Hemos hablado con algunos clientes de la 'start-up' Café X, en cuyos locales regentados por robots es posible adquirir un café sin tener que interactuar con ninguna persona. Sus respuestas ofrecen buenas y malas noticias para humanos, camareros y consumidores por igual
Puede que algún día los robots se queden con nuestros trabajos, pero parece que todavía no hemos llegado a ese punto, ni siquiera en una ciudad hipertecnológica como San Francisco (EE. UU.). Sin embargo, el panorama está cambiando poco a poco. Una start-up de la urbe llamada Café X está empezando a utilizar a camareros robóticos que reparten cafés con leche y capuchinos con florituras mecánicas.
Actualmente, Café X cuenta con tres robots operativos tras vitrinas de cristal en el centro de San Francisco, dos en áreas populares de compras y otro en pleno distrito financiero. En estos cafés tecnológicos, el usuario puede pedir una bebida por adelantado a través de su smartphone con una app, o simplemente caminar hasta uno de los establecimientos para hacer su pedido mediante una pantalla táctil.
Crédito: Cafe X.
El robot, aunque más bien es un brazo, transporta la taza hasta una máquina que hace el café y prepara tazas con bebida fría de un grifo. Cuando el cliente ingresa un código numérico en una pantalla táctil disponible delante de la jaula del robot, este coloca la bebida solicitada en una plataforma para que pueda bajarse hasta una ranura, como lo haría un premio en una máquina de gancho en una sala de juegos. Si el usuario necesita ayuda para realizar su pedido o para encontrar una tapa para su taza, puede preguntarle a alguno de los empleados humanos que todavía quedan en el local.
El café es un negocio serio en San Francisco; ciudadanos y turistas están dispuestos a esperar en largas filas para disfrutar de sus bebidas favoritas. Hablamos con 12 clientes durante dos días en dos establecimientos de Café X para ver si la experiencia del robot aumentaba su satisfacción con el café.
Algunas de las preguntas que hicimos fueron: ¿La experiencia fue mejor o peor que en una cafetería normal? ¿Podría imaginarse que es un robot quien le sirve su café cada mañana? ¿La aparición de los camareros robóticos es un presagio de que las máquinas reemplazarán a los trabajadores del servicio de alimentación o cree que Café X es tan solo una novedad divertida? Y la más importante, ¿está bueno el café? Las respuestas revelaron buenas y malas noticias para humanos, camareros y consumidores por igual.
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La gente decía que le gustaba ver al robot sujetando las bebidas. Resulta más interesante que ver a un camarero, dijo uno de los entrevistados. A los clientes también les gustaba que moviera el brazo al terminar de hacer una bebida. Aunque también les gustaría que el robot tuviera mayores capacidades. La directora de Producto de una compañía de software de reclutamiento Kelly Fong estaba decepcionada de que el robot no le pudiera poner azúcar a su café (aunque las máquinas de Café X pueden añadir siropes a su bebida). La clienta afirmó: "Creo que es una buena idea, pero queda bastante camino por recorrer en términos de tecnología".
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La velocidad de la transacción en Café X fue el beneficio más citado por los visitantes. Algunos dijeron que en una zona de cafés que siempre está abarrotada, las esperas más cortas son una bendición. Otros que no quedaron tan impresionados con el café dijeron que solo se convertirían en clientes habituales de Café X si necesitaran una bebida cuando tienen prisa.
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Muchas personas dijeron que repetirían y algunas incluso ya habían consumido cafés en algún establecimiento con anterioridad.
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En una escala del uno al diez, la mayoría de las personas calificaron su bebida con un siete o más; siete y ocho fueron las puntuaciones más comunes. Las críticas incluían un café moca que "se había pasado de dulce", un americano que "sabía más a agua que a café" y (por parte de una persona) "no me encantó el café".
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De todas formas la gente dijo que les gusta conversar con los camareros en sus cafeterías regulares; a algunos les gusta tanto que no querrían que un robot les sirviera de forma habitual. Mientras le daba un sorbo a su café americano, el asesor inmobiliario comercial Benjamin Osgood dijo: "Es limpio. Pero, ¿dejaré de ir a mi bar de siempre? No".