Inteligencia Artificial
Soluciones para ciudades grandes y pequeñas ante la automatización de empleos
El trabajo en las urbes de menor tamaño es el que más riesgo tiene de ser asumido por máquinas, lo que obligará a sus habitantes a migrar. Los datos pueden ayudar a mejorar la planificación de las megaciudades ante los aumentos de población, y la economía diversificada impulsará nuevos puestos de trabajo en los núcleos pequeños
Teruel, Soria y Huesca son tres de las ciudades españolas con menos población. Sus habitantes las abandonan en busca de la mayor oferta de servicios, empleo, nivel económico y atractivo cultural de grandes ciudades como Madrid y Barcelona (España). Ahora, estos núcleos de población de mayor tamaño tendrán un aliciente extra: sus puestos de trabajo tendrán menos riesgo de ser automatizados. La pérdida de empleos causada por la robótica y la inteligencia artificial (IA) va a tener un impacto mucho mayor en las ciudades más pequeñas, según un reciente estudio del Media Lab del MIT (EE. UU.).
La razón principal para que la automatización ataque más a los núcleos pequeños se debe a la propia naturaleza de los empleos disponibles en cada tipo de urbe. Las ciudades más pequeñas tienen más profesiones rutinarias y repetitivas, "como las tareas de servicios, labores mecánicas, fábricas y agricultura, que son susceptibles de ser automatizadas", apunta el investigador del Media Lab y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid Esteban Moro. Por el contrario, "las ciudades más grandes no solo tienden a ser más innovadoras, sino que también suelen albergar a los trabajadores que están más preparados para usar la tecnología", explica el también investigador del MIT y coautor del artículo Manuel Cebrián. "Los matemáticos, los químicos, los científicos de datos y los desarrolladores de software son las profesiones que menos sufrirán la automatización", añade Moro.
Foto: Los trabajos relacionados con procesos creativos serán más difíciles de asumir por las máquinas.
¿Qué pasará con las ciudades pequeñas cuando buena parte de su población se vea obligada a migrar a urbes más grandes en busca de trabajo? ¿Serán Teruel, Soria y Huesca ciudades fantasma habitadas por máquinas? ¿Cómo asumirán las grandes ciudades la mayor demanda de vivienda y servicios? Cebrián insta a los responsables políticos a que presten especial atención a estos riesgos para poder prevenir situaciones perjudiciales para la población, así como el abandono de las pequeñas ciudades. "Una excesiva urbanización de las urbes grandes hace que, cuando llegue la automatización, las pequeñas se vean desprovistas de herramientas para solucionar el problema del desempleo", apostilla Moro. ¿Cómo se pueden enfrentar unas y otras urbes a estos retos?
Megaurbes saturadas
Por mucha oferta de trabajo creativo y diversificado que pueda haber en las grandes ciudades, estas se enfrentan a un problema: el espacio no es infinito. Tampoco lo son, por tanto, las viviendas, las infraestructuras, los servicios de movilidad ni el mercado laboral. Las predicciones apuntan a que, para el año 2050, dos tercios de la población mundial (aproximadamente 6.300 millones de personas) vivirán en ciudades. En este escenario, la contaminación aumentará, empeorarán los servicios, y se dispararán las desigualdades económicas y sociales. Una de cal y otra de arena. "No tendrán problemas de automatización, pero sí otros problemas derivados. Ahí debe intervenir el estado y crear políticas a nivel nacional", declara Moro.
Los investigadores predicen que, para 2025, el mundo tendrá 37 megaciudades (con más de 10 millones de habitantes), y el número no hará más que aumentar. Las soluciones para esas megaurbes todavía no están claras y no hay una hoja de ruta urbanística consensuada. Así que los expertos apuestan por empezar a hacer uso de la tecnología y de los datos para combatir, principalmente, los problemas de movilidad y vivienda. "Estas dos cuestiones se reducen a la lucha entre personas por el espacio, para desplazarse y para vivir. Para solucionarlo, hay que organizar mejor las ciudades, y eso ahora es más fácil gracias a toda la información existente", apunta el investigador del IESE Business School Carlos Carrasco.
