tienen el conocimiento de la tecnología. Lo primero que tenemos que hacer los arquitectos y diseñadores es perderle el miedo.
Otro gran fallo del urbanismo, especialmente ahora que están de moda las smart cities, es que hay una competición entre las ciudades para ver cuál es más inteligente, y esto provoca que se apliquen soluciones globales. Pero esto no funciona, porque cada ciudad tiene un contexto distinto, ciudadanos distintos, condiciones ambientales distintas y recursos distintos. Usar las mismas soluciones para todas las smart cities es un error, deben estar personalizadas.
La iniciativa Leading Cities, presente en ciudades como Boston (EE. UU.), Atenas (Grecia) y Melbourne (Australia), busca precisamente detectar las necesidades locales de cada lugar. ¿Con qué situaciones se ha encontrado?
Fui a Bombay [India] con el objetivo de convertir una manzana en inteligente. Creía que llevaba las soluciones adecuadas porque ya lo había estudiado para Barcelona [España]. Pero cuando llegué, el 70 % de lo que tenía no servía. Allí faltaba infraestructura básica de residuos, de iluminación, electricidad, agua… Las necesidades en cada lugar del mundo son absolutamente distintas, por eso es muy importante analizar el contexto de la ciudad y evitar hacer un copia y pega.
Por ejemplo, el escenario chino es totalmente diferente. China lidera una revolución tecnológica brutal, pero a la vez tienen grandes problemas de urbanización. Es lo que pasa en otras de las ciudades en las que trabajo, Shenzhen [China]. Nació hace unos 30 años y hoy cuenta con casi 12 millones de habitantes que carecen de algunos servicios básicos, como la educación, y tiene una contaminación enorme. Hay que enseñar a las nuevas generaciones que el futuro es creatividad, no generación de cosas en masa.
Foto: Las soluciones urbanas que necesita una ciudad como Bombay, con barrios marginales y acceso limitado a servicios, no pueden ser las mismas que las de una ciudad como Barcelona. Crédito: Nishantd85.
Su investigación busca que los espacios urbanos se adapten de forma dinámica a los cambios ambientales a lo largo del tiempo. ¿Por qué?
Si nuestros datos cambian constantemente, el diseño y el espacio construidos no pueden ser estáticos; tienen que seguir estos cambios y adaptarse a ellos. La materialidad de la ciudad cambiará cada vez más. Por eso, los edificios tienen que parecerse más a un organismo vivo y productivo, que a un organismo estático que consume y contamina; la tecnología puede ayudar a ello.
Las ciudades del futuro consistirán en una extensa capa de sensores, tecnología cloud, baterías, nodos wifi y gateways para comunicar todos estos datos, que es lo que ahora consideramos smart city. Pero también tendrán otra capa de materiales físicos, reactivos, productivos y biodegradables que actuarán por sí solos, sin necesidad de ningún enchufe o máquina. Ambas capas unidas darán lugar a ciudades más responsivas, sostenibles, autosuficientes y personalizables.
"Nos iremos acercando a sistemas que serán como una simbiosis entre naturaleza y artificio humano, porque ni todo tiene que ser verde ni todo tiene que ser tecnológico"
¿Cómo se consigue esto?
Hay materiales que cambian de propiedades, algo que se solía considerar como negativo para la construcción porque podía ponerla en riesgo. Pero puede aprovecharse para hacer espacios más dinámicos. Podemos diseñar fachadas con materiales que modifican su volumen al absorber humedad, y otros que funcionan como un organismo que respira y filtra el aire, como el BIQ en Hamburgo [Alemania] que tiene algas integradas en su fachada. También hay compuestos que integran plantas y bacterias, capaces de generar energía con sus raíces y adaptarse al medio ambiente. En Barcelona está Media-TIC, cuya fachada responde a las necesidades de la luz exterior y su materialidad se oscurece cuando es necesario.
Foto: Los edificios del futuro deben ser autosuficientes, estar hechos de materiales inteligentes e integrarse en la naturaleza. Crédito: Digital Matter Lab, MAA. IAAC.
También hay iniciativas que creen que el campo debería volver a las ciudades. ¿Cómo se puede luchar contra la desnaturalización?
La urbanización separó lo rural de la ciudad, pero esto cambiará drásticamente en el futuro debido a temas de salud, estética, calidad de aire y calidad de vida. Nos iremos acercando a sistemas que serán como una simbiosis entre naturaleza y artificio humano, porque ni todo tiene que ser verde ni todo tiene que ser tecnológico.
¿Cómo conseguimos que un edificio esté sincronizado con la naturaleza? Por ejemplo, en vez de tener un edificio de hormigón lleno de paneles fotovoltaicos, podemos integrarlo con sistemas de generación de energía basados en compuestos naturales y biodegradables. En el futuro veo tecnologías integradas en la materialidad, no colocadas encima de manera antinatural.