Esta información está cada vez más disponible gracias a los ubicuos teléfonos móviles y a los cada vez más comunes sensores de internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés). "Las grandes ciudades necesitan utilizar sus datos cada vez más para comprender el impacto del crecimiento de las poblaciones, adaptarse y predecir los problemas", indica la urbanista experta en ciudades sostenibles Mikele Brack.
Foto: Las ciudades grandes deberán lidiar con aumentos de población y las pequeñas, contra el abandono.
"Para la planificación del transporte público, se puede analizar cómo se mueve la población, delimitar dónde poner más servicios y a qué horas deben ser más frecuentes", apunta Carrasco. Además, la contaminación podrá reducirse gracias a los vehículos autónomos, que según Brack reducirán la necesidad de tener en propiedad automóviles privados y los problemas de estacionamiento, y al uso de energías renovables, cuyo coste no deja de abaratarse.
En lo que se refiere a planificación urbana, el crecimiento físico de una ciudad está condicionado por su geografía. "Teóricamente, no hay límite para el tamaño de las ciudades. Sin embargo, en la práctica, el crecimiento de la mayoría de los centros urbanos está ligado a su incapacidad de administrar sus dimensiones", explican los socios de McKinsey & Co, Richard Dobbs y Jaana Remes. Por ejemplo, Hong Kong (China), una de las áreas más densamente pobladas del mundo, está en un 85% rodeada de agua, y sus posibilidades de expansión pasan por crear islas artificiales o extender la costa, como sugieren urbanistas del MAP Office de Hong Kong y del Network Architecture Lab de la Universidad de Columbia de Nueva York (EE. UU.). Una solución para un caso concreto que está lejos de ser generalizable.
Ciudades pequeñas pero especializadas
Por su parte, las ciudades más pequeñas se enfrentan al reto de transformarse para no perder a su población, y pueden atacar por varios frentes. "Hay una serie de competencias de los trabajadores que son difícilmente automatizables: las habilidades sociales, como trabajar en grupo y ayudar a la gente. La tarea de las ciudades pequeñas es que las personas las adquieran para que en el futuro no sean reemplazadas rápidamente por un sistema de inteligencia artificial o por un robot", opina Moro.
Por otro lado, también "hay ciudades pequeñas que se han especializado en sectores de muy alto valor, como la industria de la minería o la energía". Así que otra solución sería la creación de polos de inversión, en los que pequeñas ciudades se unen y crean un núcleo más grande donde se desarrollan modelos específicos de negocio. Es el caso del Research Triangle Park, en Carolina del Norte (EE. UU.), donde "tres ciudades se han especializado en biomedicina y han realizado convenios con universidades y empresas para crear una especie de centro industrial", explica Moro.
Foto: Las urbes de menor tamaño pueden especializarse para ofrecer nuevos puestos de trabajo.
Pero aunque un clúster de empresas, como el especializado en aeronáutica de El Prat (España), puede ayudar a las pequeñas ciudades, también puede hacerlas dependientes del sector al que pertenezcan. "Si se hunde, el impacto es mucho mayor que si tienes una industria diversificada, que es lo que ocurre en las grandes ciudades", matiza Carrasco. Por eso, aconseja seguir las nuevas tendencias y pivotar la especialización según cómo se vaya moviendo la economía global. Además, llama a la colaboración en lugar de a la competencia: "Las pequeñas ciudades tienen que buscar sinergias con la gran ciudad. Así tendrán más posibilidades de sobrevivir".
La solución óptima a este sistema de ecuaciones sobre los retos de las pequeñas y grandes ciudades, si es que la hay, dista mucho de ser única. Tal vez, la mejor idea para resolverlo sea entrenar una inteligencia artificial y preguntarle a un robot.